Castillo de hielo en el horizonte
Escoltada por Sumen y Seoseong, Hashiri es una de las seis regiones que dividen a Seiku. Ubicada en el centro de la zona norte del continente, Hashiri es reconocida por la hostilidad de su clima y de su tierra, ofreciendo condiciones de vida complicadas para quienes la habitan.
El clima en Hashiri es implacable. Inviernos largos y fríos dominan la región, mientras que los breves veranos ofrecen una paleta efímera de color. Las tormentas de nieve rugen a través de las montañas, desafiando incluso a los más experimentados.
Las altas montañas de Hashiri, que continúan por la cordillera que se extiende a sus regiones hermanas, coronadas de blanco, son majestuosas y aterradoras. Barrancos escarpados se abren entre picos cubiertos de nieve perpetua. Solo los valientes o desesperados se atreven a través de sus rutas peligrosas en busca de recursos. Estas montañas son las segundas más altas de Seiku, solo superadas por la cumbre de la montaña del Esplendor en Sumen. Entre las montañas rocosas y mirando hacia el mar, enormes extensiones de hielo se extienden por kilómetros, como enormes paredes blancas apretadas entre las barrancas.
Los bosques de pino se extienden por millas, sus altos árboles alineados como guardianes que resisten los embates del viento helado. La nieve acumulada sobre las ramas crea un paisaje hermoso, y durante los breves meses cálidos, las agujas verdes emergen, añadiendo un toque de vida pasajero.
El pie de las montañas da paso a las vastas planicies, que son un lienzo blanco interminable durante la mayor parte del año. El viento cortante arrastra la nieve, creando dunas gélidas que cambian constantemente. Pocos son los que se aventuran a través de estas llanuras heladas.
La vegetación de la región se ha adaptado a las duras condiciones del suelo y climáticas para perdurar con el tiempo. Rododendros, álamos, saúcos negros y pastos de alta montaña, son comunes entre los pinos. Más cerca del suelo crecen algunas flores resilientes que decoran el paisaje. Amapolas azules, Edelweiss, irises, azafranes y lirios rey.
La vida salvaje en Hashiri es robusta y feroz. Grandes animales como leopardos de las nieves, bueyes almizcleros, yaks, lobos polares, takines y ciervos resistentes deambulan por los bosques y las llanuras, adaptándose a la adversidad del entorno. La caza en Hashiri es una prueba de habilidad y valentía. Aunque algunos animales más pequeños consiguen arreglárselas para sobrevivir, como las liebres, zorros árticos y perdices nivales.
Focas de varios tipos descansan junto a lobos marinos en las costas de la región, mirando a uno de los mares más frecuentados por ballenas de Seiku.
Las noches en Hashiri son sumamente oscuras y durante el invierno pueden llegar a durar casi las veinticuatro horas del día, pero el cielo hashirino ofrece un espectáculo que solo comparte en ocasiones puntuales con Sumen. Las auroras boreales comienzan como suaves destellos de luz en el horizonte. Los tonos predominantes son verdes y púrpuras, creando un contraste espectacular con la oscuridad circundante.
La nevada superficie de las montañas sirve como lienzo reflectante para las luces del norte. La nieve iluminada por las auroras crea un efecto mágico, amplificando la intensidad de los colores y haciendo que el paisaje nocturno sea aún más impresionante.
La población en Hashiri, a pesar de la adversidad, es resistente. Las comunidades dispersas se aferran a la vida, subsistiendo mediante la caza, la pesca en lagos congelados y la recolección de recursos escasos. La pobreza es palpable, pero la fortaleza de la comunidad es inquebrantable.
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