Cultivación (Justa)
La cultivación es una antigua práctica por la que a través del condicionamiento físico, el del alma y el de mente, busca conseguir una ascensión espiritual para despertar el poder dormido en el interior del individuo y así llegar hasta la iluminación, escapando así del ciclo de reencarnación. La práctica nació de la necesidad de protegerse ante la amenaza que suponían las entidades ajenas al Ashihara, quienes poseían ventaja sobre ellos al ser invisibles a sus ojos y al poder manipular la energía espiritual de diferentes formas. Hasta las armas más finas que cortaban la carne de los mejores guerreros no eran capaces de hacer frente ante el peligro que escapaba de sus sentidos.
Durante siglos la práctica ha sido pasada de maestros a discípulos, quienes han ido formando sus propias sendas distintivas en el largo camino de la cultivación. Si bien al principio los primeros cultivadores eran pocos y escasos, estos fueron transmitiendo sus conocimientos a otros con la esperanza de traer una mejoría a sus vidas y a sus comunidades. Una vez un cultivador consigue conectar con el tao puede gozar de los abundantes beneficios que el equilibrio mental brinda, como por ejemplo: vislumbrar las cosas claramente, adquirir grandes conocimientos y sabiduría, de disfrutar de una esperanza de vida más larga y de emplear habilidades que escapan de lo ordinario, como poder detectar la presencia de espíritus y yokais.
La cultivación es exigente y sumamente agotadora, pocos dan abasto para resistir las condiciones necesarias que requiere volverse un cultivador, largos periodos de inedia, desapegarse de las cosas y las personas, meditaciones extensas, estudios de filosofía, artes, lenguaje, matemáticas, arcana e historia junto con intensas pruebas físicas. Muchos simplemente carecen del talento para poder volverse cultivadores, aun si ponen todo su esfuerzo en ello, puesto que las personas tienen cierta afinidad y predisposición al manejo del tao desde su nacimiento, para algunos es tan natural como respirar, para otros conseguirlo fue tarea de años y muchos más simplemente terminan rindiéndose. Las condiciones parecen estar severamente ligadas al linaje, zona geográfica, vidas pasadas y mera suerte.
Algunos espíritus y deidades, llenas de compasión, decidieron prestar ayuda a las personas, ofreciéndoles el conocimiento que les permitiría concentrar la energía espiritual en ellos, cultivarla, nutrirla y manipularla para por fin volverse parte de un mundo alguna vez imperceptible. Si bien las personas muy de vez en cuando son capaces de llegar a niveles altos de cultivación solas (guerreros y eruditos), los casos no son numerosos y la gran mayoría depende del apoyo de un espíritu que les preste de su poder una vez hayan conseguido formar un núcleo dorado por sí solos. Cuando un cultivador se dedica al rubro de cazar yokais y proteger a las ciudades entonces pasa a llamarse cegador.
Estos cultivadores son conocidos como cultivadores o cegadores justos y forman parte de los tres tipos de cegador (Justo, Demoniaco e itinerante o errante).
Cultivación demoniaca
La cultivación demoniaca es una alternativa a la cultivación bastante particular, si bien existen muchos tipos de cultivación demoniaca, la mayoría suele solapar en la vinculación con alguna entidad demoniaca o energía maldita.
La técnica es favorecida por muchos cegadores e incluso por personas ordinarias, por ejemplo: algún individuo que sea incapaz o haya perdido su capacidad de cultivar tao o algún cegador cuyo poder alcanzo su tope o no parece mejorar, podrían desviarse a la cultivación demoniaca y su promesa de gran poder en poco tiempo.
El caso más común de cultivación demoniaca consiste en realizar un pacto con un demonio, el mismo solicitará un pago que en la mayoría de los casos es a largo plazo. A cambio, el individuo se volverá recipiente de sus poderes y podrá con poco entrenamiento o estudios. Pero el precio a pagar suele ser grande y muchas veces engañoso, con agujeros y condiciones que permiten al demonio sacar provecho de la ingenuidad o ambición del recipiente.
La cultivación demoniaca está prohibida en el mundo de los cegadores y se castiga severamente, al punto de que quienes lo emplean pueden llegar a ser cazados por otros cegadores. Un cultivador demoniaco empleará cualquier medio necesario para hacerse más fuerte lo más rápido posible, incluso si eso significa dañar su cuerpo, matar, violar, manipular, corromper o robar.
El motivo de que sea un Tabú es que la práctica quiebra la filosofía de un cultivador, obteniendo poder de manera descuidada, sin estar preparado para utilizarlo, sin ser merecedor de ello. Además, que la misma permite el fortalecimiento de demonios y la maquinación de fines maliciosos de manera discreta. En repetidas ocasiones se han dado casos famosos de cegadores demoniacos que han causado graves catástrofes ya sea de manera consciente o inconsciente, su actuar descuidado ha permitido a la liberación de grandes males que han tomado incontables vidas de controlar. Estos cegadores encontraron su fin en manos de cazadores o de presa de su propia ambición al ser devorados por el mismo demonio en el que alguna vez confiaron.
Por último, los cultivadores demoniacos pueden desarrollar un estado mental muy inestable debido a la influencia de su patrón. Si bien depende mucho del demonio, no son raros los casos donde el recipiente comienza a perder la cordura o sus capacidades cognitivas. En los peores casos esto es combinado con una debilidad física si el demonio se alimenta de la energía del usuario de manera imperceptible.
Cultivación Itinerante (o errante)
Los cultivadores itinerantes son en tercer tipo de cultivación, reconocida especialmente por ser más difícil y variada debido a que no consta ni sigue ninguna senda en particular al no contar con una enseñanza de maestros a discípulos.
Los cultivadores o cegadores errantes son individuos que han conseguido amaestrar el arte de la cultivación espiritual de manera independiente sin estar afiliados a un clan que les enseñe el camino. En su mayoría suelen constar de monjes y guerreros que a través de la meditación y duras vivencias consiguen formar un núcleo dorado con el cual pueden manejar el Tao.
Estos individuos son apadrinados por espíritus menores o más elusivos, algunos incluso han conseguido llegar a emplear grandes poderes sin necesidad de una deidad o patrón espiritual que les ayude al dotarles de su fuerza.
No siguen una estructura o formación en particular y su crecimiento autodidacta hace que sea difícil catalogar sus habilidades dentro de una sola clasificación, ya que las mismas pueden ser influenciadas por factores ambientales, genéticos o porque han influenciado sus técnicas con las de otros cultivadores o clanes, haciendo mezclas que muchas veces son irrepetibles.
A pesar de que no está prohibido ser un cegador errante, esta fracción del oficio será recibida con sospecha e incluso hostilidad por clanes establecidos, ya que muchas veces los mismos se abstraen de seguir las normativas impuestas en el mundo de la cultivación. Un buen ejemplo son las veces que facciones de civiles han contratado cegadores errantes para atacar, manipular o desfavorecer a otros civiles, cosa que está por lo general prohibida ferozmente entre cultivadores justos.
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