Celestia Character in Nahur | World Anvil
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Celestia

Diosa del Tiempo, el Infinito y la Continuidad.   Simbolizaba la inevitabilidad del tiempo y se la consideraba la protectora del libre albedrío y la libertad. También se la denominada "La Primera Diosa" o sencillamente "La Primera", no porque fuese la deidad más antigua sino porque con ella nació el tiempo. Se representaba como una drow joven vestida con ropas elegantes y vaporosas, delicada, siempre mirando hacia arriba.    

Descripción

  Celestia se presentaba como una mujer drow con el pelo rapado, cuya edad resultaba difícil de determinar, parecía al mismo una anciana, una mujer o una niña. Sus ropas eran blancas y doradas, cosidas con hilo rojo (probablemente en referencia a su padre, Ítamo). Sus avatares titánicos nunca fueron visibles a los mortales.    

Historia

  Hija de Ítamo y el primer rey de los dioses, Heco, a Celestia le dio vida Tiam'ir de los Élathum, como herramienta para crear el tiempo, que no había existido hasta entonces. En el origen todas las criaturas eran libres y no obedecían los dictados de los dioses, pero Heco, acostumbrado a la lealtad de los dioses que le seguían, había dominado al resto también. Con la creación del tiempo se dio voluntad a todas las criaturas vivas, que entonces podrían decidir si seguir o no los designios de los dioses (surgiendo así criaturas de naturaleza legal, neutral o caótica). Por ello era habitualmente considerada la guardiana del libre albedrío y la libertad entre los mortales.   Tras nacer la amamantó y cuidó de ella la diosa Nyshia, a quien Heco recluía en soledad por envidia -al igual que a Phiris Sao, pues ambos eran hijos de dioses creados por los Élathum, pero al contrario que su hija sí eran Dioses Creadores (se conoce con este título a los siete dioses primigenios, que tenían la capacidad de manipular el éter), y el rey de dioses consideraba una terrible deshonra que la única hija que se le había concedido fuese la única hija de los Élathum que no poseía su poder. Nyshia habló de su dolor a Celestia, y ella la ayudó distrayendo a su padre para que pudiese escapar de Tharmid sin ser vista. Heco jamás vio a su hija como una traidora, y la mantuvo siempre a su lado. Celestia acabó uniéndose al resto de dioses en el Alzamiento, pero Ítamo no permitió que usasen su posición para traicionarlo, por lo que hubieron de enfrentarse al rey abiertamente.   Tras la caída de Heco, Celestia quedó profundamente enamorada de Falghal, que nació al morir él. En las celebraciones de la unión de Thaaris e Ítamo, bailaron juntas durante cien noches seguidas. Se cuenta que cada mañana cambiaban de pareja de baile o conversación, pero de nuevo cada noche se encontraban para bailar juntas hasta el amanecer. Ixehr, la deidad del Invierno, había quedado también prendade de la diosa del Tiempo, y trató de alejarlas convenciéndola de que el único interés de Falghal era acercarse a Thaaris para obtener poder. Celestia, acudió entonces a Kalmodei, guardiana del equilibrio, para que hiciese a Falghal entrar en razón y evitar un enfrentamiento, pero ésta le advirtió de la falsedad de las palabras de Ixehr. Falghal y Celestia se unieron, y tras descubrir lo sucedido mantuvieron la enemistad con Ixehr hasta su muerte.   Thaaris había ascendido al trono de los dioses y prohibido los enfrentamientos en Tharmid. Eventualmente, los dioses convirtieron los Planos Interiores en su particular campo de batalla, causando estragos entre sus habitantes mortales. Padan rogó a la reina que los detuviese, y su negativa desencadenó en los inicios de la rebelión. Falghal apoyó a la diosa de la civilización y Celestia fue la primera en seguirlas, cuando el resto de deidades las ignoraron. Acudió a buscar el consejo de su padre, Ítamo, quien nunca le dijo lo que los hilos le habían mostrado en el tapiz del destino, pero se convirtió en uno de los más firmes defensores de la causa de Falghal. Fueron estos cuatro los primeros dioses en involucrarse en las vidas de los mortales, terriblemente cortas a sus ojos eternos. Como respuesta fueron fervientemente venerados, en pos de su protección y guía, y serían los más amados entre los Dioses Guardianes.   Por su buena relación con Nyshia y Phiris Sao, Celestia trató de convencerlos para unirse a ellos tras ser exiliados. Acudió a ellos con tres profecías, que auguraban para ellos un futuro oscuro e incierto si se quedaban en Tharmid, pero pesaba aún sobre Nyshia la maldición impuesta por Heco que le impedía abandonar el hogar de los dioses, y Phiris Sao optó por permanecer allí con su amada.   Celestia huyó a los Planos Interiores con el resto de Dioses Guardianes, donde el aumento de su poder (o al menos de la veneración que se les profesaba), desencadenaría la Guerra de Euris. En ella se enfrentó finalmente a Ixher, quien durante la Batalla de Aztabas había emboscado a Falghal ocultándose en una ilusión; la diosa del tiempo lo descubrió y le abatió. Ixher cayó con tal fuerza que el temblor se pudo sentir en todo el planeta, y aún hoy puede verse la sima que originó su cuerpo al caer, y en la que permaneció aletargade hasta el final de la guerra. Tras la Batalla de Aztabas, quedó claro que, pese al aumento de su poder, los Dioses Guardianes serían superados por los antiguos. Thaaris les dio entonces un ultimátum: si abandonaban la lucha, les perdonaría y podrían regresar a Tharmid, y no podrían regresar jamás a los Planos Interiores. Si seguían luchando, todos serían sentenciados a muerte por su traición. Pero para entonces Falghal ya había ideado El Sello: un hechizo imbuido en un artefacto, que sellaría el plano del resto del universo, bloqueando el acceso incluso a los dioses. La activación del Sello requería del poder de los dioses, que los Nueve Guardianes aceptaron entregar, aún sabiendo que cuando el plano se cerrase y los expulsase de su interior, los Dioses Antiguos serían enviados a Tharmid pero ellos, exiliados, saldrían propulsados hacia el phlogiston, donde por el castigo de los Élathum no podían entrar, por lo que sus cuerpos se desmoronarían y morirían al instante. El artefacto que albergase El Sello, además, debía ser construido por las manos de los mortales, para escapar al poder directo de los dioses. Así, en el último día de la Guerra de los Dioses, Falghal se reunió junto con los otros Guardianes en el templo de Odanna, y entregaron su poder y su vida al Sello, desapareciendo para siempre.

Tenets of Faith

No se conoce ningún titán de Celestia, pero sí numerosos ángeles. El más famoso era Turbak (a qien se denominaba Turbk'ou-Celestia como muestra de respeto), quien según la leyenda había intercedido por los Dioses Guardianes ante los dragones cuando se refugiaron en el Plano Material. Se decía que gracias a él los Dragones Primigenios habían abandonado Nahur para evitar conflictos en el dominio de los Nueve.
El culto de Celestia era conocido por su secretismo, y se rumoreaba que para convertirse en sacerdotisa, había de aparecerse ante ti uno de sus ángeles, que te guiaría en ese camino. Los pormenores del proceso no eran de dominio público, y no parecía haber ningún patrón entre las elegidas, salvo que eran siempre mujeres. Sólo las mujeres podían acceder a cargos elevados y de cara al público dentro de su Iglesia, y para acceder a sus templos y lugares de culto uno debía ir completamente cubierto, de la cabeza a los pies. Esto popularizó el uso del Him-oar, un sombrero de ala ancha fabricado con fibras vegetales del que caía un velo casi hasta los pies. La función de este velo era ocultar los rasgos de quien lo llevaba, permitiéndole ver. Según los ritos de Celestia, su finalidad era hacer a todos los feligreses iguales,
"el tiempo nos trata a todos por igual"
de esta forma no se distinguía entre ricos, pobres, jóvenes o ancianos, el rito era igual para todos.   El Him-oar pasaría con el tiempo a convertirse en un accesorio que se puso de moda -especialmente entre las clases altas-, en una versión mucho más corta (según la época el velo llegaba hasta la cintura, los hombros o incluso hasta la barbilla) y con variaciones del sombrero. Se tomó como un símbolo de pureza y era habitual que los jóvenes solteros los llevasen a las fiestas y reuniones sociales.   En las zonas donde el culto a Celestia era predominante, se acabaría convirtiendo en una parte central de la vida. Había un culto al amanecer y otro al anochecer, a los que los ciudadanos solían acudir pues el templo hacía las veces de foro y punto de encuentro para negocios. En algunos lugares estas reuniones vecinales incluso llegaron a oficializarse y era un acto recurrente tras los ritos.   También eran habituales los conventos en su honor. A ellos sí podía acceder gente de cualquier género y edad, para dedicarse a una vida de reflexión. En su interior estaba prohibido no vestir el Him-oar.

Holidays

Desde que Celestia derrotó a Ixher en el comienzo de la Batalla de Aztabas, comenzó a celebrarse en el día de Nouthaigh (que marcaba el final del Invierno) una fiesta en honor a la diosa.  El principal acto incluía el levantamiento de una gran losa de piedra (habitualmente ubicada frente al templo) bajo la cual semanas antes se habían colocado flores de Izeria (una flor azul que sólo crecía en los días más fríos del invierno, pero que si se plantaba en primavera daba unas sabrosas bayas durante el verano). En los días entre que se colocaba la piedra y se levantaba, se convertía en una gran atracción: los niños jugaban sobre ella, se usaba como escenario... así, el ligero movimiento molía levemente las flores, extrayendo sus semillas. Entonces todo el pueblo se juntaba para levantarla, y sacaban de debajo las semillas y se plantaban en un lugar señalado (normalmente una labor reservada a los más pequeños y los ancianos).
Religions
Children

Símbolo de Celestia


Dominios

D&D: Knowledge / Trickery
Pathfinder: Saber / Reposo

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