Zeg'a Daia (sˈeɣ aðˈaɪa)
Mental characteristics
Historia personal
Zeg nació en las Tierras Salvajes, y digo nacer porque no conozco otro término, pero en realidad no sé como se crea una dríada. Si, Zeg es una dríada, nacida o creada en un árbol cerca a la costa en un bosque de las tierras al norte de Filnar.
Ella vive porque su árbol vive, son una misma entidad y ella cuida de él todo lo bien que uno podría cuidar de un árbol que no puede abandonar. Zeg se mueve por el árbol, es libre de hacerlo siempre que no lo abandone, no podría sobrevivir más que un ciclo fuera de su simiente, como le llaman las dríadas al árbol que habitan.
Zeg tenía tan sólo 25 luxantes cuando un grupo de hombres llegó a su bosque, la atacaron y se la llevaron a ella y su simiente en un barco. Ella no lo sabía, y yo tuve que averiguarlo, pero al parecer alguien tenía una deuda que decidió pagar con una dríada viva. Así fue como llegó Zeg a Priano, como una obligación que debía ser pagada, como un premio para un mesonero acaudalado.
Pero su destino no era adornar un jardín. El mesonero tenía otro tipo de lugar designado para su trofeo. Una mancebía para ricos en El Palacio. Un lugar donde se podía disfrutar de una exótica elfa acuática, una semigigante, y según supe luego, hasta de una sirena.
Allí Zeg aprendería, a base de tortura y mutilaciones a su simiente, a servir a los clientes. Su árbol fue convertido en una gran estructura que servía de cama y mesa, y mantenido con vida a base de magia, desprovisto de hojas y de raíces, ella ya no podía resguardarse en él como antes, siempre estaba a la vista de todos, a veces en un acto de baile, otras atendiendo a un cliente a la vez
Yo la conocí en una de tantas veces que desembarqué en Priano, había cuidado de la tripulación y de la carga como una espada a sueldo, pero esta vez, por designio de los dioses, el dueño de la mercancía estaba más que contento, así que quiso regalarme un rato de diversión en El Palacio, justo donde estaba Zeg y exactamente con ella. Fue lo mejor que me pudo pasar.
Esa primera vez recuerdo que la vi como un autómata que hace exactamente lo mismo cada vez que se lo activa, pero yo estaba fascinado con ella, con su forma y la manera en como se movía por entre la madera como si de agua se tratase. Recuerdo que lo primero que pregunté fue por el tiempo que teníamos a solas, cosa que no supo responder, casi nadie le hablaba y muy pocos se preocupaban por el tiempo, más que por su propia satisfacción. Entendí que debía ser un tiempo prudente para que los demás consideraran que había disfrutado de la intimidad con la dríada, sin embargo dediqué cada segundo a admirarla, ella no supo que hacer y estuvo en un rincón tímidamente casi todo el rato. Sólo me regaló su nombre: Zeg'a Daia.
A partir de aquel ciclo, me dediqué a ahorrar para verla una vez más y otra más, siempre usaba mi tiempo con ella para hablarle, conocer de su mundo, su historia y contarle del mar, las islas, otras tierras y otros hombres, los buenos, los que ella no conocía. No sé cómo, pero debo aceptar que me enamoré de una dríada, de nuestro tiempo juntos y de su amable sonrisa y bella figura.
Mi tiempo con ella era el más caro que tuve, cada vez era más difícil volver a verla, a escucharla, no sé si por compasión o por gusto cierta vez la propia Zeg quiso amarme allí entre sus ramas y en su cama, no como a un cliente, sino como su amante y confidente. He de decir que la tuve desnuda frente a mi, y ella nunca tuvo ropa alguna.
Me tardé más de 12 ciclos en volver a juntar dinero para verla, estuve inquieto desde la visión que llegó con el cielo rojo en el pasado noxante, ahora en pleno pentamón, a 3 ciclos de iniciar sexmón voy a verla, esperanzado en compartir con Zeg la noticia de mi ascenso como líder de un grupo de espadas a sueldo. Que sorpresa me llevé al ver su cuarto vacío.
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