El Oasis encantado
General Summary
Unos cuantos ciclos después del abrasador luxante, Flek y el recién llegado Muktan partieron con la intención de ganar la libertad del dracónido, su misión: buscar a los hijos perdidos de la reina. Guiándolos iba una de las avispas, “Garras” lo apodaron. El insectoide los condujo hasta los límites de los dominios de su reina, hasta un pequeño oasis en la mitad de la nada. Aprovecharon para reabastecerse de agua en aquel pequeño lago. Mientras descansaban a la sombra de los árboles fueron atacados por una especie de trols, que saltaron desde las profundidades del estanque, mientras luchaban, notaron que las criaturas y el agua parecían luchar conjuntamente, lo que los obligó a retirarse a las afueras del oasis, allí continuaron luchando hasta que no tuvieron más opción que retirarse. Huyeron ayudados de la magia hasta donde su guía “Garras” acordó esperarlos.
Descansaron y se prepararon para encontrar a las avispas perdidas, esta vez con la ayuda de la magia de adivinación de Muktan, y con el plan de “Garras” para atrapar a uno de los perdidos. Regresaron al oasis, está vez con más cautela. Eso no evitó que volvieran a ser atacados por las criaturas del estanque, tras un rápido intercambio, el agua del oasis comenzó a desbordarse y a moverse como si tuviera vida propia, se arrastró hasta el mago Muktan, y comenzó a arrastrarlo hasta el fondo. En un rápido movimiento Garras agarró lo que pudo del dracónido que cada vez se hundía más. En un acto heroíco, Flek se zambulló en el estanque y tomó a Muktan, lanzó un hechizo de teleportación y ambos salieron del agua a unos pocos metros del oasis. Una vez más se retiraron ante el peligro de muerte.
Esperaron una vez más a las afueras del oasis, se ocultaron y esperaron. Tras un par de horas se acercó un humanoide peludo montado en una extraña criatura que parecía nadar en la arena. Al bajarse de su inusual montura, pudieron ver el hocico que sobresalía de su rostro. La criatura empezó entonces a bajar cuerpos inertes de otros seres y los lanzó uno a uno al estanque. Los aventureros no atacaron. El peludo humanoide término y se retiró. Poco después se acercaron unas cuantas avispas al oasis, fue allí que aprovecharon y se lanzaron al ataque. Flek, usando su telequinesis apresó a uno de los insectoides y con un rápido y certero aguijón “Garras” le inyecto su veneno, lo que dejo a la criatura inconsciente. Con su objetivo capturado se retiraron a los dominios de la reina una vez más.
En la colmena Zet’ estaba a la expectativa de la decisión de Avzacillo, algunos querían quedarse en la colmena, otros aún tenían la esperanza de encontrar un nuevo hogar en los bosques. Mientras esperaba, solicitó una audiencia con la reina. Aprovechó la ocasión para agradecer por su hospitalidad, presentó una buena cantidad de miel como tributo. Habló de su compañero Dante, y le explico de sus graves quemaduras producto de su exposición al abrasador Luxante. La reina ofreció al quemado envolverlo en un capullo protector mientras sanaban sus heridas. Zet’ agradeció una vez más y se retiró. Buscó a los suyos, esperando conocer la decisión que tomaron. Una gran parte del pueblo se quedaría, los otros segurían a los aventureros hasta la gran ciudad de Vafenail buscando un nuevo lugar al que llamar hogar.
Flek, Muktan y “Garras” llegaron con el prisionero, lo presentaron a la reina y consumaron el trato. Muktan y uno más de sus acompañantes serían libres de la reina. Allí comenzaron a interrogar al renegado, con la ayuda de la magia de Zet’, el insectoide fue obligado a responder las preguntas de su reina. El grupo se retiró, la temperatura ya era lo suficientemente soportable como para emprender su viaje a Vafenail.
Salieron de la colmena, prepararon la caravana, mientras esperaban la liberación del compañero de Muktan, cuando apareció el individuo se llevaron una gran sorpresa, pues no era quien esperaban, el “explorador” de Vafenail fue objeto de la ira de los aventureros que lo acosaron buscando dejar salir su enojo. Súbitamente de la colmena salió a toda velocidad “garras” que parecía no responder a ningún estímulo. Flek y Zet’ montados en Cenizo, lo persiguieron. Lo alcanzaron rápidamente gracias a la velocidad adicional del conjuro que lanzó Flek sobre el pegaso. Pudieron notar que lo afectaba una extraña magia que lo obligaba a regresar al Oasis, Lanzaron un hechizo de disipación para liberar a la avispa de su encantamiento y volvieron a la colmena esperando partir lo más pronto posible.
Dante Ojosacro
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