Sesión 126: Solucionando los problemas de la baraja
General Summary
La sesión comenazo con Los Buscadores frente a Iggwilv, Endelyn y Skylla. Iggwilv amenza a su hermana y su nueva aliada para que abandonen el lugar inmediatamente antes de que comience un combate entre ellas. Endelyn le comenta el trato que hizo con Los Buscadores de que podrían irse en paz y le comenta que ella sabe lo que pasa cuando se rompe un pacto con una saga. Endelyn y Skylla abandonan el lugar despidiendose de Los Buscadores y deseando que sus caminos no se reencuentren pronto. Iggwilv revisa el estado de salud de Talia y tras comprobar que esta estable pide a Los Buscadores que la carguen y se dirigan a la zona donde se estaba dando la batalla entre el ejercito de Crystalcross y el ejercito de Dorian. El grupo se encontro con el ejercito que tambien se estaba dirigiendo hacía luz de luna para ver que había pasado. Uno de los tenientes del ejercito que lideraba la marcha del ejercito al descubrir lo que Los Buscadores habían hecho por ellos se arrodillo ante ellos y poco a poco sus hombres lo fueron siguiendo hasta que todo el ejercito se arrodillo en agradecimiento a Los Buscadores que habían salvado su reino. Iggwilv que no parecia interesada en esta escena le pidio al teniente la ubicación del lider del ejercito y le indico que estaban cerca en una tienda y que cuando termino la batalla mando un contingente hacia el castillo por si acaso y que eso eran ellos. Algunos hombres trajeron una camilla y cargaron con Talia mientras que dirigian a Los Buscadores e Iggwilv, por el camino los hombres se acercaban para agradecerles lo que habían hecho.
Cuando llegaron al campamento, el olor a sangre y a madera quemada aún flotaba en el aire. Entre las tiendas improvisadas y los soldados exhaustos, encontraron al capitán del ejército, malherido pero consciente, acompañado por Talgar. La preocupación por Talia se reflejaba en sus rostros, pero Iggwilv los tranquilizó. Tras unas breves palabras, a Los Buscadores se les asignó un alojamiento más que merecido. La batalla había sido dura, pero la victoria era suya. Keothi, sin embargo, no compartía el ánimo festivo. Se retiró en silencio a la tienda. Malkian y Krik, en cambio, se sumaron a los soldados que celebraban. El primero desenfundó rima de escarcha y compuso una canción que habló de la victoria y del valor de quienes se enfrentaron a Dorian. Las notas se mezclaron con las risas y el crepitar de las hogueras. Syleneth fue a la cocina, ofreciendo sus manos donde más se necesitaban. Thorin, como era costumbre, buscó la enfermería y se dedicó a atender a los heridos. Por la noche, al reunirse, la preocupación volvió a asomar en el rostro de Syleneth. Habló de sus padres, de lo preocupada que estaba por ellos y del largo viaje que aún quedaba a través del bosque. Fue entonces cuando Tharcon les habló de un hechizo: una forma de viajar entre árboles. Podrían ir en busca de sus padres y, tras descansar, regresar a Crystalcross al día siguiente. Syleneth pidio al grupo hacer eso y todos estuvieron de acuerdo y Thorin envió un mensaje a Sigismund para encontrarse cerca del claro donde habían vencido a La Semilla.
A la mañana siguiente, el grupo se reunió bajo un árbol. Tharcon recitó las palabras, y los nudos de la madera se abrieron para revelar un portal. Talgar, por su parte, anunció que él, Talia e Iggwilv se adelantarían a Crystalcross mediante su propia magia. Al otro lado del portal, los esperaban Sigismund, los padres de Syleneth, y los últimos supervivientes de la batalla en Luz de Luna. Pasaron el día juntos poniendose al día de lo sucedido durante la batalla. Syleneth se aferró a sus padres, y Thorin no descansó hasta que el último herido recibió su atención. Cuando el sol del nuevo día asomó entre las ramas de los árboles, Tharcon volvió a lanzar el hechizo. El grupo atravesó el nuevo portal.
Crystalcross los recibió con vítores y rostros iluminados por la esperanza. A su paso, los ciudadanos dejaban a un lado el miedo y el cansancio, celebrando a quienes habían osado enfrentarse a la oscuridad. Los Buscadores aprovecharon para cerrar asuntos pendientes y prepararse para su visita al Conclave. En la Torre del Conclave, Talgar los recibió con el rostro serio. Había pasado la noche preocupado por Talia, y ahora les explicó la situación actual. La magia de sanación había surtido efecto; al amanecer, Talia se había recuperado y se presentó ante el consejo. Pero su retorno no fue sencillo. El Conclave estaba preparado. Aunque Talgar había abogado por ella, la mayoría se oponía a su reincorporación. Tenían argumentos, precedentes y dudas… pero no contaban con que Talia no venía a pedir permiso. Con firmeza, Talia anunció que no deseaba volver al Conclave. No todavía. Su propósito no era recuperar un asiento, sino restaurar el orden en la vida de los habitantes de Nauplia, y para ello quería ocuparse de otros asuntos primero, en compañía de Iggwilv. Aun así, prometió que, si el consejo la necesitaba, estaría disponible. Horas después, Los Buscadores fueron convocados. El Conclave les ofreció una ceremonia. A la mañana siguiente serían investidos como Protectores de Nauplia, un título honorífico reservado solo a quienes demuestran un compromiso con la defensa de la nación. Los Buscadores aceptarón muy honrados este título.
El resto del día transcurrió entre despedidas y conversaciones. Los Buscadores aprovecharon esas horas para reencontrarse con amigos, familia y aliados. Los padres de Syleneth decidieron quedarse hasta la ceremonia, orgullosos de su hija, aunque luego regresarían a Dinea: aún quedaba mucho por reconstruir en el pueblo. Sigismund, por su parte, se despidió del grupo con la seriedad que lo caracterizaba. Él y Thalindra partirían hacia Wulfenhold con la intención de restablecer la Orden de la Luna de Plata, ahora reducida a ellos dos. Se disculpó por no quedarse a la ceremonia; no era hombre de celebraciones, y menos aún de aplausos. Iggwilv les hizo saber que permanecería en Crystalcross por un tiempo. Había asuntos de los que quería ocuparse y Crystalcross era tan buen sitio para quedarse como cualquier otro, tampoco ocultó su entusiasmo por recuperar la Corona de las Mentiras, tarea que, según recordó, le había confiado a Erdan. Talia, por su parte, compartió su intención de investigar qué estaba tramando Blaine Kraverogg, y de resolver ciertos asuntos que el Conclave no le permitía abordar desde dentro. Aunque no tenía claro cuándo, prometió que regresaría algún día a la vida política.
Con la llegada del amanecer, Crystalcross despertó en júbilo. La ciudad entera se volcó a las calles para celebrar su libertad, y frente a la Torre del Conclave se alzó un escenario de madera, sencillo pero digno, donde se rindió homenaje a quienes se alzaron contra Dorian Thorne. El discurso resonó por las plazas, cargado de gratitud y esperanza, pero fue en Los Buscadores donde recayó el mayor reconocimiento. Ante la multitud reunida, se les nombró oficialmente Protectores de Nauplia. Más tarde, entre vítores, música y abrazos, el grupo celebró junto al pueblo lo que habían logrado. Pero a la hora de la comida, mientras los festejos aún vibraban por las calles, tomaron una decisión. Tharcon volvió a invocar su hechizo y regresaron a Lucetum. Allí, de nuevo en Los Huevos del Dragón, encontraron que todo seguía su curso. La posada seguía en pie, la vida retomaba su ritmo, y Kuthan los recibió con una mezcla de alivio y alegria. Pasaron la tarde descansando, poniéndose al día y disfrutando de una calma que, por una vez, sentían que se habían ganado.