Drakkari Item in Rel | World Anvil
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Drakkari

La Lámpara de la Magia Eterna

La Lámpara de Mystra, el artefacto de la diosa de la magia. También, el sifón de magia más poderoso de la existencia.    Este artefacto, una lámpara de oro y hierro, con una llama perpetua de varios colores, se lleva por una larga cadena dorada, con un dardo brillante al final. Como reliquia, no fue creada por la diosa de la magia en su vida, sino que fue una manifestación de su voluntad, de su corazón, al ser ejecutada por el panteón. Un objeto que atraparía la misma esencia de la existencia en él, permitiendo multiplicar la capacidad de Prana del usuario, y llegar incluso a tocar la fuente de toda magia, el Arcanum.    Para comprender el nacimiento de Drakkari, uno debe primero conocer la trágica historia de los amantes cruzados, de la punta de lanza contra el vacío: Xoth y Mystra.    La Guerra Arcana dejó muchas cicatrices en el universo. Tanto Ioun, como Bane, como Bahamut habían sido asesinados, y Tiamat fue exiliada en su cárcel de carbón, fuera del Uroboros. Paelor, derrotado por la muerte de su esposa, se recluyó dentro del Palacio Luminoso, para llorarla en paz. Dejó en cargo del ordenamiento de las dimensiones y del nuevo plano material a su hermano, Asmodeus.   Mismo si el Dios de la Luz y el Dios de las Sombras no se llevaban bien desde el conflicto que tuvieron hacía miles de años (lo que muchos llaman hoy en día "La Caída de Asmodeus"), sin su alianza, Bane nunca habría sido derrotado. Los hijos de Paelor, Mystra, Kord, Zariel y Melora, se pusieron al servicio del Ángel Caído, y juntos, comenzaron a reconstruir el Uroboros.    Primus, la Reina y Wabajack, los dioses neutrales, siempre fueron fuerzas de la naturaleza, más allá de cualquier comprensión, manifestaciones de fuerzas primales. Ninguno se dignó a colaborar con el nuevo Panteón. Por ende, Asmodeus dividió las tareas: Kord se ocuparía de formar una legión de guerreros suficientemente poderosa como para repeler al vacío para siempre; creó el Valhalla, y comenzó a reclutar a los legendarios Einherjer, para que al fin de los tiempos, luchen con él contra el enemigo de la existencia.    Melora crearía vida, bosques, montañas, desiertos, praderas, para que las nuevas razas mortales vivan en un mundo floreciente. Construyó el Feywild, de las piezas más perfectas que podía encontrar. Zariel cazó junto con Asmodeus al resto de la corrupción en el cosmos. Habían sido las armadas de Bane y Tiamat quienes comenzaron la guerra; pagarían por sus crímenes. Se dice que lograron atrapar a Abbadon, primer general de la diosa de la destrucción, en un plano para sí solo, del que nunca podría escapar.   Mystra, mientras tanto, se ocupó de su propia creación: para que un conflicto manipulado por aquellos Príncipes Demonios y su misterioso maestro no ocurran nuevamente, creó el Arcanum, una fuente de su propia esencia, la magia, para que todos disfruten de aquella nueva ciencia. El nacimiento de la magia ayudó mucho a los dioses para completar sus tareas.   La Diosa, siempre benevolente, comenzó a acercarse a las criaturas que nacían en la creación de su hermana, Melora, y cómo se desarrollaban. Las observó por mucho tiempo, y comprendió que vivían de forma tan diferente a ella. Tan tranquila. Sus existencias eran para ella nada más que unos segundos, pero tan vivos, tan intensos, que no podía hacer más que admirarlos. Fue entonces que los Nelan, la raza más avanzada de lo que se llamaría Rel, se le acercó en las estrellas, a preguntarle qué hacía allí, y quién era.    Mystra, acostumbrada a pasearse por el Plano Material sin problemas, sonreía frente a estos interesantes hombres y mujeres. Melora había creado a los elfos para proteger sus bosques, Kord a los enanos para eternamente manejar sus forjas. Ella podría tomar un poco de crédito en este nacimiento de vida, no? Les entregó entonces a estos Nelan, que se volvieron los Teng, una forma de acceder al Arcanum. Aunque débil, era brillante, hermosa.    Asmodeus no estuvo nada contento con ello, pues recordó como los mortales se habían dejado seducir por los Príncipes Demonios, tomando los Ícaros y matando a Ioun. Darles poder solo llevaría a más conflicto. Sin embargo, Mystra no lo escuchó, maravillada por su creación en manos de seres tan peculiares. Comenzó la Era de la Magia.    Fue entonces que nació el mortal más poderoso de todos los mortales. Un hombre tocado tanto por Aritas como por Irikq, una voluntad eterna del universo para protegerse de un inminente ataque de parte del Enemigo Eterno y de sus Príncipes. Tal fue la magnitud del nacimiento que incluso Asmodeus se tragó sus palabras. Xoth, Rey de Reyes, no solo cargaba con la Voz de la Creación, sino también con el Manto de Duomancia. Nunca habían coincidido estas habilidades en un solo ser.    Como príncipe del Gran Imperio Teng, que dominaba todo el mundo de Rel, estaba destinado a grandes cosas. Cuando fue de edad, se le entregó la magia, y pareció como si siempre la hubiese tenido, como si fuese parte de él. Un día, cuando era un niño, Mystra le visitó en los jardines de Babilonia. Xoth solo dijo: "eres un ángel, verdad?". La diosa rió, para luego entregarle una flor brillante, del árbol del Arcanum. "Con esto, podrás llegar a tu verdadero potencial, niño" le susurró con una sonrisa.    Más tarde en su vida, el Rey de Reyes empezó a conquistar todos los desafíos que incluso los dioses le ponían. Se volvía de más en más arrogante, ya que nadie, o nada lo detenía. Todos estaban muy interesados en el príncipe, pero no podían arriesgarse a que se vuelva intratable. Asmodeus comprendió que una guerra se avecinaba, mucho peor que la Guerra Arcana, y mandó a Mystra a tenerle compañía, para asegurarse que Xoth se mantenga en línea.    Pasaron largos años juntos, ella como su tutora, enseñándole los secretos del Arcanum. Fue entonces que estalló la terrible guerra, ya que los Teng del Bastión Inmortal se dejaron seducir por los demonios y les invitaron al plano material. Asmodeus estaba esperando aquel momento. Se presentó ante Xoth, desvelando su identidad y la de Mystra. Trabajarían juntos. Sería la última vez que el Vacío tocaría el Uroboros.   La Gran Guerra, como la llamaron, duró poco con respecto a la Guerra Arcana, pero aún así, fueron 1000 años de batallas incesantes. Es durante este conflicto que Xoth se mostró como el verdadero líder que debía ser. Tanto Asmodeus como Mystra llegaron a respetarle como un igual, lo que llevó a que la diosa de la magia y el Rey de Reyes terminen enamorándose.    El Ángel Caído terminó siendo engañado por un antiguo enemigo, y terminó exiliado del Uroboros, al igual que Tiamat. Xoth y Mystra estaban solos. Kord, Zariel y Melora luchaban por su cuenta, en los planos exteriores, la terrible expansión del Abismo y del Limbo, junto con algunos dioses elementales, pero el Plano Material estaba protegido solamente por la pareja. Esto llevó a lo impensable: durante la batalla final en la Ciudad del Cosmos, Mystra fue terriblemente herida por los Príncipes, antes de ser derrotados por Xoth y enviados de nuevo al Abismo.   El cuerpo de la diosa de la magia cayó en el mar, formando lo que se conoce hoy en día como el Océano de Estrellas Apagadas, que llora perpetuamente por la herida que sufrió en aquel momento la más querida del Panteón. Xoth le sacó de allí, pero llegó tarde. La Corrupción del Vacío ya carcomía su mente. La más poderosa de todos los dioses se estaba volviendo una sirviente del caos. Lenta pero seguramente, la enfermedad tomó su corazón, su cuerpo, su mente.   Los dioses tuvieron que tomar una decisión de último momento. Xoth les suplicó que no lo hagan, que él, Rey de Reyes, más poderoso que cualquiera, más que ellos incluso, encontraría una forma de salvar a su amada. Lo haría. Podía hacerlo. Tenía no solo el Arcanum a su servicio, sino todo Rel. No se sabe quién fue que tomó la decisión final, pero Mystra fue ejecutada.    Su cuerpo se quemó desde dentro, fundiéndose en cera y barro, en los brazos de su amado. Sus ojos, retorcidos, ya tomados por el Vacío, se fijaron en Xoth una última vez. "Lo siento, amado" susurró. "No soy un ángel". Y con eso, se deshizo, dejando en las manos del Rey de Reyes solo un extraño objeto. Un objeto para terminar con el caos. Para tocar el cielo. Para tomar de vuelta la esencia de la existencia.    Drakkari, la Lámpara del Alma, alimentada por la última voluntad de Mystra, fue creada. Xoth, destrozado, tomó aquella flor del árbol del Arcanum que su amada hace tanto le entregó, dejando que su magia alimente aquel legendario objeto. Fue el comienzo del fin para los Teng, pues Xoth nunca sería igual.

Mechanics & Inner Workings

La Lámpara de la Magia Eterna tiene un única mecánica.   Es capaz de tomar la esencia de quien capture con sus cadenas, absorbiendo cualquier magia, encerrando a cualquier ser. Luego, mediante esto, puede tocar el Arcanum y liberar hechizos de nivel 10 o más, dependiendo de lo que alimente el fuego de la lámpara.
La Lámpara que permite acceder a aquella magia perdida, tan poderosa, tan única, también funciona como sifón. Las cadenas doradas alrededor del artefacto no son solo para decorar, sino que atrapan la misma esencia de la vida para alimentar aquellos hechizos tan poderosos...
Drakkari.jpg
Item type
Unique Artifact
Current Location
Current Holder
Owning Organization
linter.jpg
"No hay peor dolor   para el hombre pensante,   que ver como su amor   lo deja en un instante.    Dioses! Acaban de cometer un terrible error.   Ni la divinidad los salvará de matar a mi amante.   Lo decretó: por mi poder y mi honor!   Nunca más pisarán este mundo sangrante.    Nunca más verán su creación. Lo juro, sentirán mi rencor.    Sol! Luna! Taparé cualquier estrella.   Todos sentirán mi sufrir. No puedo vivir sin ella."
Muerte de Mystra.jpg

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