Atrapados en el fuego fruzado

Criminal Activity

318DI
10/1 10:00
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Los exploradores se ven envueltos en un combate entre pandilas al llegar a la Estacion.


La nave de pasajeros Okimoro aterrizó en el Muelle de Atraque 94 de la Estación Absalom, uno de los múltiples muelles de carga y descarga que rodean el centro de la estación. Entre los pasajeros que bajaron de la nave se encontraban tres nuevos aventureros, aspirantes a miembros de la Sociedad Starfinder, quienes llegaban a Absalom con grandes expectativas y deseos de aventura.   La estación de servicio anunció su llegada con el típico mensaje de bienvenida, y los tres aventureros comenzaron a buscar a su contacto, un enano llamado Duravor Kreel.   Duravor Kreel era un enano alto y delgado para ser de su raza. Con su uniforme de trabajo sucio y desgastado, y su barba gris sin arreglar, podría pasar fácilmente por cualquier otro trabajador del muelle, pero en el pecho llevaba la insignia de la Sociedad Starfinder. Kreel, con un aparato en mano, revisaba su pantalla y escaneaba a la multitud en busca de los aventureros. Cuando los vio, levantó la mano para saludarlos y les sonrió, transmitiendo una calidez genuina, emocionado de recibirlos en la estación.   Sin embargo, no estaban solos. En las sombras, ocultos detrás de cajas de carga y equipo de trabajo, dos grupos de pandilleros también observaban el lugar. Eran miembros de dos bandas rivales que llevaban años enfrentadas en las profundidades de la estación: los Reyes del Suburbio y la Banda del Nivel 21. Durante los últimos días, el odio entre estos dos grupos había llegado a niveles peligrosos.   Uno de los aventureros notó a los pandilleros tomando posiciones y tratando de pasar desapercibidos, pero no tuvo tiempo para advertirle a Kreel o a sus compañeros antes de que todo explotara.   En cuestión de segundos, los disparos de armas láser comenzaron a retumbar por el muelle. Las dos bandas, que habían llegado con la intención de enfrentarse, desataron un infierno de fuego y violencia. El caos invadió el muelle de atraque, que minutos antes estaba lleno de gente que solo buscaba hacer su trabajo o llegar a su destino. El pánico se desató, y las personas comenzaron a correr en todas direcciones. Algunos se tiraban al suelo, otros buscaban algún lugar donde esconderse, y muchos gritaban desesperados.   Kreel, atrapado en el fuego cruzado, se quedó paralizado por la sorpresa y el miedo. Apenas tuvo tiempo para reaccionar cuando un rayo láser lo alcanzó directamente en el pecho. La sonrisa amable que les había ofrecido a los aventureros desapareció, y su cuerpo cayó al suelo, sin decir una palabra, inmóvil. La insignia de la Sociedad Starfinder en su pecho era el único símbolo de su misión, ahora inconclusa.   Los tres aventureros, todavía impactados por lo que acababan de presenciar, se vieron obligados a reaccionar. Las balas láser cruzaban el espacio, y las dos pandillas, totalmente cegadas por la furia, se concentraban solo en destruir a sus enemigos, sin importar las vidas inocentes que pudieran estar en medio.   Después de unos minutos que parecieron eternos, un bando empezó a caer. Los Reyes del Suburbio lograron derribar a tres miembros de la Banda del Nivel 21. Al darse cuenta de su ventaja, los pandilleros sobrevivientes de los Reyes decidieron abandonar el muelle, desapareciendo rápidamente en los túneles y pasillos oscuros de la estación, dejando el lugar lleno de heridos y destrozos.   Los aventureros, desconcertados y todavía procesando lo que acababa de suceder, se acercaron al cuerpo caído de Kreel. La vida ya lo había abandonado, pero su presencia todavía irradiaba ese propósito tranquilo que tenía al recibirlos, solo minutos antes. Para estos aspirantes a Starfinder, la pérdida fue un golpe duro, un recordatorio inesperado de lo peligrosa y brutal que podía ser la vida en la Estación Absalom.   Poco después, las fuerzas de seguridad de la estación llegaron al lugar, pero ya era demasiado tarde para intervenir. Los oficiales examinaron el área, evaluaron los daños, y comenzaron a entrevistar a los testigos, incluyendo a los aventureros. Los servicios médicos también llegaron para tratar a los heridos y estabilizar a quienes estaban en estado crítico. Afortunadamente para los aventureros, los otros testigos confirmaron que ellos no habían iniciado el tiroteo, lo cual les permitió irse sin problemas legales.

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