Nagán, el Terror de los Cinco Mares, y los Errantes de las Tinieblas

La historia de Nagán ha viajado por mar y por tierra, se ha colado en las tabernas más recónditas y ha llegado a oídos de los más desinteresados. Pocos en la Dimensión Etérea desconocen su mito, el misterio que rodea su figura, y pocos son también los que embarcan sin temer su nombre.
Cuenta la leyenda que un bebé fue abandonado a orillas del Mar del Sur y, envuelto en sábanas blancas, atrajo con su llanto la atención de las olas, que se acercaron a ver de dónde procedía el ruido. Al ver aquella criaturita allí olvidada, decidieron recogerla con cuidado y llevársela consigo al fondo del Mar, donde Nagán pasaría su infancia y parte de su adolescencia, criándose entre corales, peces extraordinarios y bestias feroces que amenazaban con robarle la vida. Pero Nagán aprendió a sobrevivir. Su vida cambió una noche tempestuosa, cuando un barco pesquero sobrepasaba su aldea submarina a la deriva. Nagán subió a la superficie a ofrecerles ayuda, pero cuando alcanzó el navío este se encontraba completamente vacío. Sus marineros habían desaparecido, y no había rastro de ellos, ni tampoco señales de una masacre. Nagán se hizo con el barco y después de conversar largo y tendido con su madre, la mar, decidió que dejaría atrás su hogar para surcar los mares de la dimensión.
Desde que las olas lo habían recogido, Nagán jamás había pisado la tierra, y al hacerlo por primera vez después de tanto tiempo, supo que aquél era el lugar al que pertenecía. El Mar había engañado a Nagán, lo había secuestrado y le había hecho creer que era su hijo, y ahora Nagán estaba furioso por haber vivido engañado durante todo ese tiempo. Se prometió que se lo haría pagar, que no descansaría hasta consumir a todo aquel que hubiera contribuido en la mentira, y tomando su barco pesquero regresó al mar, y comenzó a masacrar todo navío que se cruzaba en su camino. Al principio no necesitó más que su barcaza y una espada para fulminar a los marineros, después dejó de conformarse, y comenzó a apropiarse de cada barco que aniquilaba, conformando una flota de cadáveres que lo seguirían allí donde fuese.
Su nombre comenzó a viajar de boca en boca, acompañado de un título temible: "El Terror de los Cinco Mares", y su flota pasó a conocerse como los "Errantes de las Tinieblas".