La Disolución

Consiste en el ritual funerario más común de la dimensión, dándose en cualquiera de las cuatro regiones. Este ritual convive con otros tantos locales o regionales, pero es el más habitual de aquellos se comparten entre civilizaciones.
Cuando un precursor fallece, su familia, amigos o aquellos que deseen realizar el ritual funerario tendrán diez días antes de que su cuerpo comience a descomponerse, que será cuando la energía deje de poder fluir a través del mismo. La Disolución consta de dos partes: la primera consiste en la limpieza del aura del precursor, bien por algún miembro de su entorno, bien por otro precursor especializado en limpiezas de aura; la segunda, en la disolución del precursor en sí, esto es, su cuerpo se coloca sobre una superficie ligeramente elevada, generalmente decorada con elementos de la naturaleza -también canalizadores-, y los asistentes al ritual se colocan a su alrededor con los brazos extendidos en su dirección para concentrar el Poder en el cuerpo del fallecido y transformarlo así en energía pura que pasará a formar parte del flujo de la dimensión. Visualmente, la Disolución consiste en la transformación de la materia orgánica en partículas de energía temporalmente visibles, de colores dorados, que comienzan a flotar hasta perderse en el flujo.
Es importante la limpieza del aura para que su energía negativa no se mezcle con la del flujo, pudiendo convertirse en un hilo de energía corrupta allá por donde viaje. Sin embargo, cuando los que realizan el ritual son criminales o tienen un ideal destructivo del Poder, esta fase de la Disolución se obvia por completo.
La Disolución permite que no queden restos del cadáver y que el aura del fallecido permanezca en el flujo de forma imborrable, manteniendo su utilidad incluso después de la muerte. Es uno de los métodos más elegantes y visuales de ritual funerario, comparado con la cremación en la Dimensión Terrenal.