Salve Sodalis!
Bienvenido a Europa Mythica!
Europa Mítica es el mundo donde se desarrolla el pionero de los juegos de rol narrativos: Ars Magica. Se trata de una visión legendaria de la auténtica Edad Media en el que la magia existe y los mitos son tan ciertos como los hechos históricos recogidos en los manuales. Cuando hablamos de la Europa medieval es fácil caer en estereotipos, clichés o proyecciones de nuestro propio pensamiento moderno en esa época, en una edad romántica, con reyes valerosos y honorables, hermosas doncellas y el florecimiento de todas las maravillas de la caballería, mientras que otros la ven como una oscura época de corrupción sin freno y opresión despiadada, en la que la mayoría de la gente moría de hambre o enfermedad antes de los treinta. En realidad, es difícil entender cómo era realmente la Edad Media ya que, si bien ambas visiones tienen sus elementos de verdad, ninguna es completamente exacta, dado que se trata de una amplio territorio en una amplia extensión de tiempo -mil años- en el que caben todas estas interpretaciones y aún otras más.El entorno de este juego se basa en la Historia, sin embargo no se intenta dar tanto una perspectiva realista como una perspectiva mítica, en tanto que a lo que se quiere ser fiel es a la visión de las gentes que vivían entonces. Por esto, no encontrarás en este mundo muchas de las criaturas legendarias creadas por el imaginario colectivo en tiempos posteriores: Ni los elfos ni los enanos tolkienianos campan por estos pagos libremente, ni las hadas se parecen a las de las películas de Disney, ni los vampiros tienen nada que ver con Bram Stoker o Anne Rice, ni las criaturas mágicas están tan estereotipadas como en la saga de Harry Potter. No es, por tanto, ni la Europa histórica real, ni una proyección hacia el pasado de nuestros propios mitos y leyendas contemporáneos, ni un D&D con localizaciones reales. Es la Europa Mítica, un escenario en el que lo legendario de su propia época se hace realidad.
Si la base de buena parte de los mundos de fantasía es, precisamente, la Europa Medieval, nuestra Europa Mítica quiere convertir a la propia Europa en un mundo de fantasía coherente consigo mismo en el que los patrones históricos siguen siendo los mismos que en la Europa real, con una importante salvedad o licencia: una poderosa organización, la Orden de Hermes, aglutina a buena parte de los practicantes de la magia y que, si bien se mantiene en una discreta posición para pasar lo más inadvertida posible, es un poderoso elemento a tener en cuenta dentro de la sociedad y política de la época. Esta Orden de Hermes es la única concesión que nos hacemos para permitir que sean los magos, humanos a caballo de lo mundano y lo sobrenatural -y que a partir de ahora llamaremos magi- nuestros guías para descubrir este mundo tan fascinante y complejo, en el que la realidad supera a la ficción: la Europa Mítica es un entorno tan fantástico o más que cualquiera que hayas leído.
La Europa Histórica
Lo que llamamos Europa Mythica no es sino una porción pequeña de un gran mundo por descubrir, pero que es la porción del mundo que sus habitantes conocen o del que han oído hablar. Este mundo está constituido por una gran península continente, con varias penínsulas e islas rodeando su perímetro, rodeado de mares y océanos por todas partes menos por su extremo oriental, que está abierto a grandes e interminables estepas. Al Norte, los hielos imperecederos ponen fin a los viajes, y por el Oeste, un vasto Océano se extiende hasta el final de todos los horizontes y se dice que termina en un gran abismo, precipitándose sus aguas por él, sin que nadie que haya viajado tan lejos lo haya visto ni haya vuelto para contarlo. Al Sur se halla el gran mar Mediterráneo, que en la Antigua Lengua, el Latín, significa, Mar del Centro de la Tierra, al al otro lado se encuentran las cálidas tierras de África, que terminan en el inmenso e impenetrable Gran Desierto de Arena.Este mundo se alza sobre las ruinas de un pasado y glorioso legado, el Imperio Romano, que se extendió por todo el Mediterráneo y buena parte de Europa, no pudiendo imponer su ley sobre las tierras más lejanas del Norte y del Este, las de los bárbaros. Este poderoso Imperio acabó adoptando en su periodo final una religión única y monoteísta nacida en sus provincias orientales: el Cristianismo, que hermanaba a todas las personas independientemente de su origen, creía en la inmortalidad del alma y en la redención del ser humano a través de la práctica de la virtud y el amor al prójimo. No obstante, ni esta unidad religiosa fue suficiente para sostener un imperio en decadencia y cuando la poderosas supersestructuras de éste flaquearon, los bárbaros aprovecharon para invadir y acelerar su destrucción, sumiendo la parte occidental del continente en un largo letargo, en el que solo sobrevivieron las sólidas estructuras religiosas de la Iglesia Cristiana, único referente de luz y orden en un mundo sumido en el caos, la ignorancia y la guerra. No obstante, la parte oriental del Mediterráneo tuvo más suerte y sobrevivió a esta debacle económica y cultural hasta que, doscientos años después de la caída de Roma, el Oriente también se vio sacudido tanto por la aparición de una nueva religión guerrera, traída por los bárbaros de los desiertos de Arabia que arrinconaron el Imperio de Oriente hasta casi reducirlo al litoral del Mar Egeo. Así, dos poderosas religiones monoteístas se disputan el dominio de Europa: el Cristianismo y el Islam, aunque en las tierras más salvajes y recónditas de ambos mundos pervivan restos de las antiguas religiones, llamadas paganas, la mayor parte de Europa vive espiritualmente condicionada por los dictámenes de estos dos credos enfrentados. En el momento en el que nos encontramos, a comienzos del siglo XIII el Occidente de Europa está saliendo de su letargo y empezando a recuperar algo del pasado esplendor que alcanzó en la lejana época antigua. Las invasiones bárbaras y vikingas se han acabado y la gente está empezando a mirar otra vez más allá de sus alrededores inmediatos. Los reyes cristianos se sienten lo bastante fuertes como para marchar hacia Tierra Santa y enfrentarse a los poderosos soberanos musulmanes que detentan los santos lugares. No obstante, la mayoría de los regiones históricas de Europa están divididas y fragmentadas, pero el apoyo a los reyes se está haciendo mayor que el apoyo a los nobles en la mayoría de Europa Occidental, y el dominio de la tierra por parte de la aristocracia militar, llamada así mismo "la nobleza", está empezando a declinar. Es el comienzo de una nueva era, la era de las ciudades. Se fundan pueblos y ciudades a un ritmo asombroso y están naciendo las primeras universidades de Europa, que se convertirán en importantísimos centros de estudio y saber. Las ciudades y los reinos son la norma de la nueva era, y por primera vez en la memoria moderna hay más campesinos libres que cometidos y la mayoría de nobles saben leer versos simples y escribir sus nombres. En esta era, los juegos de poder, política y, sobretodo, riqueza que se disputan entre ciudades y nobles e incluso entre ciudades rivales son, a menudo, tan intensos como las contiendas sostenidas entre nobles irancundos de tiempos anteriores. Es el primer gran periodo de arte, ciencia y estudio desde tiempos de los Romanos. Profundamente enterradas en la Edad Media se hallan las raíces del próximo Renacimiento. Los eruditos vuelve a leer a los sabios de la antigüedad. En este siglo Tomás de Aquino escribirá sobre que no hay conflicto innato entre la fe y el conocimiento y que el objetivo de la vida es la búsqueda de la verdad, sea esta ética, artística, teológica o científica. Si bien la mayoría de los estudiosos reciben este florecimiento del intelecto con alegría y alivio, hay muchos clérigos reaccionarios que ven este nuevo interés en el conocimiento secular como maligno y peligrosos. El conflicto entre los dos grupos es profundo. En este siglo, las fortunas obtenidas con los negocios y el comercio comienzan a rivalizar con las antiguas riquezas de muchas familias nobles. Los mercaderes viajan a los confines del mundo, desafiando a bandidos salvajes, mares furiosos, y desiertos abrasadores para regresar con las hermosas sedas y raras especias que aseguran sus fortunas. Enormes ferias comerciales florecen, y en Francia, cerca de París, se crean cada verano ciudades temporales de decenas de miles de habitantes de de todos los rincones del continente. En este siglo, Constantinopla, la gran capital cristiana del Oriente, es saqueada por cruzados occidentales (1204) y Marco Polo viaja a Catay (China) y vuelve. Los Mongoles, conquistan toda China, así como la mayor parte del Oriente Medio y Sarmatia. Europa Occidental se salva de la invasión por mera casualidad. No obstante, la primera parte de este siglo no trae grandes guerras ni desastres de gran magnitud, pero hay, por supuesto, numerosas contiendas entre nobles y las típicas luchas económicas y de poder que sustituyen a la guerra en tiempos de paz. A pesar de su huella en nuestro inconsciente moderno, los horrores de la Inquisición y de la Peste Negra están a más de un siglo de distancia. La gente parece más preocupada por los negocios y el estudio que por las matanzas indiscriminadas, pero los debates religiosos y los conflictos económicos son a menudo, tan intensos como la guerra y, a veces, igual de sangrientos. Aunque aún no han llegado las terribles epidemias de peste, la enfermedad deja su marca en muchas comunidades, a veces con una frecuencia aterradora. Esta época marca también el nacimiento moderno de la creencia y práctica formal de la magia y lo oculto. El cabalismo se ha formalizado en España y Praga hace menos de 50 años y se están traduciendo al Latín textos árabes sobre alquimia, astrología y magia a un ritmo fenomenal. Con una creencia más amplia en la magia, esa creencia se torna más institucionalizada. Se identifican fenómenos y lugares mágicos y estudiosos y nobles dedican energía a intentar entenderlos mediante sistemas de teología cristiana, Cabalismo, magia natural y astrología. La magia no es ya simplemente una convicción de los campesinos que confían en amuletos para que les protejan de los incursores y para quienes toas las tierras más allá de un día de camino de casa son mágicas. Sin embargo, fuera de la Europa Occidental, muchos grupos mantienen creencias paganas y tienen sus propias ideas sobre la magia.
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