Sesión 4: Toulon Report in Degenesis | World Anvil
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Sesión 4: Toulon

General Summary

Pasaron la noche en el nido apocalíptico. Durmieron en uno de los albergues comunales e hicieron guardias, pues no se fiaban de la gente que vivía ahí. En mitad de la noche, Randle oyó murmullos, salió a escondidas del albergue y llegó al puerto. Pudo ver al cuervo que controlaba Ducal haciendo tratos con unos africanos, vio como metían a un grupo de esclavos, adultos, en una lancha y como cuatro de los africanos se perdían por la ciudad.     Avisó al resto del grupo, que buscaron a los africanos para interrogarlos, pero no los encontraron. Müller se quedó vigilando la lancha, luchando entre mantenerse fiel a su grupo y no ponerles en peligro y ayudar a esta gente que los africanos raptaban de Europa como había visto tantas veces a lo largo de su vida. Gente que jamás volvería a sus casas.     Estando totalmente rodeado de criminales, el instinto de autoconservación se antepuso a los valores morales. Sus compañeros volvieron al muelle, pero nadie fue capaz de encontrar a los africanos. Frustrado volvió al albergue con el resto, pero no pudo volver a dormir esa noche.     Al amanecer salieron de la ciudad para ir a Toulon, de camino hicieron una parada en Morvant, el último puesto de Hellvetia, donde Müller presentó una denuncia sobre lo que había visto. Se reaprovisionaron y vieron múltiples carteles de “SE BUSCA” a un renegado hellvético, Baptiste, un zapador que mató a todo su escuadrón y robó un almacén entero de explosivos. Se ofrece una alta recompensa por él, información inclusive.     El grupo entró a Toulon por el barrio “Ferralis”, donde se podían ver grandes fábricas y una cantidad importante de chatarreros, eran todos miembros de “La hermandad de Hierro”. Hablaron con varios de ellos y terminaron conversando con el líder Nestor, protegido por un hombre que le sacaba más de una cabeza a Müller y cuyos músculos abultaban tanto como la armadura pesada del hellvético. Preguntaron un poco sobre la ciudad y tantearon el terreno para seguir la pista del disco de Jehamed, pero no llegaron a ningún entendimiento. Los chatarreros estaban muy enfadados con los africanos, ya que ellos tenían un aceite mágico que les volvían invisibles a los feromantes y eran los únicos que podían explorar las ruinas con seguridad y a ellos no les dejaban más que los despojos.     Para no tener que dejar las armas cruzaron por una balsa llevada por una anciana mujer que les llevó a Terres Putain. Les habló de Le Cirque, una taberna en la que terminarán hospedándose varios días. En esa misma taberna conocieron a Analie, miembro del clan “Resistance”, estuvieron hablando mucho de la ciudad, de la libertad, de la lucha contra los feromantes, de la extraña tregua a la que había llegado el hermano de Hazan con ellos, etc.   En ese mismo barrio conocieron a un huérfano que les estuvo haciendo de guía. Les enseñó las mejores casas de putas, los fosos de lucha, probaron las ostras. Les llevó al barrio “Port Lagagne”, donde residían las familias tradicionales de Toulon, todavía resentidas con los spitalianos y los anabaptistas. También residían aquí los artesanos, que trabajaban con materiales exóticos como oro, perlas, conchas; y corrientes como madera, hierro, etc. Era el mayor puerto de la ciudad y había grandes almacenes por todo el distrito. Aquí se despidió de ellos y Randle le contrató para que siguiera siendo su guía al día siguiente.   En la frontera entre los barrios de “Port Lagagne” y “Saint Chenil” se encuentra la última cabilla anabaptista de la ciudad. Charlaron con los dos encargados de mantenerla y evitar que se derrumbe, los orgiásticos Abrecht y Jaques. Les hablan del más abandonado de los barrios, antiguo núcleo de poder de spitalianos y anabaptistas y en el que ahora sólo viven huérfanos, criminales, adictos y los desesperados.   Deciden adentrarse para ver el orfanato y la curtiduría de la que les habló su joven guía al cual vieron por la zona. Cuando le saludaron se acercó Opis, un hombre poco agraciado y gordo, en un barrio en el que la gente se moría de hambre. De muy malas maneras les echó, acusándoles de que querían robar a los niños. Angler, guiado por su dios, tiene un muy extraño presentimiento y avisa a sus compañeros de que seguramente esté influenciado por el demiurgo. Sin mucho más que ver en el barrio y llegando el atardecer, deciden retirarse a la posada para descansar, pero Angler y Julius deciden quedarse para investigar el orfanato, pues quedaron muy marcados por lo sucedido.   Cuando fueron a salir del barrio, entró un jehamedano, Adonai. Portaba una bolsa y repartió pan entre los hambrientos. Se detuvieron a hablar con él y agradecerle su trabajo y esfuerzo. Siguiendo las enseñanzas de Jehamed, ha decidido dedicar su vida al sacrificio y la entrega a los más necesitados. Les explica que su ayuda no es bien recibida en el orfanato y habla de los peligros de que niños trabajen en la curtidería.   Al caer la noche, Angler y Julius vieron como Opis echaba del orfanato a dos niños para que durmieran en la calle. En spitaliano se acercó, manta en mano, a los niños para que no pasaran frío. Pero estos, viendo la extraña forma de Julius, entraron en pánico y salieron corriendo a golpear la puerta del orfanato. Angler aprovechó para colarse por la ventana mientras Opis salía y sin mediar palabra disparaba con su escopeta de doble cañón sobre el pecho de Julius. Angler fue a ayudar a su amigo, atacando desde el sigilo al gordo encargado, pero cuando fue a golpearle oyó a alguien más, escondido en las sombras del pasillo, que le apuntaba con una pistola. Soltó su bidenhänder y la fue sacando del edificio con pequeñas patadas. Decidieron retirarse para poder sanar las heridas del spitaliano. Pero antes de irse, Julius reconoció al anciano de la pistola, era Wachssman, un comandante preservista de la antigua escuela, dirigió el fallido ataque contra los feromantes que provocó el declive de Toulon, se le creía muerto desde hace más de 20 años.   Al día siguiente decidieron explorar el único barrio que les faltaba, “Cour Argent”, la zona más rica de la ciudad, donde se encontraba la universidad, el hospital, el gran bazar, y el palacio del “Gran Hamza”. El único que no accede es Müller, pues no está dispuesto a dejar su armamento en las manos de los guardias, y se dedica a pasear por Terres Putain y Port Lagagne.   El resto del grupo accedió y se separaron. Julius y Angler fueron al hospital, donde informaron de que seguía vivo Wachssman y donde encontrarlo. 9.10.Dog estuvo visitando el bazar, viendo artefactos que pudieran servirles, pero cuyo precio excedía enormemente su presupuesto y terminó siendo timado por algunos africanos cuando intentó apuntarse a una expedición. Randle y Gideon pasearon por el bazar, degustando sabores nuevos, olores nuevos.   Terminaron tomando algo, invitados por un joven neolibio llamado Pahwa, que se interesó en el objetivo del grupo tras oír sobre la misteriosa señal que estaba siguiendo el cronista. No consiguió sacarles demasiada información, pero aun así les invitó a la comida y la bebida.   Esa noche se reunieron, pero se encontraban sin pistas que seguir y no sabían cómo encontrar su objetivo. Angler, fruto de la frustración, decidió ir a luchar a los fosos. El resto del grupo, excepto Randle y Gideon, fueron a los fosos a verle luchar e incluso apostar algún dinar por él. De camino, Müller y 9.10.Dog se ofrecieron a acompañar a Angler a Bayonne para que pudiera hacer lo que le habían mandado los jueces.   Al llegar, Angler se quitó su armadura y Bidenhänder en mano se metió en los fosos. Randle cogió el dinero del resto y extendió bulos sobre el anabaptista para mejorar las apuestas en su favor. En cuanto abrieron las puertas del otro contrincante, Angler se lanzó al ataque y de dos rápidos mandoblazos le partió por la mitad. Randle cogió el dinero ganado y lo repartió y volvió a preparar la apuesta para el segundo combate. Pero se enteró de que esta nueva contrincante, una portadora de lanzallamas a la que llaman Cigarrillos, era muy peligrosa. Sin decírselo al resto, apostó por que ella ganaba y se dedicó el combate a distraer al anabaptista mientras le gritaba cosas como “cuidado” “agáchate”. Angler se lanzó al ataque, pero sin poder concentrarse por culpa de Randle no consiguió herir a la mujer que le roció con su escupefuegos provocando que toda su piel se prendiera. Randle consiguió incitar al Julius, para que se introdujera en la arena para salvar al anabaptista y de esta manera descalificar al luchador.   Angler, herido y con el orgullo herido por la interrupción, se retira, sin aceptar palabra o cura de ninguno de sus compañeros, hubieran intercedido o no.   Al día siguiente Randle, Müller y 9.10.Dog  partieron hacia Bayonne como habían quedado, Angler fue al hospital para recibir las curas y se quedaría por lo menos dos días. Randle y Gideon le acompañó y aprovecharía para trabajar durante los días que tardarían en ir y volver al nido apocalíptico.   Julius, en cambio, decidió quedarse escondido en las cercanías del orfanato. Una noche vio como una figura encapuchada salía en dirección a los acantilados, la siguió de lejos y la vio introducirse en un bunker pre-escatón, una luz verde se encendía cuando la puerta se abría.   En Bayonne Randle le dice a Müller que espere en una taberna cerca de su objetivo mientras él hace sus deberes de “Juez”, paga generosamente a la camarera para que no falte comida en el plato del hellvético mientras 9.10.Dog va a echar un vistazo en las tiendas de los apocalípticos.   Randle se reúne con Sacrosant, el cuervo de esta bandada que ha hecho de un antiguo tanque pionero neolibio la sede de su grupo. Le entrega la carta que le dio su compañera y consigue sacarle algo de información que les pudiera ser útil con el disco de Jehamed. Le habla de Sauvage, un ingeniero que trabaja para él, es capaz de crear fusiles y armaduras al nivel de los hellvéticos desde chatarra y que por el precio correcto, podrá fabricarles a ellos el dispositivo que necesitan.   Mientras Randle atendía sus asuntos, 9.10.Dog descubrió, entre la mercancía del nido, los restos de una consola de videojuegos Preescaton, algo que llevaba tiempo buscando. Tras algo de diplomacia y dinero, el cronista se hizo con el artefacto y, lo que de verdad buscaba, información. El objeto fue encontrado junto a bastante chatarra y artefactos al Noroeste, al otro lado del Rhone, entre los cuerpos de varios chatarreros, lo único característico que tenían era una pistola con un escorpión rojo.   Angler salió del hospital un día antes de que el resto del grupo volviera de Bayonne y se fue a Ferralis a trabajar junto a los chatarreros para sacarse algo de dinero. Consiguió hacerse buenas Angler y fue capaz de percibir el nivel de resentimiento que sentían contra los africanos.   Cuando llegó el resto del grupo compartieron todo lo que habían descubierto y decidieron esa misma noche ir a investigar la puerta blindada y buscar a aquella extraña figura encapuchada. La figura no apareció, pero descubrieron que para abrir la puerta necesitaban un código, pues era un edificio de alta seguridad. Sin ese código no podrían acceder.   Mientras volvían a Le Cirque para dormir escucharon al jehamedano Adonai en los restos de una capilla anabaptista. Estaba cuidando de enfermos y adictos mientras contaba historias y pasajes de su religión. Julius entró para ayudarle a sanarles, Randle para hablar con ellos, distraerles, contar historietas y hacerles reir, Müller también se quedó, para que no se quedaran solos en este barrio tan peligroso y porque le estaba muy agradecido al jehamedano por el bien que hacía a los menos privilegiados. Él no estaba capacitado para sanar, pero se pasó toda la noche reconstruyendo y asegurando la capilla para que pudiera servir de refugio seguro para esta gente.   A la mañana siguiente desayunaron todos juntos en Le Cirque, pero los que se quedaron con el jehamedano subieron a sus habitaciones para dormir mientras el resto iban a Ferralis para hablar con Nestor. 9.10.Dog se quitó su traje cronista y se disfrazó de una persona normal y corriente, llamada Yoshi. Cuando llegaron con los chatarreros Heisenberg reconoció a Angler por haber estado trabajando y les dejó pasar sin problemas. Le contaron lo del grupo de chatarreros y, con pena por los compañeros caídos, les contó lo que sabía del campo al que habían ido a buscar chatarra. El portador del arma con el escorpión rojo era el padre de Danubio, un chatarrero joven que no fue con su padre porque estaba herido el día que partieron, pero conocía la ubicación de las ruinas. Les ofreció un trato, la ubicación y cuatro de sus mejores hombres a cambio del 50% de los beneficios, Angler les ofreció el 60%, lo necesitaban más que el grupo. Aceptaron encantados y no hubo quejas por ninguna de las partes.   Quedaron a la mañana siguiente en Ferralis para salir, cada parte del grupo se encargaría de los preparativos pertinentes, comprar trineos, raciones, aceite de Marduk etc. Julius fue al hospital para recoger algunos productos específicos, como atractores de feromonas y una granada de ozono. Randle fue al mercado de contrabando y consiguió algo de más de aceite extra a un precio especial. Mientras hacía las compras vio a la mujer más hermosa que jamás había tenido el placer de conocer. Se acercó a saludarla, ella no le prestó excesiva atención hasta que se fijó en que era un juez. Se acercó a él y le susurró “Mirage” pero ante el desconcierto de Randle se disculpó y se separó de él no sin que antes la invitara a tomar una copa algún día.   Ella, sonriendo, se acercó a él y le dio una suave caricia en el rostro como agradecimiento por su halago. El contacto de la suave piel de sus dedos provocó que le temblaran las piernas, podía seguir sintiéndolos aun cuando ella se alejó por el callejón mientras él no podía hacer más que seguirla con la mirada.   Un vagabundo le atacó por la espalda con una barra de hierro. Exigía arrancarle la cara, que ella le había tocado allí. Randle corrió por los callejones, esquivando como podía los ataques, pero sin pleno éxito. Gritó pidiendo ayuda, nadie le hizo ni caso, gritó ofreciendo una recompensa a quien le matara, obtuvo la ayuda que necesitaba. Apaleado y herido volvió con sus compañeros, había conseguido lo que necesitaban para la expedición y no era capaz de dejar de sonreír ensimismado pese a los numerosos golpes que presentaba.   A la mañana siguiente llegaron a Ferralis para reunirse con los chatarreros como habían quedado, 9.10.Dog seguía disfrazado como una persona corriente. Les iban a acompañar cuatro de los mejores de la hermandad de hierro, Heisenberg, Brida, Wolfgang y Danubio. Tenían varios días de viaje hasta llegar a las ruinas, así que partieron sin más dilación. La primera noche que pararon en los pantanos, 9.10.Dog sacó su ropas de cronista y se vistió delante de los chatarreros, que se miraron entre sí con algo de nerviosismo y preocupación. Heisenberg se acercó amenazante a 9.10.Dog y juntó mucho su cara a la del cronista y le susurró “Mirage” pero tampoco sabía él nada de eso.   Llegaron por fin a las ruinas y Brida se adelantó con Julius, vieron que cerca de la entrada había varios Drones de los feromantes y en el centro, medio hundidos y ocultos por la vegetación varios edificios preescatón.   La presencia de los drones es una muy mala noticia para el grupo, pero Julius enseña sus marcadores de feromonas. Atraerán la atención de los drones y ellos podrán correr hasta la entrada. El spitaliano disparó con su fusil la carga y el grupo se dirige a la carrera hasta la entrada. Pero en mitad de la carrera, al grito de “Brian”, Angler se desvía para dejar inconsciente de un sólo golpe a uno de los drones, un antiguo amigo y compañero de batalla que desapareció en mitad del combate contra la sepsis. 9.10.Dog no se desvió y llegó a la puerta y consigue forzar la seguridad y que puedan meterse todos dentro, dron inclusive.   Las puertas se cerraron cuando entraron, dejándolos en la oscuridad. Encendieron sus luces, amordazaron y ataron al compañero del anabaptista en uno de los trineos y los circuitos y la chatarra que inundaba el lugar hizo brillar los ojos de los chatarreros. Angler se quedó con Danubio y Wolfgang recogiendo todo lo del piso superior mientras Heisenberg y Brida bajaban por uno de los huecos con el resto del grupo.   El piso inferior estaba inundado, pero Randle se dio cuenta de que algo grande estaba nadando en el agua. 9.10.Dog se ofreció a mirar, ya que su máscara de cronista incluía unas gafas relativamente herméticas y podría ver con mayor claridad qué había sumergido.   Un cocodrilo de cuatro mandíbulas intentó arrancarle la cabeza pero Müller reaccionó a tiempo y sacó al cronista del agua. Angler les dio la idea de que utilizara su grito cronista bajo el agua, que fuera no se oye casi nada y podía funcionar bien contra el bicho. Así lo hicieron. El cocodrilo mutante saltó fuera del agua retorciéndose de dolor y se lanzó otra vez contra el cronista, pero Müller y Heisenberg estaban atentos y consiguieron placar y sujetar al monstruo mientras el resto del grupo lo remataba.   Terminada la amenaza llegaron al final del pasillo, donde había una vitrina aislada y tras la cual se podían ver circuitos de alta calidad. Heisenberg intentó forzarla a puñetazos pese a los avisos aterrorizados de Julius, pero la pantalla aguantaba los golpes sin marca ninguna. Brida, con las ganzúas de Randle consiguió abrirla y dar acceso para que pudieran recoger todo lo que necesitaran.   Estaban satisfechos y pensando en ir a por otro de los edificios, pero descubrieron una puerta medio sumergida y atrancada. Heisenberg y Müller se pusieron a intentar forzar la puerta que no cedió un ápice, pero sí lo hicieron el marco y la pared de alrededor que cayeron al agua y un derrame de Petro empezó a mezclarse con el agua. Por precaución apagaron todas las lámparas de aceite y se iluminaron solo con la luz fría del desplegador de Randle y Gideon.   9.10.Dog estaba dispuesto a introducirse en ese agua petrosa para buscar más chatarra o tesoros, Julius le ofreció su equipo de spitaliano, con una bombona de aire, para que pudiera estar más tiempo bajo el agua. Con la piel irritada por los químicos que contaminaban el agua, el cronista salió abrazado a un gran baúl con las insignias de “GR” y “VIH-E”.   Los chatarreros, eufóricos, decidieron que ya estaban preparados para volver a Toulon. Cuando abrieron la puerta para salir del bunker, se dieron cuenta de que los drones parecían nerviosos, estaban buscando algo. Por precaución, utilizaron una de las dosis de aceite de Marduk sobre el compañero de Angler y tras el disparo del marcador de Julius, salieron todos corriendo. Pero la herida que sufrió 9.10.Dog en la pierna en la primera misión que hicieron juntos, no le permitió correr bien en el pantano. Los drones empezaron a volver a sus posiciones originales cuando se acabó el efecto del marcador de feromonas y parecía que le iban a descubrir, pero sacó su propia dosis de aceite de Marduk y se lo echó por encima, los drones pasaron a su lado, casi tocándole, pero no le detectaron. Se reunió con el resto del grupo, y ya todos se calmaron un poco. No esperaron más y se fueron de ese sitio infectado.   Al día siguiente despertó Brian, presentando el claro síndrome del mono de sepsis. Randle y Gideon sacó un pequeño vial que le inyectó, lo que le sumió en un tranquilo sueño. Cuando estaban de camino, escucharon una batalla, por la información que habían conseguido antes de salir, dedujeron que era el frente de la Resistance, luchando contra un grupo de feromantes. Pero teniendo en cuenta lo cargados que estaban y que los chatarreros no iban a ayudarles, decidieron volver todos juntos.   Cuando llegaron a Ferralis fueron recibidos con los brazos abiertos por Nestor. Habían conseguido cambiar la suerte de los chatarreros con esto, las cosas iban a empezar a cambiar. Les ofreció quedarse con el cofre o con la chatarra que necesitaban, 8000 dinares y la fabricación del artefacto. Pese a las insistencias de Julius, escogieron la segunda opción. Nestor les facilitó el nombre de un chatarrero en Montpelier que puede fabricar lo que sea.   También les aconseja alejarse de la ciudad cuanto antes.   Volvieron a Le Cirque a descansar y pasar la noche, Julius se pasó por el hospital para avisar a los spitalianos de que los chatarreros tenían esa caja y del beneficio/peligro que podría tener, para que intentaran comprárselo. La noche pasó sin incidentes, aunque esta vez hicieron guardia para asegurarse de que nadie les robaba lo que habían conseguido.   Prepararon todo para salir a Montpelier y conocer al famoso chatarrero cuando escucharon una explosión, los cristales de la taberna estallaron, otra explosión, el suelo tembló, otra explosión, cundía el pánico en la calle, otra explosión…

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