Awambe Character in Degenesis | World Anvil
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Awambe

Trasfondo:   Miraba por la ventana disfrutando del paisaje que abandonaba, el repiqueteo del motor me hizo perderme en mis pensamientos, intentando empaparme de la sabiduría de las palabras de mi maestro…   - Felicidades por haber superado una prueba más Awambe – Asentí en silencio y me arrodillé frente a él – Te entrego el Khopesh con el que empezó mi hermano. - Muchísimas gracias por este regalo, maestro - dije con la voz cogida. - Oh, no, esto no es un regalo – dijo poniendo el arma en mis manos – un arma nunca es un regalo. Un arma nunca trae vida, solo muerte. Es una responsabilidad y habrás de tener mucho cuidado en cómo y cuándo utilizarla, pues una mala decisión puede tener consecuencias muy graves y permanentes. Espero que algún día puedas perdonarme por otorgarte esta maldición.   Sus palabras habían marcado algo en mi alma. Desenfundé mi Khopesh y lo analicé como tantas veces. Las mellas reparadas, el mango renovado, era un arma antigua pero extraordinariamente bien conservada. Pero cada vez que la miraba no podía evitar pensar en las palabras de mi maestro. Desde luego ellos sabían como llegar a las almas del resto de la gente. Sus palabras siempre habían sido sabias y las convertí en mi mantra.   No tardé mucho tiempo en decidirme por el verdadero enemigo. Aquellos que pervertían a la gente y la transformaba en monstruos.   Puede que mi arma no pudiera traer la vida, pero ayudaría a preservar y proteger a aquellas que ya poblaban este mundo tan cruel.   Esa fue la razón por la que fui escogida.   - Awambe, pasa. Hemos de hablar – En la sala estaba mi maestro, mi tío, tres mujeres más que no conocía, aunque pude reconocer a una sanadora de alto rango. Y sobre todo, la figura que más llamó mi atención fue una que estaba totalmente embutida en un traje y llevaba puesta una máscara de gas.   - Gracias por recibirme – incliné la rodilla con respeto - ¿Por qué me habéis hecho llamar?   - Deseamos que puedas escoltar a nuestro invitado y su grupo de vuelta a Europa.   - Entendido. Si puedo preguntar ¿Cómo es que se han aventurado tan al sur? Esta tierra no da muy buenas bienvenidas a su gente.   - Somos exploradores, joven. Estudiamos al enemigo, recuperamos muestras de bestias y plantas para poder derrotar a este ser que intenta devorarnos. - mi corazón se puso a latir muy fuertemente – hemos oído historias sobre tu lucha contra ellos y nos ha llamado la atención. En nuestra organización hay una rama también especializada en la lucha contra las aberraciones. Conocerás a algunos en el viaje de vuelta.   - Será un placer.   - Partiréis dentro de dos semanas – dijo mi maestro - haz los preparativos que consideres oportunos. Será un viaje muy largo.   Dos días después mi maestro me volvió a llamar a sus aposentos, esta vez en privado.   - ¿Cómo van los preparativos?   - Empecé a recoger alguna cosa y algún recuerdo, pero no tengo mucho que llevarme, al fin y al cabo será un viaje de ida y vuelta.   - ¿Es eso lo que quieres?   - ¿A qué te refieres?   - En Europa tienen más problemas de los que tenemos aquí y tú posees conocimientos que allí son muy preciados. ¿No te gustaría quedarte allí un tiempo al menos?   - Supongo que sí que sería interesante, pero ¿qué iba a hacer allí? No tengo contactos ni gente ni nada.   - Bueno, supongo que habría que empezar por el principio. Déjame que te lo explique de otra manera. Ya sabes que el mundo es un lugar peligroso, incluso siniestro, no hay margen a error si uno quiere sobrevivir. Tus cicatrices me dan la razón, ¿No crees? – asentí – seguro que has estado cerca de la muerte muchas más veces de las que podrías recordar – volví a asentir – la cuestión es que la situación política que existe entre Europa y África no hace sino beneficiar a nuestros enemigos. Al verdadero enemigo.   - Estoy de acuerdo.   - No somos pocos, pero estamos todavía muy lejos de ser muchos, aquellos que queremos crear un camino, de verdad estable, entre nuestros pueblos. Ellos tienen mucho que aprender de nosotros y que enseñarnos. No eres la primera que marchó al norte en busca de curar y purgar este mundo.   - Soy consciente de ello, he visto partir a más de uno hacia el norte. Muy pocos vuelven.   - Cierto, pues allí no somos bienvenidos, no tan mal bienvenidos como ellos en nuestras tierras, pero desde luego no son especialmente acogedores.   - Es normal, las partidas de caza de esclavos no se ganan mucha confianza entre los cuervos.   - Correcto. Por eso hemos de conseguir ganarnos su respeto desde abajo, entrar en su sociedad como un iniciado “cualquiera”. Y ahora tenemos la suerte de poder conseguirlo “fácilmente”. Nuestro contacto nos informó de que el colectivo conocido como los cronistas ha empezado a crear grupos de jóvenes para curtirlos en misiones y que aprendan la dureza del mundo. – asentí – ahí podrás empezar, conocer gente, hacerte un nombre. Si consigues que se ganen tu respeto y confianza podremos poco a poco ir entrelazando nuestras tierras.   - Pero no entiendo, ¿por qué me escoges a mi? No se me dan bien las palabras ni soy la más erudita. Mi hermano es mucho mejor para ese tipo de cosas que yo, por ejemplo.   - Pero tu hermano no se gana la confianza de la gente en el campo de batalla, tú eres fuerte, él es un comerciante.   - Pero muy bueno en su trabajo, es joven y ya se conoce su nombre.   - Vuestra familia ha sido elegida desde luego. Pero no te preocupes, él tiene su camino, tú tienes el tuyo.   - Haré como me ordenéis maestro.   - Oh, no. Esto no es una orden, te planteo la opción, es tu elección. Tienes la opción de quedarte en Europa, aprender y enseñar. Pero es mucho más peligroso, pues es una cultura desconocida y peligrosa. Cualquier cosa que elijas será la correcta.   - Hmmmm, pensaré en ello maestro.   - Sé que lo harás. – me besó en la frente – por cierto. A tu hermano se le va a plantear una situación parecida. De hecho. Hace tiempo que se le planteó. ¿Eres consciente de que las rutas mercantes de tu hermano cada vez se dirigen más al norte? – le miré confundida – tu hermano está de acuerdo con estrechar lazos, de hecho no comercia con esclavos.   - Soy consciente de ello, le ha costado muchas burlas y esfuerzo, aunque sus arcas han ido callando más de una boca. – dije con el pecho hinchado de orgullo.   - Correcto. Su misión es más a largo plazo que la tuya, pero tener una aliada allí cuando llegue el momento, alguien que haya conseguido llamar la atención (para bien) de nuestra gente. Puede ser muy productivo para todos.   - Pero no se si lo aceptarán los nuestros. Imagínate que todo termina bien. Lo primero que pedirán, y con razón, será la liberación de los esclavos. Muchas empresas quebrarán. Cómo van a aceptar eso los neolibios, o el banco.   - Eso es algo muy complicado con lo que estamos trabajando, poco a poco. Por ahora bastaría con conseguir un comercio estable con la mayoría de las organizaciones.   - Entiendo.   - Has de saber que no eres la primera, no sois los primeros y tampoco seréis los últimos. Si encuentras a más como tú allí en el norte intenta hacer aliados, pero no seas ingenua. Muchos de los que te puedes encontrar en realidad no tienen ningún interés en arreglar el mundo. Sino en el provecho propio.   - Lo tendré en cuenta, maestro. Me has dado muchas cosas en las que pensar… Creo que voy a retirarme a meditar durante unos días. Ya sabes donde encontrarme si me necesitáis.   Un bache me sacó de mis ensoñaciones. Miré a mi alrededor y vi al grupo de europeos al que escoltábamos. Gente curiosa. Me dispuse a estudiar su idioma con ellos. Me sentía más a gusto entre los preservistas. Especialmente Gabriel teníamos muchas cosas en común. Estaba también curtida en batalla, se notaba que había luchado contra el enemigo. Compartimos experiencias de batalla mientras aprendía las palabras clave, especialmente aquellas relacionadas con el combate, esa era mi especialidad.
Year of Death
2598
Children
Anubianos
Organization | Aug 3, 2019
 
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