Galaghar Character in Rel | World Anvil
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Galaghar

Ángel de la Justicia

Galaghar (a.k.a. Zariel)

Una imagen de su previo ser, Galaghar, caído de Celestia, se presentó en el plano material, sin memorias de su divinidad ni objetivos más que detener al heraldo de Nalash.    Zariel visitó a su padre, Paelor, en el Palacio de Luz, antes de exiliarse de los cielos voluntariamente. La corrupción de Nalash había tomado raíz en los jardines de Celestia, expandiéndose como un tumor, corrompiendo a los guardianes milenarios. El Sol, al centro del plano, fue apagado cuando el corazón oscuro de la criatura se asentó dentro.   Fue su mismo padre que lo rechazó, denegando su petición de mandar refuerzos a Celestia, sellando para siempre el destino del plano. Furioso, Zariel se lanzó al plano material, despojado de su divinidad para atravesar la barrera que Xoth había creado. Tenía una tarea allí, la de detener a Nalash. La Catástrofe podría tomar su plano de origen, pero no así el centro del universo.   Fue así como nació Galaghar, tanto como Zedekiah previamente, retirando su voluntad de sí mismo, olvidando todo menos su propósito. Y avanzó, encontrado por el signo del zodiaco Leo en los Pantanos de Chronos, hasta la ciudad perdida de Finestr, la Forja de los Dioses, donde el Itinerante se esconde. Allí, frente a aquel poderoso ser que había batallado contra su mismo padre, se presentó el heraldo de Nalash, en la forma de Morgana Ganth. Poderosa, buscaba el artefacto que el Rey Mono guardaba: la Espada de la Creación.   Gracias a los esfuerzos combinados de Galaghar, el grupo de aventureros de Igmar, junto con la legendaria Sif, lograron derrotar a Morgana, y heredar Ea, mismo si se trajo a coste del sacrificio de Arthur, aquel legendario héroe de antaño, guardián de Caliburn.   Es en el pasado que Zariel tomó forma humana, como proyección, para elegir a su campeón. Su espada, Excalibur, enterrada en una roca en medio del bosque, para que solo los dignos puedan tomarla. De niño, Arthur no era más que un hijo de campesinos, lejos de la nobleza de Vintas, aquel imperio humano, derivado del antiguo Rey de la Humanidad, que dominaba todo Markett. Uther Pendragon, padre de la bella Diana Pendragon, se encontraba en guerra con dos grandes asentamientos, en una rebelión difícil de controlar.   Fue en esa voluntad que Uther organizó un torneo, para que los caballeros más hábiles muestren su valía, y luchen por su Rey contra la insurrección. Arthur, a penas con quince años, soñaba con presentarse, pero no tenía la fuerza. Fue entonces que Galaghar se le apareció, viendo su voluntad de hierro y su inquebrantable ambición. Le guió a la roca, donde descansaba Excalibur, después de que cientos y cientos de hombres hallan intentado tomarla.   Cuando Arthur levantó la espada, Zariel supo que había encontrado a su campeón. Le trajo a aquel torneo, en el cual derrotó al mejor de los caballeros del Rey, Lancelot. Entonces, la proyección del dios se arrebató del plano material, contento de observar, como testigo, como su campeón crecía en una fuerza del bien invaluable.   Fue años después, por la maldad y la codicia del hombre, que Zariel se enfrentó por primera vez contra aquella Catástrofe. Nalash, sus largos tentáculos tomando la mente de Uther, le hizo enamorarse de su propia hija, Diana, prometida a Arthur desde aquel torneo. La guerra ya ganada, aquel corrupto rey encerró a los legendarios Caballeros de la Mesa Redonda, para luego ejecutarlos. Fue entonces que la corrupción llegó a Arthur mismo, ofreciéndole el poder de la venganza. Zariel perdió todo contacto con su reliquia, Excalibur, cuando Nalash la tornó en Caliburn, espada corrupta.   Es entonces que los eventos de la Caída de Vintas sucedieron, la forma herética de Arthur destruyendo todo lo que alguna vez había sido suyo. Zariel nunca pudo recuperar la espada, y volvió a sus servicios, otro fracaso en la infinita lista de errores cometidos por los dioses. Pensó que él sería diferente, que él podría cambiar el ciclo de odio que ataba a los mortales con los titanes, pero tal como su padre, como su tío, como sus hermanos, fracasó.   Muchos subestiman a los mortales, sin embargo, pues quizá sean capaces de gran maldad, pero también son capaces de amor como ninguna otra criatura. Un amor que trasciende la muerte. Un amor que trasciende la voluntad de cualquier dios, de cualquier demonio. Diana, perdidamente enamorada de Arthur, convenció a la Reina de los Cuervos, con la bendición de un misterioso Itinerante, de permitirle un único viaje a la boca del lobo.   Con alas entregadas por su patrón, que le dio poder por su determinación de salvar el alma de quien la había matado, Sif se adentró en lo más profundo de la oscuridad, hasta Tartarus, en los páramos negros de Hades. Se plantó frente a la puerta al vacío, donde Nalash todavía duerme, y arrancó de aquel infierno a Arthur, para siempre teñido de la mancha violeta. Su apariencia nunca sería la de aquel bello caballero nuevamente, pero todavía cargaba con la legendaria Caliburn.   Zariel nunca vio esto, pensando siempre en su derrota, en su error, ciego por su fracaso, tal como su padre antes que él. Es solo su ímpetu, su voluntad de salvar a los mortales, de proteger al mundo lo que lo movió a defender con su vida el Sol que Bahamut le había encargado. La Corrupción de Nalash no tardó en expandirse hasta Celestia, traída por un ángel caído, también tomado por agrias promesas y pesadas visiones.   Los Diez Males han comenzado su ataque al Uroboros. Cada cual por un diferente motivo, pero aliados, son la peor amenaza que el Panetón vio desde la Guerra Arcana. Y Paelor se mantiene en su trono, en la oscuridad de la luz, desde donde ve el universo morir. Fue por esta razón que Zariel se volvió Galaghar, y descendió para detener a su enemigo, a aquella monstruosidad que había corrupto a su campeón, tantos años atrás.   En la batalla final, sin embargo, casi muere, de no ser por Arthur. Nada podría haber elevado al caballero nuevamente a su antiguo ser, excepto un acto de amor más grande que el acto de odio que lo corrompió. La oscuridad se fijó a su piel, a su alma, y a la espada que llevaba. Era lo que lo mantenía en pie, mismo después de arrancar a Sif de Hades, después de que ella lo salvara. Mismo al protegerla todas las noches, cuando las pesadillas de atravesar aquel infierno todavía le carcomían las alas.   Comprendió, el héroe, que la espada le mantenía, y solo podía brillar nuevamente en las manos de quien la había portado, de quien se la había entregado años atrás. Recordó cuando Galaghar tomó piedad de un simple campesino, y le otorgó una vida, una posibilidad de conocer amor, dolor, camaradería y batalla. Recordó como la Mesa Redonda luchaba inconsecuentemente en una guerra que no era suya, pero con el peso de un propósito, con la voluntad de proteger a quien los esperaba en el castillo.   Diana, princesa de Vintas.   En medio del dolor, de la lucha, en un momento de claridad, Arthur lanzó la espada corrupta a Galaghar. Al tocarla, con un brillo, la corrupción de Nalash despareció, no solo de Caliburn, sino del caballero también. Con su poder repuesto, Zariel derrotó a aquella criatura, incubada en el homúnculo que era Morgana Ganth.   Ahora, Zariel, o Galaghar, se encuentra atado al mundo material. Luchará por él hasta el final, como todo dios debería. Sería el ejemplo a seguir, no solo por aquellos fracasos que nunca fueron, no por arrepentimientos de fallarle a los mortales, pues una falta solo se vuelve un error cuando uno se niega a corregirla.   Con la voluntad de Arthur en sus espaldas, Galaghar comprendió que los mortales son el porqué de los dioses, y no al revés. Quién sería ahora, si no entregara su vida para protegerlos, cuando uno de ellos hizo eso por él?

Figura de Zariel, descendido al mundo material, dejó el Sol luego de la derrota contra las criaturas de Nalash.

View Character Profile
Zariel, dios del sol, ángel de la justicia, porta en su espalda la carga de ser el primero en nacer. Hermano de Kord, Melora y la legendaria Mystra, hijo de Paelor y Ioun, se dice que varias civilizaciones le toman por dios primordial. Zeprha se fundó sobre el Monte Dun, que muchos piensan fue creado por el mismo Zariel, mientras que, del otro lado del mundo, se dice que el Sultán Xerxas es su hijo.
Divine Classification
Dios, imagen de uno.
Alignment
LG
Children
Gender
Hombre
Aligned Organization
"Al hablar de Zariel, uno debe mencionar a la Legión Obsidiana, aquellos ángeles arrepentidos, mortales que al presentarse frente a la Reina solo muestran una vida de pecados, para transformarse en vindicadores de lo justo, buscando pagar con su servicio por el mal que trajeron en vida. Leales a Zariel y solamente a él, llevan alas negras como las de Asmodeus, pues son ángeles caídos. De entre ellos, se conoce a Michael, ángel de la redención, que llevó una existencia de sacrificio, hasta el fin del mundo acompañó. Nunca le olviden, pues sin él, la historia sería diferente. Cuando la Legión Obsidiana descienda a la tierra, el Sol se habrá apagado, pues solo Zariel, o Galaghar, les puede comandar."

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