Metaphysical / Paranormal event
Tras incontables peligros y numerosas bajas, el Canis consigue abrirse paso hacia la Estructura. Allí les esperaba D'Varic, junto con el Capitán que una vez fue tutor de Mirmik. Uniendo fuerzas una vez más, hacen frente a la amenaza doble, convertida en triple con Z, al pasar el aspecto de Shub- Niggurath una vez más el Velo. Haciendo uso de su ingenio, logran destruir el Mythalar, sellando la Brecha en el Velo, y acaban con el Trio del Reino Lejano.
La Bienvenida: Una vez reunídos con todo el apoyo que han podido recabar, La Dama de Escarcha teleporta a todo el mundo más alla de la órbita de Glyth, donde se encuentran un contingente considerable formado por naves de clase nautiloide y Tyrant, y unas naves extrañas que desconocen. Mientras los aventureros avanzan por el vacío cósmico, un presentimiento profundamente alarmante envuelve la nave.La inmensidad del espacio, normalmente un lugar de tranquila belleza, se ve interrumpida por una aberración de asombrosas proporciones. Ante la flota, una inmensa y esbelta estructura se extiende a lo largo de miles de kilómetros. Su forma, una pequeña grieta en el propio tejido de la realidad; un colosal monolito etéreo. La "puerta" no se parece a ninguna otra, ya que es una máquina con un oscuro propósito: atravesar el Velo que protege la realidad de los terrores sobrenaturales del Reino Lejano. Su espigada silueta brilla con un resplandor inquietante, y su superficie está grabada con runas crípticas y cambiantes que desafían la comprensión, justo lo contrario a la esfera encontrada en el interior del Neotélido de Icewind Dale, la cual desprendía armonía. Esta incipiente cicatriz en la realidad, ofrece un atisbo de lo que hay tras el telón cósmico. Un abismo sin fin, que insinúa el caos y las abominaciones que acechan más allá. Si llegara a abrirse del todo desataría los horrores inimaginables del Reino Lejano sobre el cosmos. A medida que las naves se acercan a esta macabro artilugio, el peso de la responsabilidad comienza a crecer, inmenso, amontonándose sobre los hombros del escuadrón. Desmantelarla o inutilizarla es la única esperanza para evitar que se rompa la presa que contiene los horrores de Más Allá del Velo. Cada acción que toman debe ser calculada, ya que el destino no sólo de un mundo, sino de toda la existencia, pende de un hilo. La cuenta atrás hacia el destino ha comenzado, y en sus miradas se deja entrever ve el aplomo para enfrentar el monumental desafío que les aguarda. Dentro del puente de mando del Colmillo, Dundiel y el resto de almirantes discuten el mejor método a seguir. Su objetivo, abrir un túnel en las líneas enemigas y mantenerlo abierto lo suficiente como para llegar a la Estructura. Secundando esta idea, Auril se desplaza a la proa del Colmillo y salta al espacio, adopta su forma empírea y convirtiendose en una versión más pequeña de su forma corrupta, esta vez pura y refulgente como la nieve recien caída. Acto seguido, concentra energía gélida en sus palmas y con un movimiento de barrido, oblitera del frente a medio contingente enemigo y se prepara para el contraataque. La flota comienza su avance, todos determinados a alcanzar el Mythalar y parar a D'varic. Naves de todas clases se desplanzan a su encuentro, mientras que utilizan su armamento para parar su avance. A medida que el contingente del Canis va avanzando por el campo de batalla, ambos bandos sufren bajas considerables, pero con la ayuda de Auril logran dejar solo tres spelljammers enemigos. Cuando están preparandose para acabar con ellos, un nuevo contingente entero de naves saltan a su posición, rodeándolos de nuevo. Viendo peligrar la misión, la diosa del Invierno lanza un hechizo de cronomancia, utilizando la entropía inversa de su frío sobrenatural, congelando a todos salvo al Colmillo Carmesí. Sus manos se juntan como si estuviese intentando contener una explosión pero a la vez tratando de no romper escarcha, concentrada por mantener ese momento congelado. Con un gesto rápido con la cabeza, insta al escuadrón a terminar la misión y centra toda su atención en aguantar, como sea. La Confrontación: Al llegar a la plataforma principal, los aventureros se dan cuenta de que el proceso ha comenzado, silecioso e imparable. D'varic, que se encuentra junto al Mythalar, se gira para recibirles con una sonrisa dibujada en su rostro que parece extenderse indefinidamente. 'Llegáis tarde'. Las palabras son como un martillazo para el grupo, y empeoran al darse cuenta de que tras la silueta del Beholder aparece un Githyanki, pálido y retorcido por el vacío, tanto en mente como en cuerpo. Mirmik, tan proactivo y ruidoso, se estremece al reconocer las facciones regias de su Capitán, ahora demacradas como un templo profanado por el efecto del Reino Lejano, sus cuencas vacías portadoras de la mirada de los mil horrores, arden con un color fuera de este mundo. Tratando de asimilar el fatídico destino de Ei'shel del Crèche Qulyzor, el paladín de la libertad coge su espada, en su día de su maestro y, empuñandola con pena y solemnidad, le dice a su Capitán: 'Vengo a devolverte tu espada...'. Sin dudarlo un segundo, Mirmik se lanza hacia su tutor esperando darle una muerte digna y rápida. El primer golpe da de lleno al Enviado de la Entropía y el segundo le sigue en certeza, pero antes de que el tercero llegue a su objetivo, el Enviado agarra su antigua espada en el aire y con un esfuerzo inhumano, consigue mascullar: 'No deberíais haber venido'. Ari no deja pasar ni un instante, lanzando un conjuro pero es anulada por el contrahechizo de D'varic. Felwen y Dundiel se compenetran para ganar terreno, avanzando el primero cerca del Mythalar para asestarle varios golpes mientras que el otro le cubre con su arma a distancia. Al artefacto netherés parece no afectarle los golpes del guerrero, por lo que decide soltar unas cuantas quimeras para que vayan con todo contra el mythalar. El misterioso X se lanza tras el fórmico y se posiciona detrás del Enviado, atacándolo sin cuartel. Los golpes impactan hasta el tercero y de igual manera que a Mirmik, el objetivo agarra su arma antes de impactar, quedando apresado, tras lo cual recibe una mirada fulminante de Mirmik, dejando claro que el Enviado es suyo. Al tener a los dos juntos, el githyanki convoca una zona de oscuridad que les envuelve a los tres junto con el mythalar, las quimeras y Felwen, dejando a D'varic inafectado. La oscura e insondable bruma negra se extiende por la plataforma y es brevemente iluminada por una horda de bolas de fuego que caen sobre el tabaxi y el humano. Dundiel consigue esquivarlas pero alcanzan a Felwen y a las quimeras, dejando a las últimas hechas cenizas. Fandork convoca a Oberon, un archifey de gran poder, para ayudarlos en el combate, pero tras materializar a la criatura, D'varic utiliza su rayo petrificador convirtiendo al clérigo de Silvanus en piedra ante los ojos de Dundiel, Jaekys y Ari, quienes estaban próximos en la retaguardia. Aprovechando la conmoción, ataca con su rayo desintegrador a Ari, inflingiéndole un dolor inimaginable mientras su cuerpo es obligado a separarse en átomos. La diosa incipiente consigue mantener su estructura canalizando su energía necrótica empírea y antes de poder responder, ocurre lo peor. Z se manifiestan nuevamente a través del portal, rasgando cuidadosamente el velo como si un sastre cortara el más delicado de los géneros. Tras ellos, varios retoños oscuros los siguen a ambos lados. Al pasar y abrir el umbral, el Reino Lejano permea parcialmente la realidad, retorciendo la estructura y la plataforma cercanas al desgarro. El avatar se alza imponente frente a los aventureros y emite un sonido parecido a perversión de una carcajada, que resuena por toda la plataforma y la Estructura. Acto seguido Mirmik toma a su capitán por la cabeza, estampándolo contra el mythalar, incrustándo su cuerpo con cada golpe hasta acabar con su vida. Al tener asido a X, el pícaro sale despedido junto con Ei'shel, pero consigue recomponerse, mientras la bruma negra se desvanece al expirar la vida de su invocador. Ari se apresura a despetrificar a Fandork, priorizando la vida del clérigo de Silvanus a la muerte del beholder.Al mismo tiempo, D'Varic utiliza su rayo desintegrador de nuevo contra Dundiel quien consigue evitar la mayoría del daño, mientras que Z se teletransporta junto a Oberon, justo detrás de toda la retaguardia del Canis y hace explotar la realidad junto al archifey y Jaekys, quien se ve alcanzado y tiene que soportar como su cara es deformada, desintegrada y vuelta a reformar de nuevo, tras lo cual cae de rodillas al suelo. Tras los ataques de ambos, toda la plataforma se ve envuelta por la esencia sempicambiante del Reino Lejano, enmarañando la Urdimbre a su alrededor y dificultando el lanzamiento de conjuros. Haciendo honor a su agilidad, Dundiel se recompone tras esquivar el rayo desintegrador y lanza varias ráfagas sobrenaturales hacia el mythalar pero sin mucho éxito, ya que el artefacto parece no alterarse. Felwen al ver esto opta por la vía más convencional y tras cargarse de energía radiante, comienza a asestarle golpes a puño desnudo, los cuales ,sorprendentemente, parecen hacerle mella. Mientras el grupo observa el festival de sangre que tienen ante ellos, Jaekys trata sin mucho éxito de reincorporarse y volver en sí. Por su parte, Fandork intenta lanzar una Tormenta de Fuego sobre las aberraciones pero, desestabilizado por la influencia del Reino Lejano, el conjuro se vuelve salvaje y termina lanzando una bola de fuego sobre el clérigo. Las llamas acaban calcinando gran parte parte del cuerpo del clérigo, extendiendo sus lenguas flamigeras hacia Dundiel y Ari, de los cuales solo la cambiante sale finalmente quemada. Al ver este panorama tan aciago, X hace uso de su último recurso. Una infinidad de cortes aparecen sobre su cuerpo de los que emana la sangre profusivamente envolviendolo y finalmente mutando la forma del drow en aquella de una criatura mencionada solamente en leyendas, el Asesino Final. Con todos los sentidos sobrecargados por la esencia de Bhaal, X centra su atención en el artefacto netherés, utilizando su fuerza descomunal para golpearlo a una velocidad tal que tras impactar rompiendoló finalmente, los fragmentos se desintegran dejando solo un cráter humeante con trazas de Numen. No pasa ni un instante cuando la realidad, al notar la ausencia del Mythalar, comienza a volver a coser el desgarro del Reino Lejano, atrayendo a todas las aberraciones presentes con su gravedad paracausal. El beholder, con su sonrisa inicial borrada completamente de su rostro, siendo sustiduida por una expresión entre el miedo y la preocupación, hace uso de su última contingencia y canalizando energía del Reino Lejano, invoca una infinidad de tentáculos negros y retorcidos que consiguen atrapar a gran parte del escuadrón, arrastrándolos junto a él hacia el Desgarro. Mirmik ve como el destino de sus compañeros pende de un hilo y por primera vez en mucho, piensa, no en su libertad, sino en la de sus amigos. El calor se acumula en su interior,, inundando su exoesqueleto en oleadas de energía, hasta ponerlo al rojo vivo. Se prepara para impulsarse y, haciendo uso de la fuerza que Ei'shel le había legado, sale disparado hacia D'Varic calcinando todo apéndice que tiene la desgracia de toparse con él. El fórmico blande su espada, arqueándose con un movimiento imposible, concentrando toda su furia y sus energías en un solo y glorioso golpe, que se desata sobre el cráneo del beholder hundiéndolo en el suelo mientras este profiere un alarido de puro dolor que se ve quebrado cuando el tajo lo parte en dos. Al perecer, los apéndices se vuelven ceniza, liberando al Canis y el cadáver sin vida de la criatura es absorbido por el desgarro. En sus últimos instantes en el Plano Material, Z utiliza su propio plan de contingencia y deshace su forma, retorciéndose alrededor de Oberon. En un instante, se vuelve a cerrar sobre el archifey y este acaba asimilado por la entidad, tras lo cual es expulsado de nuevo al Reino Lejano a través del desgarro, antes de cerrarse por completo. La batalla parece haber terminado, pero en lugar de silencio, los gritos y gorgoteos del Asesino Final siguen retumbando en la plataforma. La mente de X se ha visto sobrepasada por la influencia de Bhaal, creando un ansia por desgarrar y despedazar todo cuanto tenga aliento. Los aventureros aún cansados, logran destruir al Asesino Final de Bhaal quien empieza a deshacerse en una piscina de sangre hasta quedar solo un charco rojizo y con olor a óxido. En el centro yace el cadaver de X. Dubitativos pero firmes, Felwen and Ari reviven al drow. Al hacerlo toda la sangre que yace con el se concentra en un símbolo circular de lágrimas de sangre. Una voz rasposa y con tono malicioso y decepcionado resuena por toda la estructura. Has fallado, este ha sido tu último error, si tanto odias mi sangre que corre por tus venas, devuélvemela. Ya no eres hijo mío. Acto seguido, la sangre viaja en dirección a Toril a una velocidad desmesurada y el drow renace. Su cara, antes deformada por el castigo de Bhaal ahora luce un cutis pristino. Tras asegurarse de que todas sus partes siguen en su sitio sonrie de alivio y todos caen al suelo exhaustos, para reposar unos instantes, pues al parecer la Guerra del Velo no ha hecho más que comenzar.