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Explorando las Ruinas netheresas de Ythryn

Expedition

Semana 16 de la segunda mitad de 1492

El grupo explora la ciudad sepultada bajo el hielo tras recomponerse del encuentro con D'varic. Tras saquear como buenos aventureros que son, se dirigen al sur a reagruparse cuando son interrumpidos por un cataclismo aberrante ...


La dríade guía a Mirmik a través del entramado de calles y edificios semiderruidos, llegando al único resquicio de vitalidad de la ciudad, un Bosque perpétuo. Tras investigarlo un poco Mirmik se da cuenta de que su exuberante longevidad son causa de una niebla mágica que es constantemente expulsada por unas rejillas esparcidas por todo el falso suelo del bosque. Destruyendo parte del mismo, el fórmico consigue hacerse paso excavando al laboratorio que se encotraba debajo y se hace con unas muestras de las sustancias que parecen propiciar la niebla.   Tras eso la curiosa dupla se dirige al Bestiario abandonado de la ciudad, en el que encuentran tambien una pesada máquina que, según Rur es capaz de producir organismos quiméricos en miniatura, si se maneja de la forma adecuada. Mirmik y su compañera vuelven con el grupo, cargando con la curiosa máquina, ansiosos por experimentar con ella.   Al mismo tiempo, Jaekys, Ryn y Dundiel investigan lo que parece un Museo abandonado. En el encuentran más información sobre el Imperio de Netheril, y un ejemplar particularmente extraño de una aberración. Tras salir de allí, se reúnen con Mirmik y la dríade, quienes están esperando junto a la entrada que había dejado el Colmillo al venir en su ayuda.   Una vez abordo, se alejan del norte lentamente mientras piensan su próximo movimiento, tras la pista de D'varic, el cual tiene ahora una ventaja enorme sobre el grupo, habiendo robado el Ythryn Mythallar. Es entonces cuando un fulgor cegador ilumina el cielo nocturno de la Espina del Mundo, seguido de una poderosa honda expansiva que casi barre la nave de los cielos. Tardan unos instantes en recomponerse, y lo que ven en el horizonte es ... aterrador e impactante.   Muy a lo lejos atisban lo que parecen contornos femeninos en lo que, por el inmenso tamaño del paisaje tendría que ser una montaña. Una sensación de confusión, desesperación y asombro los envuelve hasta que se percatan de quién o qué es ese titán cataclísmico, la mismísima Dama del Invierno, Auril.

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