Belenos Leshen
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Leshen

Life, Supernatural

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15/2

Bromdrum, Kvothe y El Ermitaño enfrentan al Leshen.


-Bromdrum, ¿cuántas veces te he dicho que la carne seca es para el invierno?- Me desperté con esa frase del ermitaño aquel día. Era casi media mañana y mi hermano ya iba por su tercer desayuno, yo me senté en mi piedra favorita, con mis humores mañaneros a ver aquella escena; créanme que ver a un enano con un hacha de dos manos correr a un ser escamado de casi tres metros de altura por un pedazo de carne seca, realmente a cualquiera le llamaría la atención, para mí, era mi ocio diario.   Ese día era "día de caza", como odiaba esos días, sin importar que clima hubiera, esos dos bárbaros se metían en medio de la naturaleza para demostrar cuán fuertes eran, y por los siguientes meses escuchaba los relatos de lo que había pasado tantas veces que no podía terminar mis meditaciones en paz. Cuando era más pequeño disfrutaba de estos días, pero al empezar con mis entrenamientos me di cuenta que no sentía que me aportaran nada. A los catorce años dejé de acompañarlos. Pero los seguía a donde fueran, nunca confiaba en sus sentidos de la orientación. A Brom no le gustaba que no fuera a cazar con ellos y estuvo tres días sin hablarme, fue lo máximo que aguantó, y para él ese fue mi peor castigo. Efectivamente lo fue.   Salieron temprano, luego de que Brom le devolviera la carne al viejo, yo me quedé sobre mis pelegos, de piernas cruzadas meditando; no sé cuánto tiempo estuve ensimismado, pero salí de aquel estado pasada la tarde y por culpa de unas gotas muy gruesas que caían desde el cielo, me aseguré de dejar todas nuestras cosas en lo alto para que ninguna corriente de agua se lo llevara y salí a buscar el rastro de estos dos cabezotas antes de que el agua los borrara.   Esa tormenta era diferente, no sé como describirla, pero sentía que algo no encajaba, no es que fuera un experto en el clima, pero sí sabía que la energía que fluía por ella no era algo común, hacía calor, pero había una brisa un tanto acelerada que helaba hasta los huesos. Al llegar a un claro donde había un charco de agua formado por una profunda pisada inconfundiblemente de Brom, noté que por ese lugar él habría echado a correr, luego giraba a la derecha. En ese avance pude ver los destrozos que le hizo a un árbol, unos hachazos marcados en unos troncos caídos más adelante, sin duda había sido una caza feroz. Seguí un poco más el rastro por unos 20 minutos más y me encontré con la imagen que no me ha dejado dormir ni meditar hace un tiempo. Una criatura con unos mechones negros como la noche y largos como las lianas de los árboles, con unas patas traseras muy robustas y potentes y las delanteras como ramas, largas y ágiles. Se veían sus ojos, pero no estaban, pude notar que en lo que parecía ser su rostro tenía una estructura ósea de lo que debería de ser la cabeza de un ciervo; y el sonido de su rugir, un grito agudo, carrasposo, garrajero, y directo de su pecho   Mis escamas se erizaron y solo esperé no escucharlo nunca más. Brom estaba inconsciente contra un árbol y mi sangre comenzó a hervir, el ermitaño se encontraba haciendo frente con su hacha blandida, entre ellos había un sector de la grava que ya no pertenecía al bosque, sin duda fue el desprendimiento de la vegetación a raíz de la feroz lucha. En el ermitaño se veía la misma ferocidad que la criatura que tenía enfrente. Fui privado de presenciar la siguiente escena por culpa de un destello de luz de un rayo que habría caído al menos a unos trescientos pies de distancia, pero acompañado del destello se escuchó el latigazo de un brazo de esa criatura, seguido de un fuerte golpe en el lateral izquierdo del enano, que lo golpeó contra una rama que terminó atravesándole la pierna derecha. Luego de eso quedó todo silencioso, la criatura ya no estaba, solo sentía lluvia y la sublimidad del bosque que me rodeaba. Comencé a concentrarme sin darme cuenta. Entonces vi a la criatura salir de la espesura del techo del bosque, con dirección al enano e intención de ultimarlo.   Di un salto que practiqué muchísimo tiempo en mis entrenamientos autodidactas de monje y traté de despertar a Bromdrum, pero sin mucho éxito. Desvié la atención a la criatura que ya estaba sobre nuestro cuidador. Rugió nuevamente, iba a ultimar al herido, estaba realmente muy concentrado en esos látigos que tenía por brazos. Llegué a tiempo, pude desviar el golpe de la criatura que tenía como objetivo al viejo ermitaño. La criatura destrozó el árbol que impactó y para nuestra suerte quedó atascada; estaba tan concentrado que no me percaté de que Brom estaba con el enano en brazos y corría hacia nuestro campamento. Ahora éramos la criatura y yo, ahora estaba concentrado en el arco que formaban sus piernas. Saqué mi Arma y la apoyé en su pecho, me deslicé en dirección a sus piernas y sentí su mano libre golpear el suelo donde hacía escasos segundos me encontraba. Pasé airoso entre sus potentes apoyos, con el impulso de mi cuerpo puse mi Bo en posición horizontal al piso y conmigo me llevé sus piernas, que hicieron que la horrenda criatura cayera desplomada al piso, y corrí. Volví a sentir el rugido, pero esta vez claramente fue de dolor; la tormenta inmediatamente cesó. Estaba exhausto, pero no había tiempo que perder, el viejo Ermitaño nos necesitaba.

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