Marinero de la flota militar de Argos, en Messantia, pero más allá de ser solo un soldado en la mar, se encargaba del tratamiento de los heridos en su barco una vez que la refriega había concluido.
- Age
- 32
- Gender
- Hombre
- Eyes
- Oscuros
- Hair
- Oscuro
- Skin Tone/Pigmentation
- Caucasico
- Height
- 1.73m
- Weight
- 79 Kg
Appearance
Physical Description
De altura media para un argoseano, ligeramente más bajo que la media de Hiboria, muestra un cuerpo tonificado y bronceado por las horas al sol.
Apparel & Accessories
Suele vestir su linotórax, siendo lo suficientemente ligero y cómodo para los quehaceres diarios.
Special abilities
Navegante y soldado de profesión, ejerció de médico en la flota argoseana.
Mentality
Personal history
La mañana se levantó neblinosa, con un poco de suerte la niebla se mantendría el tiempo justo tras zarpar, ocultando el casco de la flota argoseana. Andronikos, sentado en el borde de la cama bajo la tela de su tienda de campaña compartida con otros cuatro tripulantes, pasaba las manos por su cara frotando ojos y sienes, la noche previa a una misión siempre le resultaban pesadas.
Diecisiete años llevaba navegando sobre los tablones de madera tratada de la mayor y más exitosa flota del mundo conocido, más de la mitad de su vida, y pese a ello aun le resultaba difícil despedirse de tierra firme y de su familia al pasar el marco de la puerta de su casa en la ciudad de Messantia, ciudad de riquezas y comercio. La gran estatua, arrodillada en la entrada del puerto cargando con el mascarón de piedra tallada que surgia de un palacio de mármol blanco y pulido era visible desde todos los puntos de la ciudad, señalaba su destino pues unos cientos de metros tras sus enormes pies se encontraba el puerto militar, separado del comercial por razones obvias, presentaba más de un centenar de naves abarrotadas de personal corriendo de un lado a otro cargando con enseres de todo tipo, cajas de munición, petates de jabalinas, escudos recién forjados y otros más mellados que los propios barcos, todo para una de las mayores operaciones que habían ocurrido en los últimos veinticinco años.
La guerra comercial era dura, muy dura, el control marítimo es parte fundamental en la estrategia para controlar el flujo de esclavos, especias y todo tipo de productos, los reinos del norte requieren de las exportaciones de los reinos del sur y los lejanos reinos del este, Argos lo sabía y lleva todo su historia ejerciendo su influencia en los mares con ese fin, las rutas terrestres son extremadamente largas y peligrosas, pese a que el mar no estaba exento de peligros, proporcionalmente las rutas llegaban a puerto seguro en mejor estado que las de tierra. Con una excepción, Zingara.
Zingara, tierra de navegantes al oeste de Argos, se jactan de ser los mejores del mundo, y sería cierto y en toda hiboria se cantarían sus hazañas y logros, si no fuera porque la sombra de Argos les oculta al resto del mundo. Andronikos estaba convencido de ello, al igual que todos sus demás compañeros de armas. Si había alguien con quien debían tener precaución en el mar era con la flota Zíngara. Y esa era la razón de que el corazón le palpitara con fuerza, sentado al borde la cama, cuando se levanto de un salto y recogió su yelmo con penacho, su bolsa de cuero y su armamento, saliendo al paso y echando a un lado la tela que hacía la función de puerta. Al otro lado bajo los reflejos del sol matutino, con los ojos entrecerrados por el brusco cambio de luz, se encontraba el Aspis.
Los tablones crujían a medida que los tripulantes embarcaban, el Aspis no disponía de mucho espacio, al fin y al cabo se trataba de un navío militar, el segundo de su nombre tras el naufragio del primero en las costas de Stygia hace ya diez años. Aunque no se podía apreciar aun al tener las velas plegadas, en alta mar lucía su emblemático pulpo rojo con fondo de lino blanco, y en su mascarón se podían apreciar un par de ojos observando el frente a cada lado del gigantesco espolón. Andronikos bajó la cubierta donde dejó sus pertenencias y cargó con lo más básico de todo, hasta dentro de unos días no esperaba necesitar ni el casco ni su armamento, pero su bolsa de cuero firmemente afianzada en su costado izquierdo siempre le acompañaba, en ella se podían encontrar todo tipo de pequeños suministros, desde cataplasmas a vendas impregnadas en aloe, gasas secas y bisturí, tijeras... todo tipo de suministros para su especialidad, pues pese a ser un soldado de la marina argoseana, Andronikos se especializaba en la medicina, especialmente en las heridas posteriores al combate.
Varios días después ocurrió.
Las flotas chocaron, flechas, proyectiles incendiarios, jabalinas, abordajes, astillas volando entre la espuma salpicada por el agitado mar. Todo a lo que Andronikos y el resto de la tripulación estaban acostumbrados, excepto la tormenta. Ninguna flota había visto algo así, el combate comenzó con un mar calmado, tal y como habían pronosticado ambos bandos, favorable para ambos bandos, tanto para el vencedor como para el perdedor, mínimas pérdidas y máximos marineros rescatados, esa era la idea. Pero tras el primer envite de la primera linea todo pareció cambiar, la estable linea del horizonte comenzó a agitarse arriba y abajo, las olas aparecían y desaparecían a una velocidad vertiginosa, el combate ya no podía detenerse pero ambos bandos sabían que no habría ningún ganador, solo una victoria pírrica en el mejor de los casos para el bando que sufriera menos azotes del temporal.
Para cuando la cubierta de la Aspis recuperó la horizontalidad y permaneció estable más de treinta segundos, tan solo quedaban un puñado de navíos argoseanos, menos de un 10% de la flota inicial, la flota Zíngara se encontraba en una situación similar, y aunque Argos se había anotado la victoria por número de naves operativas habían perdido más del doble de embarcaciones que sus rivales.
Para cuando Andronikos desembarcó en Messantia dos semanas después, tras realizar las reparaciones de emergencia necesarias y poner rumbo a su ciudad natal, ya todo había sucedido. Fueron declarados traidores, acusados de motín contra los mandos de la flota pues nadie quería creer que un día tan favorable se hubiera tornado una auténtica pesadilla temporal. No fueron los únicos pues casi todas las naves supervivientes corrieron la misma suerte, ninguna apelación surgió efecto pues el orgullo del almirantazgo era inamovible y así fue como varias decenas de marineros, Andronikos entre ellos, fueron desterrados a las tierras del exilio para cumplir penitencia.
Abandonados en una playa, algunos permanecieron juntos, otros se desperdigaron, pocos sobrevivieron a los primeros días en unas tierras tan peligrosas pues si no caían por enfermedad eran cazados por la fauna o por grupos de exiliados más veteranos que habían perdido todo atisbo de razón. Andronikos permaneció junto a algunos de sus mas allegados compañeros de la Aspis llegando hasta las orillas de un profundo río, dispuesto a sobrevivir a su castigo y a averigüar el origen de la tormenta, pues si algo Andros tenía claro es que había un tercer jugador en el tablero, azuzando a Zingara y Argos a una desigual y destructiva lucha asegurándose de que ambos bandos perdieran y aunque él no era más que un daño colateral ahora se encontraba solo y alejado de su familia, y pocas cosas motivan más a un hombre que volver al hogar y descubrir la verdad.
person.sexuality
Heterosexual
Personality
The major events and journals in Andronikos's history, from the beginning to today.
The list of amazing people following the adventures of Andronikos.
Social
Birthplace
Messantia, capital de Argos.
Current Residence
El naufragio