La Mano Negra

Nacido en una aldea de bárbaros en las tierras norteñas de Hyboria, Drakar pasó sus primeros años aprendiendo a sobrevivir en un entorno hostil. Sus padres murieron cuando apenas tenía 6 años y nunca sitió el calor del hogar. Con 21 años abandonó su aldea, donde se dedicaba a la caza para buscar una vida distinta. Drakar nunca se sintió a gusto, aquel lugar no era para él. Viajó hacia el sur, pasando por las inhóspitas tierras de Cimmeria. Atravesó los bosques Pictos siguiendo el Río Negro hasta llegar a Zíngara. Concretamente a su capital, Kordava, dónde vivió varios años. Allí siguió usando su experiencia como cazador para ganarse la vida vendiendo pieles y carne a los comercios locales.
 
Un día, mientras salía de la ciudad, vio como unos guardias sacaban a rastras a un joven y le daban una paliza. Drakar, apartó a los guardias y ayudó al joven interponiéndose entre ellos. El joven, agradecido, le dijo que su banda le compensaría. Esa misma noche, llamaron a su puerta dos hombres corpulentos, acompañados de una mujer. La mujer le ofreció la oportunidad de dejar atrás aquella vida para bañarse en oro. Con mucha reticencia, Drakar acabó aceptando su oferta, uniéndose así a su clan de mercenarios. Ellos le adiestraron en combate, aprovechando las habilidades que ya había desarrollado como cazador.
 
 
Varios años después, un conde contrató al clan como guardia en una fiesta de la nobleza celebrada en el Castillo de Korzetta, en la bahía de Korvela, al norte de Zíngaria. Drakar estaba apostado esa noche en el interior del salón atento a lo que ocurría. Vio como uno de los nobles agarraba al Conde del brazo y lo sacaba de la sala. Hizo un gesto a su compañero y los siguieron. Mientras atravesaban el pasillo, dos hombres vestidos como personal del castillo los asaltaron. El compañero encaró a los agresores e instó a Drakar que siguiese al noble. Cuando llegó, se encontró al Conde desangrándose en el suelo. Corrió a tratar de socorrerlo pero ya era demasiado tarde... El Conde estaba muerto. Escuchó ruido en el pasillo y desenvainó su espada. Los dos asaltantes habían entrado en la sala, señal de que su compañero también había caído. Se preparó para lanzarse sobre ellos pero antes de que pudiese siquiera dar un paso, el asesino del Conde lo agarró, inmovilizándolo. Riéndose, apuñaló a Drakar, quien cayó al suelo y escuchó decir antes de perder la consciencia: "Si os preguntan, ha sido él. Que lo exilien"
 
Cuando abrió los ojos de nuevo, se hallaba en una cama envuelto en vendajes. A duras penas se incorporó y examinó la sala. El curandero que lo había estado tratando se dio cuenta del esfuerzo de Drakar y le pidió que se lo tomara con calma. Le dijo que se lo había encontrado en la orilla del mar, prácticamente muerto y que no podía dejarlo allí a su suerte así que se lo llevó a Altdorf para hacerse cargo de él. Drakar le agradeció su ayuda y después de conversar con el curandero, se despidió de él y decidió intentar empezar de 0 su vida.