Dos tumbas.

Observo como la extraña comitiva abandona la casa aún discutiendo sobre lo ocurrido en la casa de Yago, mientras en la Funeraria sigue el ruido de la celebración orgiástica celebrada por unos muñecos de trapo. El día se va acabando y la noche empieza a cubrir con su manto mientras mis pensamientos siguen atormentando mi mente, solo queda una solución, con un sentimiento de derrota me dirijo hacia el cobertizo y agarro la vieja pala tomando el camino al jardín trasero.
 
Las viejas tumbas se abren camino por el viejo camino y el extraño espacio que rodea la Funeraria se torna infinito con una inacabable fila de lápidas que llegan al horizonte aunque hay un detalle que me perturba y que ni los cuervos más viejos del lugar recuerda y no es otra cosa que lápidas sin nombre. Hace ya demasiado que no se celebran ritos en este terreno sagrado ni nuevas almas que comienzan su camino desde este cementerio. Los sentimientos empiezan a embargarme y elijo uno de esas tumbas vacías cerca de un árbol y empiezo a cavar con determinación.
 
Pasan las horas y tengo una tumba ya cavada y comienzo con la segunda, dando paladas fuertes y sin la ceremonia establecida cuando empiezo a escuchar un violín que tocauna canción familiar (https://www.youtube.com/watch?v=PB4FRfRkkl8),
 
Levanto la mirada y veo al viejo Frederick tocando su violín, levanto la mirada y sonrío lévemente
—¿Vas a sugerirme un trato o un desafío?-
La cabra suelta una pequeña carcajada y me contesta divertido — Ni eres Johnny para poder tocar a mi altura y si no te has dado cuenta esto no es Georgia.—
—Y espero que no seas el diablo aunque últimamente pocas cosas van a sorprenderme ya— Miro hacia la tumba a medio excavar con el ánimo de seguir.
Frederick me sigue observando más seriamente —Si de verdad piensas que ya has visto todo, amigo mio, aun te queda mucho por aprender— mira alrededor mía con curiosidad —No veo ni al coche fúnebre ni a esos extraños sirvientes tuyos con el viejo carro con los cuerpos de los olvidados, no es que me importe pero me resulta raro verte cavar sin nada que enterrar—
 
La conversación con Frederick me está empezando a molestar pero tiene razón, hace tiempo que no le dedico a los muertos su merecido tratamiento y no se cuando desapareció la vieja mula que tiraba del carro, no se cuando empezó a dejar de importarme pero algo se está descontrolando. Desecho rápidamente los pensamientos que me distraen y sigo cavando.
—Al menos me puedes contar por qué estas cavando— dijo Frederick apoyando su violín en la lápida y se sienta en el suelo observando fijamente mi proceder.
—Cavo mi propia tumba, tal y como me enseñaron— dije con pesar —Si vas a por alguien, primero cavas una tumba para ti primero—
Frederick ríe con ganas al escucharme tan serio —¡Esta si es buena Frank! pero si los rumores son ciertos y si es para quien creo que es te podrás ahorrar esta segunda tumba, no vas a poder y tus amigos tampoco a no ser que la segunda tumba sea para el brasileño que últimamente te está acompañando.—
 
A veces olvido que Frederick es un viejo vagabundo que merodea por toda la ciudad, y cerca de la casa de Yago hay un callejón donde los sin techo se reúnen y nos habrá visto con anterioridad.
—¿Que sabes del puesto de tacos?— Pregunto seriamente dejando la pala a un lado mientras le miro fijamente.
—Nada, solo que es alguien con quien no debes ponerte en medio y que es mejor dejarle con sus asuntos, pero creo que es algo tarde para eso, ¿Me equivoco?—
—Es posible...— Desvío la mirada y miro al horizonte pensando en lo acontecido no hace muchas horas.
—Ahora si has llamado mi atención Frank, últimamente las has cagado de muchas maneras pero creo que esta va a ser interesante, cuenta...— Los ojos cabríos de Frederick se clavan en mí mientras una extraña sonrisa deja entrever unos dientes manchados provocando una mueca inquietante.
 
Le cuento por encima lo ocurrido y la firma del contrato para ayudar a Yago, y la cara de Frederick pasa de la sonrisa a una expresión sombría y luego a un tono burlón.
—Frank, a veces me pregunto como sigues con vida. La verdad es que debes tener a alguien cuidando de ti porque si no, no me lo explico— se burla Frederick de mi.
—No digas nada, déjame terminar— Me dice cuando iba a contestarle —Sabes que me importa menos que la hierba que uso para purgarme y que solo estoy aquí porque me gusta vivir cerca tuya y consigo fácilmente mi sustento pero voy a decirte lo que alguien debió decirte hace mucho— La mirada de Frederick se torna seria —¡Espabila de una vez! No estás en casa y ni siquiera en es mundo tan ordenado y seguro donde vívias. Tenías aquí un cometido y lo estás abanadonando, has dejado que tu casa se llene de parásitos, muy divertidos pero parásitos y ahora te dedicas a firmar cada papel que se te ofrece— Frederick empieza a pasearse rodeando la tumba que estoy cavando y que me llega hasta la cintura. —Y encima te haces llamar miembro de los Goéticos, cuya fama es de dominar entes no al revés—
Frederick agarra la pala y me echa encima un poco de la tierra que he excavado, llenando mi cara de tierra húmeda.
—¿Que demonios haces cabra?— le grito enfadado.
—Ahorrarte trabajo y dolor, más te vale que te tumbes y que te entierre de una vez— dicho esto lanza otra palada de tierra encima mía tirando mi viejo sombrero de la cabeza.
 
Me sacudo como puedo la tierra y de un salto salgo de la tumba y agarro la pala para quitársela, Frederick me la devuelve dando un empujón y me da un aviso —Te lo vuelvo a repetir. ¡Espabila o te comerán! será mejor que comprendas que no estás en tu mundo, ni siquiera esos dioses extraños a los que rezas. Recuerda que aquí solo eres un sacerdote de un culto sin fieles y ni siquiera esos muñecos te echarán de menos, si no te han enterrado ellos mismos antes de que te des cuenta— Dicho esto Frederick recoge su violín y se aleja por el camino mientras tararea una vieja canción de mi mundo, seguramente para atormentarme más (https://www.youtube.com/watch?v=o0MIFHLIzZY).
 
Pero en una cosa se equivoca, aún puedo contactar con mi vieja fe y aún siento el espíritu de mi abuela y mentora cuando medito en mi cámara. Y aún sigo siendo un Goetico.