Valaya Ulfast Character in Rel | World Anvil
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Valaya Ulfast

Sola contra el Universo

Sacerdotisa Valaya Baldin Ulfast

Es extraño, como el tiempo se tuerce y dobla, cambiando el futuro, el pasado.    Qué ocurrió primero? Aquel juego místico del Alquimista, separando lineas de tiempo y reescribiendo la historia? o la cruzada de una única superviviente por el multiverso? Quizá no hay una sin la otra, quizá todo está escrito, y Valaya batalló contra los enemigos del plano material porque Igmar, su hermano, la salvaría de su muerte pasada en el futuro.   Es lo que diría la Reina, por lo menos. Diosa del Destino Imperecedero, dictaría que todo está escrito, que la enana salvó a cientos y cientos de seres del vacío porque años después, Igmar regresaría en el tiempo mediante la habilidad del Alquimista y la salvaría de la muerte a manos de Bor. Uno puede pensar entonces, si la Reina dejó de proteger al Alquimista luego de que Igmar cambiara el pasado, habría estado esperando a ese mismo momento para hacerlo?   Cthae respondería diferente.   Pues mismo si todo está escrito, nada se concreta hasta ocurrir, y hasta entonces, el futuro es cuestión de caminos y decisiones. Quien las conoce todas, domina el destino. Valaya existe fuera de la Armada Blanca, salvada del terrible final al cual sucumbieron sus hermanos Volmar y Morgrim, por los esfuerzos de alguien en el futuro. Previo a esto, según Cthae, Valaya murió. Fue cuando Igmar la salvó de las garras de Bor que las lineas de tiempo se dividieron, y se cambió el pasado.   Es difícil conceptualizar el tiempo como algo fluido, pues muchos lo experimentan de forma lineal.   Cual de los dos destinos es el verdadero? El Imperecedero, por el cual Igmar estaba destinado a salvar a Valaya, pues ella ya se había salvado, o el Incierto, por el cual hasta que él no actuó, la enana se encontraba atrapada en la calavera de Perséfone?   La verdad no es importante, pues Valaya Baldin Ulfast se alza como paragón de entre héroes y heroínas en el mundo en el que nos encontramos. Novena hija del gran Volkmar Greatbeard, líder del clan Baldin, estaba destinada a la grandeza no al seguir el camino de sus hermanos, pero por su madre, Almira Ulfast, parte del legendario clan Ulfast. Dedicados a las inscripciones rúnicas y al idioma de los dioses, los Ulfast se apegaban al código de Elir, la Luna, y Valaya creció siendo preparada para tomar las aguas albinas al cumplir la mayoría de edad, y convertirse en una santa.   Bajo las expectativas de una estricta familia, la niña tenía poco lugar para error, y tuvo que aplicarse a la luz desde pequeña. Sin embargo, por mucho que trabaje, por mucho que luche, por mucho que practique, los poderes de los clérigos no se dejaban domar, y su padre, Volkmar, la inscribió bajo tutoría de estrictos maestros.   Los pocos tiempos que se le permitía estar libre, los pasaba con sus hermanos, o con su madre, Almira, quien era una respetada santa en el templo de la diosa madre luna. Aprendió a manejar un hacha tan bien como cualquiera de sus ocho hermanos, tanto como apaciguar las energías divinas que la sacudían al salir las estrellas. Elegida, al ser la novena de nueve, y la única mujer, debía cumplir con su destino, cumplir con su llamado en la vida.   No se puede decir que lo disfrutó. Incluso algunos dicen que terminó detestando a su padre, y a como trataba a todos sus hermanos.   El poderoso clan Baldin era uno de los grandes en la ciudad-volcán de Duregar. Volkmar se encontraba a un escalón del Rey mismo, y llevaba la responsabilidad de proteger la ciudad. Cada uno de sus hijos se volvió un poderoso guerrero, adhiriendo a diferentes escuelas de guerra. Incluso Igmar, quien le imploró de unirse al gremio de los ingenieros, se transformó en una bestia de fuego, metal y furia.   De su lado, Valaya creció en su forma. Comenzó a comprender su destino, y perdió un poco el fuego que solo forja ser la más pequeña de una familia tan grande. Conformada con llevar los colores blancos y la capucha de las sacerdotisas, se preparó para el ritual que la convertiría en una santa, como su madre. En el fondo, todavía luchaba por batallar contra los Umber con sus hermanos, o defender de los ataques incesantes de los bandidos y drow. En el fondo... la luna nunca residió tanto en su corazón, más que el fuego de Kord.   Faltaba una semana quizá para el ritual cuando Bor atacó, y si no fuese por la distracción de Igmar, tanto ella como las tres docenas de dwemer refugiados en diferentes altares no habrían escapado.   Muchos de ellos murieron las semanas después del ataque. Es difícil sobrevivir fuera de la montaña cuando uno vivió su vida dentro. Valaya rezó por Elir, por Kord incluso, pero, traicionada por su falta de poder, y odiando a los dioses por haber permitido algo así, renunció su manto blanco. Ahora es solo sacerdotisa en título, pues la magia de la luna pocas veces le responde.   Nadie sabe qué ocurrió con ella luego de la caída de Duregar.   Es curioso que, quizá luego de meses y meses, se encontrara en los campos del Exilio, rota, resentida, y llena de furia. Allí, encontraría su lugar nuevamente, como muchos héroes antes y después de ella. La primera de los Agentes, antes de Ken, antes de Rokkaku.   Desde entonces, viajó por los planos, cargando consigo una promesa, batallando contra quien todo le había arrebatado. Pues si Bor estaba con el Uroboros, y Zedekiah en contra, Valaya no necesitaba más motivación. Nunca llegó a escuchar sobre las hazañas de su hermano, Igmar, pues partió el plano material con un artefacto que le arrebató a un semidios. Un artefacto que no es único, pero que esconde mucho más que un práctico portal.   Una de las Cajas de Pandora, capaz de atravesar cualquier barrera. Una de cuatro.   Quién sabe si Igmar algún día volverá a ver a Valaya. Con lo difícil que es proteger el universo... las chances no están del lado de los hermanos.

Divine Domains

Elir, diosa de la Luna, es el espíritu del Viento, maestra de la dimensión del Aire alrededor de Rel, dentro del plano material. Esposa de Kord, representa el hogar, el amor y la pasión, tanto como la primavera, y la maternidad. Más que otra cosa, es quien lleva en su corazón el amor de los mortales, mismo si no por eso los enanos de Duregar la adulan.    Es extraño como, en diferentes lugares del mundo, un mismo dios puede ser representado tan diferentemente. Los altares de la Luna, en lo profundo de Duregar, son completamente diferentes a los altares de Elir en Arhammer, que la representan más en su aspecto místico y caluroso, pues en la nieve del norte, es importante el calor del hogar, mientras que para quienes duermen en lo profundo de las montañas, cerca de la forja, es importante la brisa y la luz de luna, que llega mucho más allá que la del sol.

Tenets of Faith

Valaya fue templada en el arte del rezo, la paz interior, y la paciencia de la luna. Toda sacerdotisa, antes de ser Santa, debe atravesar el velo, y rendirse a los campos de Apocrypha, para visitar a los espíritus. Solo mujeres pueden rendirse en la lejanía de aquellas praderas perfectas, pues se dice que cualquier hombre que si quiera pose sus ojos en la perfección de los espíritus se perdería a sí mismo.    La tradición es importante para los enanos, más que para muchas razas, y el numero nueve representa a la luna y a su herencia. Según la rigidez de la cultura de Duregar, entre forjas y lava de volcán, la luz blanca bendice a la novena hija como destinada a ser una Santa. Almira Ulfast, antes que Valaya, llegó a este estatus, y cargaba consigo el poder de Elir. El ritual para ascender, sin embargo, a la santidad, se perdió con la destrucción de la ciudad.    Se dice, sin embargo, de las antiguas Santas de Duregar, que podían extender la noche durante una semana, impidiendo que el sol se eleve, y envigorando las runas forjadas en lava con brillos plateados. Mismo si Valaya nunca llegó a esto, siempre será una sacerdotisa, incluso la última de entre ellas, que traduce algún nivel de magia divina, como la de un clérigo.

Hermana perdida de Igmar Drakebeard, Valaya es una de las pocas enanas vivas, descendiente del mismo Bor de los Dwemer Antiguos.

View Character Profile
Mándale saludos a tu... perro... de mi parte, Asmodeus. Dile que el Clan Baldin recuerda. Dile que la furia de Duregar será mucho peor que mil años de esclavitud. Ven a mí, Gae Bolg!
Divine Classification
Sacerdotisa de la Luna
Alignment
CG
Children
Gender
Mujer
"Piensas que esto funcionará?"   Sus manos sudaban. Nerviosa, la enana posó sus ojos en los del lagarto. Aquella mirada siempre la calmaba. Sabia, tranquilizante, la de un verdadero maestro. La de alguien que esperó setecientos años para este momento. Rokku asintió, su boca formando una pequeña sonrisa entre arrugas y escamas albinas.   Parecía ayer que Valaya le había ayudado a atravesar los Pantanos de Chronos. En ese entonces, su piel era completamente negra, sin imperfecciones, reluciente. Ahora, las enormes cejas canosas, junto con las ojeras y los ojos hundidos eran testamento de lo mucho que el tiempo había pasado. Los años que Rokku había vivido sin ella, sin Ken, a su lado. Sin aquella mujer de la que tanto hablaba. Aquella mujer que no pudo salvar.   Cuando a Valaya le llegó una carta, escrita a mano, de un extraño hombre lagarto viviendo en lo profundo de los Bosques del Titan, nunca hubiese imaginado volver a ver a su viejo amigo. Testigo del mundo, se había instalado en una cabaña de bambú, enseñando el arte de la espada a quien lo visite. Y así, habían trascurrido setecientos años. Solo. Valaya podía verlo en su mirada. Rokku estaba listo para partir. Estaba listo para el final de su historia.   "Siempre seguro. Hesitar es ser derrotado. No lo olvides, soñadora." Rokku sonrió.   Y con eso, Valaya le hizo tomar el veneno de Gusano Púrpura.   "Te veré del otro lado, viejo amigo. Espero que encuentres a quien buscas."   Hubo un momento de silencio, mientras Rokku se levantaba. Al acercarse a la puerta, Valaya le tomó la mano una última vez, con una sonrisa burlona.   "No vas a decirme quién fue? Mismo ahora? Ken me matará si le digo que nunca lo descubrí."   El lagarto le miró con ternura, lleno de recuerdos sobre una gran aventura.   "No, no lo creo."

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