El Feywild Geographic Location in Rel | World Anvil
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El Feywild

El Reflejo del Mundo

La Tierra de la Vida, contra parte del Shadowfell y reflejo distorsionado de Rel, es el Feywild.   Para comprender por qué se formó esta extraña sombra al Oeste del Plano Material, uno debe rebobinar el tiempo hasta la Guerra Arcana, que dejó el mundo de Adra en pedazos. Los reinos de los dioses se dividieron para siempre en pequeños planos contenidos, los Planos Exteriores, bordeando las Grandes Serpientes. Adra, que desde siempre estaba separada en dos partes iguales, implosionó. Estas dos partes, llamadas Elysium, la Superficie, y Apocrypha, la Raíz, siguieron existiendo, pero se elevaron, fuera del alcance de cualquier mortal.   Así, pedazos de Adra terminaron cayendo en el pozo dejado por la Guerra Arcana, y coagulándose en caos elemental. Como última acción antes de encerrarse en su Palacio Luminoso, Paelor convocó a los dioses una última vez en consejo, y dividió en cuatro aquel desastre, anclándolo a un aspecto base, alrededor de la Llama de Änor, el fuego eterno. Así, se pudo controlar la destrucción inminente del Uroboros.   Entonces, Paelor tomó todo Elysium para él, encerrándolo alrededor del Palacio Luminoso. Fue un movimiento súbito, egoista, que dejó a muchos dioses sin sus reinos allí. Cada uno todavía tenía su pequeño hogar en Apocrypha, la tierra divina, donde se extienden las raíces de la creación y donde nacieron todos y cada uno de los Nueve. Esto no resultó ser un problema para Primus, en Mécanus, o Wabajack, en Limbo. Tampoco para Kord, de Valhalla, ni Asmodeus, de Baator. Bane había muerto, pero nadie quería tocar Hades.   Bahamut dejó Celestia y el cargo del Sol a Zariel, y Tiamat nunca había tenido un reino para sí además del caos fuera de Adra. Luego, los dioses elementales, Elir, Calgar, Lolth y Lumos, vivían donde su respectivo elemento, además de tener para ellos solos un plano elemental. Los Príncipes Demonios dominaban el Abismo, y Mystra tenía su propia dimensión: el Arcanum, a los pies de Apocrypha.   Solo Melora y la Reina fueron dejadas de lado por la decisión de Paelor, pues eran ellas quienes más lo habían ofendido. Melora, por proteger al Itinerante, el Rey Mono, que le había vencido en un duelo; la Reina, por negarse a devolverle a Ioun, ya lejos detrás de las Puertas de Tartarus. La Dama de la Naturaleza optó por tomar un reflejo de Rel, y volverlo su jardín. La Dama de Negro optó por tomar una sombra de Rel, y volverla su entrada.   Pues sí, Melora tenía su dominio, su pequeña parte de Apocrypha. Muchas, a decir verdad. Una por cada uno de sus estados de ánimo. Los Corredores de la Primavera, los Balcones del Verano, las Salas del Otoño y la Corte del Invierno. Cada uno de estos pequeños reinos existía en la Casa de la Vida, una gran expensa natural que era todo menos una casa. Interminables bosques, infinitos glaciares, enormes desiertos y titánicas montañas se extendían en cada división, mostrando las estaciones en su forma más extrema.   Gran parte de Apocrypha son hoy por hoy los campos de la Dama de la Vida. Pues tanto el mar, como las nubes, como las praderas y las cordilleras son y siempre serán ella. La vida natural, los animales, las criaturas, son todos hijos de ella. Nacer y vivir sin ningún propósito le dan una enorme sonrisa a Melora, que eventualmente da, a regañadientes, a sus niños a la Reina, que se los lleva al Otro Lado.   La ofensa que hizo que Paelor, su propio padre, actúe contra ella, fue por su natural amabilidad. Cuando el Rey Mono, el Itinerante, dorado y trayendo la suerte, le pidió ayuda a la diosa, cómo podía ella negarse? Pues a su imagen, y a la de las Siete Bestias, moldeó a los primeros animales. El Deva siempre fue un gran amigo, como de todos los dioses. Algunos incluso dicen que el Itinerante y la Dama de la Naturaleza tuvieron más que una estrecha amistad durante los años, y fue por ello que Paelor se enojó tanto al escuchar que Melora lo había ayudado a escapar a los confines del mundo. Nadie sabe verdaderamente qué habrá pasado entre la diosa y el rey, pero nunca se volvió a escuchar hablar del Mono Dorado.   Fue entonces que Melora creó el Feywild, un jardín en Rel, desde donde podría modelar el mundo que hoy se extiende. La Tierra de la Luz, le llamó, pues desde allí ayudó a Elir, diosa de la belleza, a modelar una nave, hermosa y fuerte, que viajaría alumbrando el cielo cuando el Sol no era capaz: la Luna. También allí dejó que su hermana, Mystra, diosa de la magia, decante su magia en la misma naturaleza, y vieron las dos, fascinadas, como crecían extrañas plantas y aún más bizarras criaturas. Fue el nacimiento de los Fey.   Melora se encontró con un problema. La naturaleza caótica del Feywild, conectado con la dimensión elemental del Agua y la del Aire, hacía de sus habitantes extraños y volátiles, pues los experimentos de tantos dioses les daban habilidades nunca antes vistas. Creó entonces a los Eldar, bellos, representaciones de ella misma y de todos los dioses. Cuidarían sus bosques, adorarían sus lagos, venerarían sus montañas. Serían su pueblo, pero de forma más importante, reinarían sobre los Fey, aquella extraña raza.   Durante mucho tiempo, el Feywild no fue más que caos absoluto, al cual de tanto en tanto, algún Titán contribuía. Sin embargo, fue la representación más certera de la misma Melora, siempre en su lujuria por la vida a su alrededor. Siempre, no importa cual sean las terribles condiciones, la voluntad de la naturaleza encontrará la forma de crecer. De este caos, nacieron los Näru, seres del caos, de piel roja y largos cuernos, parecidos a los demonios del abismo. Abbadon, dios del fuego, se presentó en secreto a su líder, y le sedució para que le den plegaria, así creciendo sus fuerzas. Fue entonces que los Eldar nacieron en el plano, y terminaron con los Näru por orden de la misma Melora, disgustada con el resultado descuidado de su pequeño experimento.   Esto lo pagaría caro, pues muchos años después, que dentro de la burbuja temporal del Feywild no fue tanto tiempo, Abbadon se vengaría, prendiendo fuego la creación de la Dama Verde para siempre. Pero a esto nos estamos adelantando. La Tierra de las Hadas, como comenzó a llamarse, sangró dentro del mundo material, creando cientos de bellezas naturales de la mano misma de Melora. Una pequeña parte de los Eldar, incluso, se expandieron a Rel, bajo el nombre de los Noldor, que luego, se dividieron en tribus, que terminaron evolucionando de diferentes maneras.   La Tierra de la Luz, mientras tanto, prosperó en una éxtasis temporal, pues el goce de la vida solo se disfruta en el instante. Abbadon, terriblemente enojado por que su pueblo fuera exiliado, se presentó personalmente frente a los Eldar, forzándoles a adorarle, a construir templos en su honor, y a rezar todas las noches antes de dormir. Melora, sin embargo, se puso furiosa ante esta criatura menor, un dios solo por traición y mentira, y defendió a sus hijos en una terrible batalla.   El heraldo de la destrucción terminó encerrado, de forma perpetua, dentro de una prisión de Ámbar, hechizado por Melora. Su influencia, sin embargo, no terminó, pues contacto a diferentes culturas y razas en todos los planos, buscando que alguna lo libere.   Eventualmente, luego del Hechizo de Xoth, los dioses fueron para siempre expulsados del plano material. Esto incluyó a la Dama de la Naturaleza, que tanto le gustaba bajar de Apocrypha para visitar a sus hijos en el Feywild. Aquel encantamiento, tan poderoso, impidió que nunca más el panteón se implique en los asuntos de los mortales. Fue entonces que Abbadon, ya estando dentro, tomó la oportunidad. Los Eldar estaban fallando.   Se establecieron, hasta ese punto, en dos grandes ciudades gemelas, a los pies de la enorme Cordillera del Trueno. La primera era Nalya, la ciudad de la llanura, del lado del pastizal cromático. La segunda era Werlagos, la ciudad del lago, a los pies del gigantesco Lago Lunar, cerca del Corazón de Viridán.   Por milenios estas dos comunidades convivieron en una relativa paz, hasta que eventualmente, las razas inferiores comenzaron a viajar del plano material al Feywild, generando disturbios, provocando disgustos. Los humanos, en particular, eran un tópico de conversación muy polarizado. Los sabios de Nalya querían terminar con cada uno de ellos, considerándolos demasiado jóvenes y estúpidos como para interactuar, mientras que los pragmáticos de Werlagos comenzaron a comerciar con dichos humanos, intercambiar conocimientos, desarrollarse junto a ellos.   Nadie sabe exactamente por qué, ya fuera por envidia a que sus vecinos consiguieran nuevas tecnologías, o por disgusto genuino a la raza humana (probablemente un poco de cada cosa), pero un día, con la excusa de invasión, Nalya decidió que los humanos eran una amenaza. Durante una terrible noche, los batallones y las caravanas humanas, junto con el portal dimensional que habían estado utilizando para entrar, fueron completamente aniquilados.   El lugar de aquella terrible masacre fue bautizado “el Paso del Hombre Muerto”, ya que divide la Cordillera del Trueno, siendo la única conexión terrestre entre Werlagos y Nalya. Aquello comenzó las tensiones. Una frágil paz se acordó entre las ciudades, y un bastión fue erguido en medio, para controlar quien pasaba de cada lado.   Aquel bastión fue un terrible fracaso. No generó más que oportunidades para que grupos extremistas de los dos lados expresen su odio hacia la otra cultura. Dividió aún más la raza de elfos, separando Werlagos de Nalya para siempre. Una terrible sequía del lado de Nalya, sin embargo, fue la gota que volcó el vaso. Los ciudadanos de la ciudad de la llanura querían migrar a Werlagos, con ese lago tan preciado, y esa fuente de energía (el corazón de Viridán).   Estalló la guerra cuando un grupo extremista de Nalya, llamados los Arlequines, destruyeron el bastión del Paso del Hombre Muerto. Esta terrible guerra duraría por casi cien años, en los cuales estas dos culturas intentaban constantemente adaptarse para sobrevivir. Es lo que hoy se conoce como la “Decadencia”, la “Guerra Decadente”, o la “Danza de las Ciudades”.   Terribles cosas pasaron de los dos lados. Nadie adhiere a su ética en tiempos de guerra. El único objetivo era la victoria frente al enemigo. Nalya ya no buscaba los recursos, Werlagos no buscaba guardarlos. Terribles experimentos y atrocidades fueron llevadas a cabo en nombre de acabar con el conflicto. Nada lo pudo… hasta que Werlagos descubrió la Brújula Plateada, que otros llaman el Amor de Lumos. Este artefacto, encontrado en el corazón del gigantesco árbol de Viridán, permitía crear super soldados, hechiceros con poderes que se medían contra semidioses.   Claro, no se dieron cuenta que Abbadon, atrapado en el Ámbar, había sido responsable de todo ello. Tanto del odio y la desconfianza de Nalya, como del artefacto que acababan de descubrir. Todo fue para que, eventualmente, le liberaran. Y al fin y al cabo, lo logró. Nalya tuvo que hacer la atrocidad más grande hasta ese punto. Liberó un poco del poder del gran demonio que prometieron mantener sellado, destruyendo las tierras de Werlagos, contaminando el agua del gran lago lunar, y matando al Árbol de Viridán. Todo el Viridán que restaba en el corazón se corrompió, transformándose en lo que hoy se conoce como Saronita, la sangre de arcilla negra.   Una gran grieta se formó, dividiendo el Feywild. Nalya ganó la guerra, pero a un precio tan grande que no podía verdaderamente llamarse una victoria. La ciudad de Werlagos no era más que una ruina, y Lumos se perdió para siempre en las profundidades del Lago Obsidiana. Pocos sobrevivieron el ataque de Nalya, pero quienes lo lograron, intentaron, rendidos, pasar al otro lado del Feywild, dejar las tierras muertas atrás y comenzar de nuevo.   No eran soldados, no eran amenazas. Venían rendidos, sin armas, intentando hacer que las familias sobrevivan. Llegaron al nuevamente inaugurado “Puesto Avanzado de Vayso” una semana después de la catástrofe. Pocos habían logrado atravesar el inhóspito trayecto, no eran más que una centena. Entonces, Nalya se vio con un terrible dilema. ¿Qué debía hacerse con esta población? Eran inocentes, sí… ¿pero por cuanto más tiempo? Sin el completo acuerdo del Consejo, los Arlequines, adeptos en magia duomántica, propusieron el olvido de dicho grupo. Para siempre.   Los sabios del Círculo del ámbar aceptaron la propuesta. Los sobrevivientes de Werlagos fueron entonces transformados en marionetas, mediante la magia duomántica. Y así, nadie volvió a recordar aquella ciudad, aquella guerra. La grieta fue formada por el demonio en el ámbar hace miles de años, y nadie tiene permitido entrar en las tierras muertas. Los Eldar de Nalya aprendieron su lección de la guerra, sin embargo, y ahora, al no tener disputas con rivales, comenzaron ellos mismos a conectarse con el mundo material y con sus civilizaciones. Algunos los llamarían hipócritas, pero se consideran puramente oportunistas. Nadie conoce la tragedia de Werlagos, ni las fatalidades de la guerra.   Los Archfey, aquellos super soldados creados por la Brújula Plateada fueron convictos una vez la guerra terminó. Sin una armada para apoyarlos, cayeron, uno por uno, ante la fuerza de Nalya. Sin embargo, eran muy poderosos como para ser destruidos, por lo que tuvieron que ser encerrados. Algunos decían mismo que no podían morir. Los grandes Cinco, como les llamaban en Werlagos, fueron encerrados en las profundidades de Nalya, en los bastiones subterráneos, como criminales. Así los veía la gente.   Doscientos largos años habían pasado desde el fin de la guerra cuando el Archidruida retirado, Quarion Iphelkir, fue atacado por un Archfey que había escapado de las prisiones, buscando Saronita para liberar al terrible demonio, y vengarse de Nalya. Fue luego de una gran aventura que Abbadon vio su plan completarse. Por el orgullo de los elfos de Nalya, Arkan le liberó, sin saber que él y Lumos, a quien tanto la gente de Werlagos había venerado, eran el mismo.   Su plan funcionó. El Dios de la Mentira y el fuego entonces prendió el plano en llamas, sabiendo que ningún dios podría detenerlo. Los Pibes, un grupo de aventureros que estuvo inoportunamente allí, lograron escapar, junto con algunos civiles, pero el Archidruida Quarion Iphelkir fue incapaz, sacrificándose en los escalones del portal.   Y así quedó el bellísimo plano hoy en día: como un cementerio en llamas, en donde Abbadon crece sus fuerzas, preparándose para la llegada del Enemigo. Pues él era el mayor teniente de Tiamat durante la Guerra Arcana, luchando codo a codo con los Príncipes Demonios y con Bane. Eventualmente... tendrá su venganza contra la existencia. Su maestra volverá, y todo arderá en llamas.
La Dama de la Naturaleza, la Esposa del Bosque. Quien no quiere su mundo, no quiere a su madre. Melora siempre vigila, llorando por sus hijos perdidos, a quienes respeten sus a sus innumerables creaciones.
Melora.jpg
Alternative Name(s)
La Tierra de las Hadas; el Reflejo Caótico
Type
Dimensional plane
"Arkan miró la gran estatua de Ámbar, titánica en comparación a su pequeña estatura. Los Pibes estarían aquí en cualquier momento. No debía dudar. Iphelkir también con ellos... No. Ya era tarde. Nalya debía pagar. Todos debían sufrir. Pues si él no tenía su final feliz, nadie lo haría." "Quiénes son ustedes? Roku, detrás de mi. Ten cuidado... pueden ser peligrosos. Humanos, enanos... y un medio-elfo? Con suerte no nos queman el bosque con sus terribles máquinas. Míralo a ese! Lleva el fuego en sus armas."
Iphelkir, el Archidruida.jpg
"Y entonces, finalmente, luego de la furia, luego del dolor, la estirada forma de Dimitri se apareció por ultima vez, cuando ya los civiles habían desaparecido y el Feywild ardía en llamas. Herido, pero con su uniforme intacto, el Incansable arrancó a Iphelkir del lado de su pupilo, y comenzaron su última batalla, con Abbadon cercándose sobre ellos y la Puerta Dimensional derrumbándose a pedazos."
Dimitri, el incansable.jpg
"Y finalmente, cuando el Portal ya no aguantaba bajo su propio peso, se derrumbó. Lo último que vio Roku antes de ello fue la terrible batalla entre su maestro y su enemigo, y una manzana dorada volar, llevada por el viento, hasta el otro lado, delante de una última nube de humo: era el Fin del Feywild."
El POrtal.jpg

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