Bor Character in Rel | World Anvil
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Bor

El Innombrable

Bor de los Dwemer Antiguos

El enano conocido como Bor vivió hace mucho tiempo, cuando todavía los Dwemer no se habían dividido en tres pueblos. Era directo descendiente de Ymir Un-Ojo, él y sus hermanos, lideres de tres poderosas casas. Luego de la terrible muerte de su padre, los tres grandes señores enanos terminaron con la Primera Gran Guerra, y se recluyeron en sus fortalezas.    Por ese entonces, se hablaba de Dürinel, el Imperio Dwemer bajo tierra, que conectaba mediante grandes túneles los asentamientos enanos. Se dice que se extendía por debajo de los Picos Helados, y acompasaba toda la cordillera, hasta pasando por debajo del Mar Negro, y llevando a las altas montañas de Arhammer.   Dürinel, sin embargo, era muy difícil de mantener, y colapsó en su propio peso. Durante el tiempo de la Calamidad, cuando los enanos vivían exclusivamente allí, no era un problema, pero al intentar mantener una guerra en la superficie, además de la cantidad de nuevos asentamientos, el Underdark se volvió incontrolable. Poco a poco, los túneles fueron sellados por invasiones de bestias Umber, o de Drow, que nunca decidieron dejar su lugar bajo tierra.   Fue la desaparición de Bor y la creación de la Vorágine lo que hizo que sus hermanos decidan dejar Dürinel y asentarse en las grandes ciudades de Duregar, Himle y Trivyt, pues quien tomó el mando de los Dwemer después de la muerte de Ymir fue nadie más que el Inmortal mismo. La guerra enano-élfica no terminó verdaderamente, sino que se congeló, pues luego de la muerte de Un-Ojo, los conflictos cesaron por un tiempo.   Bor, sin embargo, quería vengar la muerte de su padre. Decidió perseguir la historia perdida de Babilonia, en búsqueda de la Espada de la Creación, el artefacto de Xoth, para destruir a los elfos en un solo ataque. Se internó él mismo dentro de la gran ruina Teng donde la última batalla había ocurrido con un grupo de sus mejores guerreros.   Este lugar había sido una vez la próspera metrópolis de Finestr, pequeña en comparación con la magnifica Babilonia o el Bastión Inmortal, pero no por eso menos importante. Junto con estas dos, formaba una parte vital del Imperio Teng, pues era la Forja del Mundo, un obsequio de Kord, hacía muchos años.   Se dice que en el volcán próximo (que más tarde sería Duregar) se fundían los metales, antes de transportarlos a Finestr, donde se forjaban en un enorme yunque de fuego y trueno. Es en este que muchos de los artefactos más poderosos del mundo fueron forjados. Las máscaras, por ejemplo.   Según cuenta la historia, Xoth se presentó en Finestr cuando sus enemigos todavía estaban creando su eterna prisión. Allí se habría librado la batalla final, atrapando al Arcano en las máscaras recién forjadas, pero erradicando a los Teng (y a todo lo que estaba en la superficie, con ellos).   Bor, en consecuencia, buscaba la espada perdida, aquella que corta realidades. No se supo exactamente qué ocurrió, pero días después, un terrible cataclismo se tragó la tierra, abriéndola en un enorme remolino. Finestr desapareció para siempre, y Bor con ella.   Resultó que Bor estaba equivocado en tres cosas. Primero, en pensar que Finestr era Babilonia, el hogar de Xoth. Segundo, en pensar que allí realmente se había librado la última batalla. Aprendería más tarde que sí, en la Forja del Mundo se había definido un terrible conflicto, pero el Arcano había destruido a sus enemigos y tomado las máscaras. No fue allí donde se libró la ultima escaramuza de la Corrupción previa a la Calamidad, sino que fue en lo que hoy se llaman las Tierras Antiguas.   El tercer error cometido por el Inmortal fue pensar que Finestr no estaría defendida. La voluntad de salvar a su raza y terminar con los elfos lo llevó a sacrificar a sus compañeros más cercanos, que le abandonaron, o murieron en el intento. Todo bajo el ojo atento de una diosa en particular: la Reina de los Cuervos.   Verán, mucha gente piensa que la forja de Trueno y Llamas fue un regalo de Kord al mundo, cuando en verdad, el yunque fue creado por la Reina, hace tanto tiempo, para unir su piedra filosofal con la calavera de Perséfone. Una vez había ascendido a diosa, aseguró su control sobre la muerte misma. Luego de eso, el Yunque Blanco y Negro quedó donde la Reina lo dejó, y los Teng, al encontrarlo, rezaron al Dios de la Forja.   Así fue como, con dificultad, Bor avanzó por las terribles trampas y horrorosas defensas de Finestr, hasta llegar a la forja. Solo él arribó al lugar, sus mejores guerreros muertos o acobardados por la gran ruina. Los cuervos, mismo si estaban bajo tierra, seguían a Bor a donde fuere. Herido, el gran enano se postró contra aquel Yunque.   Y entonces, en vez de encontrar la Espada de la Creación, encontró su propia y terrible muerte, pues, con rabia, Bor golpeó la Forja del Mundo con tanta fuerza que la dentó. Esto activó los mayores mecanismos de defensa de Finestr, que comenzó a hundirse en el mar, dejando atrás una terrible Vorágine.   Mientras la tierra se hundía, Bor, con odio, hizo un juramento. “No moriré… No moriré hasta ver mi tarea completada. ¡Que me escuchen hasta los cielos cuando lo digo! ¡Seré el último enano con vida, si hace falta, pero no me derrotará la muerte!” Los mares colapsaron encima suyo, pero su determinación fue mayor que cualquier otra cosa. Tenía el legado de la Serpiente Irikq, el Manto de Duomancia, por lo que su alma parecía de gran valor para cierta diosa que hasta entonces había estado solamente observando.   Se le presentó entonces, cuando su cuerpo se rompió contra el Yunque, pero la vida no le abandonó.   "Veo que tienes verdadero fuego en tu corazón, enano" le susurró la Reina. "Necesito a alguien así. ¿Estarías dispuesto a apegarte a tu promesa?"   Bor respondió sin dudarlo.   "¡Nunca me he arrepentido de algo que haya dicho, mujer! Mi historia no puede terminar aquí. Haré lo que me pidas con tal de regresar." gritó desde lo más profundo de su alma.   Aquel fue su último error, pues quizá la Reina no es malvada, pero sin duda es egoísta. Le entregó al enano la Calavera de Perséfone, Hamlet, junto con la Piedra Filosofal. El artefacto de la Reina le retiró del mundo de lo vivos, pero no lo entregó al mundo de los muertos. Por su juramento, quedó en medio, un alma con cuerpo, que solo podría descansar al cumplirse aquella promesa. “Seré el último enano con vida, si hace falta.” Wabajack mismo se reiría del giro que le dio la Reina a aquellas palabras.   Bor serviría como el Campeón de la Muerte hasta que no quede ni un solo enano con vida. Y así fue como, mismo si su cadáver quedó abrazado a la Forja del Mundo, Bor viajó por el multiverso, presentándose como pastor de almas, guiando por siempre a los muertos, tomando el lugar que había alguna vez ocupado Thanatos.   El enano que nunca se había arrepentido de nada, sufrió, torturado por su deber, al que estaba atado por siempre. Un solo error frente a una entidad mayor a él, y su existencia misma se volvió una tortura. Así, pasaron mil años de servicio. Fue solo con la ayuda del misterioso Ganth que Bor se libró de su posición. Fue el último en unirse al Uroboros. Nadie sabe cómo hizo el Barón para separarlo de la Reina de los Cuervos y darle nuevamente su voluntad, pero el Inmortal ahora estaba más enojado que nunca. Usó Hamlet para materializar todas aquellas almas alguna vez perdidas en su búsqueda por la Espada Ea, y junto con su nueva Armada, se puso al servicio de Ganth.   En todo tiempo libre, claro, se preocupaba por librarse de su maldición. Debía comenzar entonces por las ciudades enanas más grandes, para luego encontrarlos, uno por uno… y exterminarlos. La Armada Blanca se abatió sobre Arhammer, en secreto, pues Bor puso una maldición en su propio nombre: sabría exactamente dónde se encuentra cualquiera que lo mencione. Así, usó su propia información como un arma. Dejó que varios rumores se expandan, y con ello, rastreó a todos los enanos que repetían el nombre de aquel antiguo señor: Bor, hijo mayor de Ymir Un-Ojo.   Bor solo sería libre cuando todos y cada uno de los Dwemer caiga muerto. Solo entonces, su alma sería libre. Solo entonces, podría morir.   Uno podría preguntarse, ¿Por qué alguien tan patriótico como Bor buscaría terminar con su raza? Pues eso es una pregunta estúpida. Ninguna voluntad dura eternamente, y “por siempre”, mismo en el placer absoluto, se vuelve una tortura. Todo tiene su valor por ser efímero. El arte, el amor, el placer. Arrebatarle la muerte a un mortal… es como quitarle las alas a un cuervo.   Nada duele más que la vida.

El legendario Bor, líder de la Armada Blanca, tiene bajo su control al Imperio Dwindaliano mediante la terrible Calavera de Perséfone, Hamlet.

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Te encuentras bien, hermano? No te preocupes, es solo una mujer. Una lástima que llevaba a tus hijos. Oh, no lo sabías?
Alignment
CE
Children
Gender
Hombre
Aligned Organization
"Lo que debemos preguntarnos... es por qué sigue a Ganth? Será algún tipo de código de honor? Una torcida idea de un estándar que abandonó hace ya tanto tiempo? O será algo más? Por qué... si solo busca terminar con los enanos... continua con los planes del Uroboros?

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