La fe y la devoción dan forma a la vida en Golarion de numerosas maneras. Generalmente, los dioses imbuyen a sus seguidores más devotos con su magia. La adhesión de un clérigo a los principios y observancias de su dios sustenta su capacidad para acceder a la magia divina que potencia sus hechizos. Un paladín forja su propia identidad en la devoción a su deidad y a su causa, de la que extrae su fervor por lo justo. Los demás mortales suelen ver con asombro a esos personajes que dominan el poder divino por medio de una devoción tan intensa. Sin embargo, estos son casos excepcionales, y es común una fe más mundana. Un luchador puede adorar a Kurgess, el dios de la competición sana y el desarrollo físico, mientras que un bárbaro sigue igualmente a Gorum, el dios de la fuerza y la batalla, encontrando cada uno inspiración para su crecimiento personal y sus valores en su culto
Como corresponde a una realidad en la que los dioses y la magia son demostrables, las deidades de la ambientación Pathfinder no son conceptos distantes cuyo poder sólo proporciona opciones para la creación de personajes. Están profundamente implicadas en el tejido de la realidad, dando forma al curso de la gente de Golarion en particular. La ascensión a la divinidad es algo real y vivo en Golarion; deidades como Arazni, Cayden Cailean, Iomedae, Norgorber y, más recientemente, Casandalee fueron mortales en Golarion que ascendieron para convertirse en deidades. Otros, como Abadar y Sarenrae, tienen sus hogares en otros planos y son anteriores a la existencia de Golarion, pero sin embargo tienen un interés activo en su funcionamiento
A pesar de la larga y profunda conexión divina con Golarion, es extremadamente raro que un dios aparezca en el mundo. El don del poder divino es la forma más común en que los dioses influyen en las vidas de los mortales (así como de los no muertos e inmortales) del planeta. Además, un dios puede hablar a un mortal a través de los sueños, los presagios o una experiencia religiosa singular