Gerardo de Revilla

Gerardo tuvo una entrada… peculiar en esta historia. Cuando el grupo llegó a Helena con el fin de descender el rio y llegar hasta el bosque de Verdunia, se encontraron una figura barriéndoles el paso, de pie, inmóvil, recubierta de capas. Al acercarse, con cuidado, descubrieron que se trataba de un hombre que se había quedado dormido de pie. Al despertarlo, el hombre resbaló, cayendo por unas escaleras.

Tras esos incidentes, el hombre se presentó con un muy marcado acento sureño: Él era Gerardo de Revilla, siempre acompañado de su caballo, un naibelle llamado Maravilla. Catalina le enviaba para dotar al grupo de un barco para cumplir con su propósito, pero… el barco tenía las velas al revés.


Basta decir que el grupo tuvo suficiente con aquellos incidentes para aventurar que Gerardo no era precisamente un lince, si bien parecía servicial y alegre el 100% del tiempo.


Gerardo actúa como la mano derecha de Catalina en Helena, consiguiendo reconvertir la antigua tienda de Sorensburg en la sede la ciudad y traspasando información de Paz cuando esta está disponible. En ocasiones también ha actuado como chico de los recados, como la ocasión en la que trajo “fuegos artificiales” a nuestros héroes antes de la carrera equina de Helena.

Especie

Humano