✞ 48

Durante el festival de las luces de Mermerín un extraño envuelto en capas y enmascarado atacó, controlando a una horda de muertos vivientes, a la gente que disfrutaba de las fiestas. Durante el ataque, nuestros héroes terminaron con su vida tras intentar persuadirlo, viendo que su cuerpo se tornaba una pila de cenizas al abatirlo.

Cuando El’Barakas, ya en Nueva Turquía, se puso la máscara de 48, de inmediato fue transportado a un lugar desconocido. Junto a un grupo de gente como 48, todos ataviados con máscaras de pájaro, recorrían una serie de estrechos pasadizos en lo que parecía un claustrofóbico laberinto subterráneo. Las paredes tenían grabados erráticos en lenguas desconocidas. Glifos y sellos practicados de manera apresurada sobre las losas. En un momento dado, 48 se detuvo, mirando a una de las losas del laberinto. Miró su brazo y se clavó una daga. Empezó a hurgar en la herida hasta encontrar una vena y tiró de ella, arrancándola de su carne. Con el torrente de sangre, empezó a trazar sobre la piedra otra secuencia de símbolos extraños.
La losa de piedra empezó a avanzar hacia ella, haciendo cada vez más estrecho el pasadizo. Su brazo quedó encajado entre las piedras. Su cuerpo entero. Mas seguía empeñada en seguir ahí, intentando trazar los glifos. El crujido de sus huesos rompió el silencio de aquel laberinto mientras sus compañeros, impasibles, se perdían al rebasar una esquina. Después solo quedó la oscuridad y una siniestra sonrisa blanquecina que la rompía.