La Gran Guerra

Hace muchos años, las razas que habitan en Dyrfold mantenían una relación hostil o lo más neutral posible entre ellas. El mundo se encontraba en un eterno conflicto, ya que cada raza buscaba lo mejor para su gente. El deseo de todas las civilizaciones era mejorar su posición, desde el punto de vista económico, político y geográfico, y estaban dispuestas a lo que fuere necesario para lograr una mejor calidad de vida, formar un imperio o controlar aspectos fundamentales del comercio.
Estos anhelos llevaron a una constante guerra entre razas, ya que cada una buscaba imponer sus costumbres, reglas, gobiernos y religiones, lo que provocó grandes divisiones tanto sociales como geográficas. El trato entre miembros de diferentes razas se volvió hostil, las tierras tuvieron que ser divididas, cercadas y custodiadas, con el fin de albergar solo a aquellos que formen parte de una sociedad o compartan sus costumbres. El comercio también se volvió un campo de batalla, ya que el comercio interracial suponía precios poco accesibles o la sola idea de fomentar el comercio de otra raza tenía sus consecuencias. De a poco, el mundo se comenzó a regir por la premisa de la supervivencia del más fuerte.
Esta premisa generaba caos entre aquellas razas o monstruos considerados menos inteligentes, incapaces de organizarse o que subsisten por instinto, ya que no presentaban ningún tipo de amenaza si no se las provocaba y eran incapaces de organizar estrategias militares o comerciales. Estas razas consideradas primitivas solo eran una amenaza si se las molestaba, ya que su instinto las llevaría a defenderse y matar a quien se atreva a acercarse lo suficiente sin cuidado.
Dyrfold se regía bajo estas reglas, hasta que un día, todo cambió, y la sorpresa, el miedo y la perdición invadieron el mundo entero. De un día para el otro, los seres vivos, considerados poco inteligentes e incapaces de unir un par de ideas, comenzaron a responder de una manera jamás pensada. Surgieron alianzas entre orcos, goblins, trolls, kobolds, por nombrar algunos, y comenzaron a desarrollar estrategias de guerra que tomaron por sorpresa al mundo entero. Así, aquellas razas que se consideraban superiores se encontraron a su suerte, los enanos fueron sitiados y encerrados en sus montañas, los bosques élficos fueron destruidos, las ciudades humanas fueron invadidas, y toda posible comunicación terrestre, marina o hasta aérea fue controlada por estas criaturas. El mundo "pensante" se volvió prisionero de su propia codicia.
El intento por defenderse duró mucho tiempo. Los que no murieron en combate, murieron de hambre, o enloquecieron bajo la presión de saber que estaban encerrados entre los muros que orgullosamente construyeron. Hasta que un día, cuando restaba asestar el golpe final o poner el sello a una estrategia paciente y cuidadosamente organizada y ejecutada para conquistar el mundo, todo se detuvo. Cuando los enanos salieron de sus montañas, los humanos cruzaron lo que quedaba de sus muros, los elfos exploraron con más tranquilidad sus bosques, solo encontraron restos de campamentos, hogueras humeantes, restos de tiendas, barracas, armerías improvisadas y destrucción.
Nunca se supo qué sucedió, cómo se llegó a una situación tan extrema, de dónde salieron estas fuerzas o mejor dicho, quién las ayudó a organizarse, las lideró, las convocó y ahora, las alejó. Muchos consideraron esto una especie de purga, de segunda oportunidad para crear un mundo más tolerante y colaborativo, otros atribuyeron este evento a los dioses, otros consideran que hay algo que lo explica todo. Sin importar el motivo, esto generó un cambio en el mundo como se lo conocía hasta entonces.