Caso Mario - Conclusión Report in Dur-êoda | World Anvil
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Caso Mario - Conclusión

General Summary

12 Inverya de 2538   Tras haber hablado los últimos detalles con Mario Caparoja, el afamado pseudo-delincuente de los alrededores de Biblos, decidimos encaminarnos a esa ciudad para organizar alguna revuelta popular o mejor dicho, desorganizar la estructura tiránica del consejo gobernante.   Salimos de Malleas en días de advertencias climáticas; tambien nosotros sabemos que Inverya no es el mejor mes para viajar y que la nieve nos consumiría más tiempo en el camino, pero es urgente salir, para estar temprano en casa y hacer grandes festejos por los cumpleaños que se acercan.   Saludamos y agradecimos una vez más al mayor del pueblado. Y le pedí que conservara un mensaje: "si veía a Tirion el Bardo, que queda invitado al castillo de Lady Xiomara Niaraev para festejar una tanda de cumpleaños".   Gwynne iba a quedarse un día más con Morlane porque quería un poco de ayuda no sé con qué -y porque creo que le gusta.   Los primeros días viajamos tranquilos, hasta que Argwen abrió la boca y dijo que iba a nevar. Es un estílo élfico, el de abrir la bocota, porque como saben mucho de la naturaleza, siempre dan las malas noticias: "¡te comiste una planta envenenada!", "¡caíste en una trampa para osos!", "va a llover", "se viene una tormenta". Nos montamos todo el abrigo confiando en el pronóstico de Argwen... Nevó.       24 de Inverya 2538 Al medio día la visibilidad se limitó a unos pocos metros alrededor de uno mismo. Por suerte no había viento pero la nieve era contundente como un alud. En esos momentos un grupo de orcos aprovechó para concretar una sucia embcosada. Nos sorprendieron pero no tardamos en liquidarlos; estuvo bien para entrar en calor... Llevamos uno de rehén.     25 de Inverya Despertamos al orco y le hicimos algunas preguntas: nos interesaba saber si se pasarían el invierno robando o si su maldita tribu pretendía algo más allá del alcance de los viajeros, pero para su desgracia no aportó ninguna información; Darwin se acercó y lo mató (yo estuve de acuerdo).   A Makaki se lo veía pensativo, como si un acertijo guiara sus pensamientos más y más adentro del laberinto. Mi hipótesis es, que la nieve, fenómeno nostálgico de por sí, aporta recuerdos en su salvaje corazoncito de su querida y enamorada maestra, Tenar, sobre todo de los días en que la conocimos, tras el regreso de la helada Atuán. Más tarde dijo que se adelantaría a Tragidore para ganar tiempo y así pueda acompañarnos a Biblos y luego al castillo, donde quizás también quiera ver a William. Se teletransportó.     28 de Inverya Llegamos a Tragidore. Pasamos la noche en la casa-escuela de Makaki.     29 de Inverya   Por la nochecita llegamos a Hanuman. Como siempre, nos hospedamos en "El descanso del leñador" donde encontramos muchos parroquianos con la cara aburrida, así que alguien dijo "¡hhhee! ¡una ronda de cerveza para los parroquianos!", "¡hhheeee!" se alegraron todos...   De pronto la puerta fue abierta rudamente por una mujer que intimidatoriamente retó a uno de los parroquianos:   -"Así que todavía estás acá, ¿he? Y con aventureros. Claro, cuando no, aprovechandose de un grupo de aventureros para tomar cerveza gratis. ¡A la casa! ¡YA!"   La holgada mujer hizo que la noche se convirtiera en una espantosa tormenta de nieve, su voz era el relámpago nítido del infierno, y todo fue silencio. El pobre hombre quedó tan helado y acobardado que la mujer lo tuvo que llevar de la oreja. Más silencio aún... El resto fue levantándose de a poco con tontas excusas y se iban masticando tabaco para borrar huellas de alcohol en su aliento. Uno quedó sentado. Era un elfo que se llamaba Astilamar. Muy guapo. Atrapó la atención de las dos bolsas de cuernos de inmediato. Ahora quiere acompañarnos a Biblos. Aquí comenzó una cadena ambigua de sospecha, pues nuestras ideas -la porción masculina del grupo- rondaban entre darle al elfo un título algo así como ladrón, chanta, espía, asesino, etcétera, o... era simplemente celos. El hecho es que, sin decirnos una palabra, estaríamos todos atentos y vigilando.     30 de Inverya   Encontramos un druida en el camino; Panorámix dijo llamarse y también nos acompañaría a Biblos, pero éste ser del bosque nos inspiró algo más de confianza y sus razones para ir con nosotros eran más creíbles, en especial porque en vez de pedirnos de manera estándar (preguntar si puede acompañarnos) preguntó si todo el grupo podría acompañarlo a ÉL en NUESTRO viaje. Nos causó mucha gracia y lo dejamos venir. [Además era el nuevo personaje de Leandro]   Ya casi de noche, buscamos un lugar para armar campamento. Algunos fueron a explorar el area: Panorámix y Astil, y parece que Makaki y Darwin también porque no los vi más. Quise seguir al elfo, observar su comportamiento. Disimuladamente iba detrás de él, levantando leños para el fuego.   Cuando volví encontré que Mario estaba hablando con mis compañeros: dijo que se escapó porque no quería causar problemas en Malleas y que iba en dirección a Biblos con un previo rodeo.   Mientras cenábamos y las chicas conversaban estúpidamente con Astil, con mis amigos hablábamos por lo bajo sobre las cautelas a tomar: "cualquier movimiento en falso del elfo (matar una mosca, avivar el fuego, empolvarse el rostro), acabaremos con él practicando el método usual de bolas de fuego.   (Durante la noche nos atacaron unos trolls y no voy a describir la batalla porque no hay relación con la aventura y sería un monótono relato de, capítulo tras capítulo ¡cómo bajamos a los trolls!. Para acercarse a una imágen de la pelea, referirse a crónicas anteriores; gracias).     1 de Friogar   Se ven las primeras granjas ["¿naranjas en invierno?"].   Discutíamos sobre cómo comenzar la revolución.     3 de Friogar   Llegando a las murallas divisamos un par de galpones rodeados por una empalizada con señales de compañías mercantes, de las que sospechamos que estarían los granos robados.   Entramos a la ciudad y fuimos derecho a la posada "El perro verde". Hicimos planes para salir a investigar de noche. Darwin y yo iríamos a los galpones que vimos cerca del camino fuera de los muros; los demás entrarían en tabernas para averiguar algo sobre algún lider popular.   Con Darwin salimos de la posada como quien va a pasear. En un callejón oscuro, nos hizo invisibles y nos dio el impulso para volar. De esa manera salimos de los muros de la ciudad, y cruzamos la empalizada hacia los galpones. Primero espiamos por una ventanita del tamaño de un ojo de güey, pero no se veía nada. Pensamos en distraer a los guardias, entonces Darwin tiró una piedra por el interior del galpón. Los guardias se levantaron urgidos, abrieron la puerta que resguardan con llave y entraron: "Quién está ahí", dijo uno; y se alejaban dejando la puerta entreabierta. Tuve que abrirla un poco más para poder pasar; la abrí en silencio y me elevé por encima de ellos. Darwin, en cambio, abrió la puerta de una patada y entró volando. Los guardias confundidos, se miraban entre sí. Salieron, cerraron la puerta y nos dejaron a oscuras en el depósito.   Con las luces que llevábamos (yo una barilla de metal y Darwin le hizo "luz" a no sé a qué mierda), miramos los grandes cajones albergados en esa sala en busca de las marcas que nos inscribió Mario. Efectivamente, encontramos una con una marca, pero no pude abrirla, estaba muy bien cerrada y haría mucho ruido si lo intentaba, así que decidimos ir al otro galpón. Nuevamente Darwin hizo ruidos dentro y los guardias entraron y nosotros salimos.   Los guardias del galpón vecino aparentaban estar dormidos. Mi compañero quizo asegurarse así que los hechizó para que durmieran más profundamente y nada pareció cambiar. Saqué la llave de la cintura de uno de ellos y abrí la puerta. A pesar del sonido chillante del óxido invasor, los gaurdias no se movieron. Dentro, todo era parecido al galpón anterior. Calqué la llave en mi pantalón para después copiarla. Encontramos un cajón con otra de las marcas. Esta vez Darwin lo abrió a la fuerza [¡craaack!]; había trigo. Cuando salimos, yo cerraba la puerta y uno de los guardias agarraba a Darwin por sorpresa, jalándolo hacia abajo. Le dio un par de golpes y salimos volando a toda prisa. Entramos en la ciudad y salimos visibles desde un callejón. Al lado había una taberna donde un grupo de gente se inquietaba hablando barbaridades. Llegué a oir que una señora, con aspecto de india y un poco gorda había matado a un pretendiente de un solo espadazo. Tal crueldad me da pánico, pero no es mi incumbencia.   Nos topamos con otros que corrían porque habían raptado a Gwynne:   -¿Adónde la dejaste, imbécil?- eso fue para Astil   -Fue por acá. Vengan.   Nos guió hasta las afueras. A esa altura estábamos todo el grupo saltando una empalizada. Astil entró primero a un galpón parecido a los demás; se escucharon unos golpes y luego nada...   La puerta abierta dejaba ver un espacio totalmente negro. Alguien tiró una antorcha adentro y se vió un bulto en el centro de la habitación. Darwin entró a ver quién era; los demás también entramos (menos Makaki) quedándonos cerca de la puerta. Yo corrí hacia una puerta entreabierta ubicada en el fondo. Pero sin que pudiera hacer nada, ésta se cerró. Una luz algo intensa se encendió arriba, casi en el cielo raso. Un individuo se iluminó mágicamente y por detrás de los cajones salieron hombres armados y un viejo enemigo ogro. El aire y la carne eran cortados por el filoso acero. También la magia brutal tuvo protagonismo; de hecho, Makaki había centrado una bola de fuego en mi. Todo se iluminaba por la intensidad de un golpe de rayos. Cuando me hube librado de oponentes me subí a los cajones para atacar al estilo furtivo al resto de los malvivientes. Pero al único que sorprendí fue el gran ogro, que terminó cayendo al suelo. El que estaba arriba volando, era el hijo de puta de Astil, que ahora dormía para siempre. Corrí hacia Argwen y Darwin y Panorámix que respiraban agonizantes, pero todos hicieron lo mismo y llegaron antes que yo para curarlos. Así que me puse a revisar al ogro: "mmmhhh, monedas, poción, huy qué lindo ésto..."   Alguien entró por la puerta del fondo. Era Mario, que mató al que se estaba escapando, y dijo que encontró algo que era nuestro: trajo a Gwynne y Darwin fue a buscar su bolsa de cintura que se habían afanado; no la encontró.   Gwynne... parecía estar bien, sin daño, soñolienta y felíz. No voy a reproducir todas las posibilidades que entraban en las circunstancias porque esta crónica no acepta imágenes eróticas. Los comentarios comunes eran "pobre Morlane, pobre bolsa de cuernos" o sino también "seremos tíos, pero ¿quienes serán los padrinos?"   Para nuestra sorpresa, la ciudad era un caos horrible. Jamás había visto tanto descontrol, ni siquiera en los saqueos de Villa Luro. Con Darwin nos hicimos de máscaras y entramos a una de esas casonas ricas a desamueblarla. Sí señor, qué botín. No fue de lo más caudaloso, pero fue muy divertido. Algunos edificios ardían con toda su obsesión; ¡ni hablar del consejo y de las casas de los integrantes! Todos llevaban regalos de un lado a otro. Yo también le hice un regalo a Darwin por su cumpleaños, y él me hizo uno a mí. Hablando con la gente, supimos que Mario había hecho reaccionar a la gente y ahora es el héroe de la ciudad.   Volvimos a la posada; el grupo nos miró con mala cara, quizás porque traíamos dos bolsas enormes con cosas que no eran nuestras. De inmediato juntamos las cosas y salimos derecho al castillo.     Pasamos mi cumple y el de Makaki (ambos el mismo día, el 5 de Friogar) en el camino.     12 de Friogar   Llegamos al castillo. Ulrich dijo ni bien entramos: "tengo malas noticias, milady: un señor llamado Morlane, que dice ser... ehemm, amigo de Gwynne, está en la sala esperando; además hemos perdido comunicación con la guarnición de la torre, en el noreste".   Darwin regresaba a su castillo haciendo un alto en la abadía de William. (Luego me enteré que habían tenido una profunda conversación acerca de unos sueños de William que tenían que ver con Darwin; pero no sé los detalles, si bien los diáconos también son de carne, no hacen caso a las voces de detrás de una puerta).   Panorámix se acercó al bosque en las inmediaciones del pueblo donde Darwin es Señor.   Peuchele se quedó en Biblos hasta que recuperó el carro con hierbas que había comprado con anticipación.   Mientras tanto Makaki y yo, fuimos entre volando y caminando hasta la torre. Invisibles, nos acercamos por los aires. Construyeron una muralla y terrazas. Y era cierto. Estaba lleno de soldados, la colina era una base militar repleta de tiendas. Nos apostamos sobre una ladera más alta por encima de la entrada a la caverna, a observar. La gran caverna había sido tapada con rocas gigantes, y Makaki envió a Reptilio a explorar en el interior. A los pocos minutos, los hombres empezaron a moverse, como organizándose en hileras. Se escuchaban los tambores pausados en un rito intrigante. Las puertas se abrieron y dejaron entrar un caballo de profundo azabache con su jinete de capa roja y yelmo también negro. Lo escoltaba un escuadrón fuertemente armado. En la torre habíamos visto una bandera con tres escudos, éstas eran las imágenes: un puño, un dragón y una llama. Una triple alianza, poderosos aún individualmente. ¿Estaba previsto este acontecimiento?, hasta sabíamos de la conspiración. Pero ahora podemos confirmar que la sangre viene fluyendo por ese campo... las luces se apagarían para muchos... ya oigo los cuernos por el valle y el isócrono paso de los infantes. El enfrentamiento es inevitable...   Cuando la figura temible llegó hasta la torre, se acercó a un oficial y le dijo algo. El oficial apuntó la mirada hacia la montaña, hacia nosotros. Invisibles y todo, sentimos la necesidad de escondernos. Ya sabían que estábamos ahí. Levantamos vuelo de regreso a casa.
Report Date
25 May 2002

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