Destruccion sin rostro

Un espasmo recorrió el cuerpo del pez, su piel se estremeció y de sus agallas brotó un líquido viscoso. Ante la mirada horrorizada de los guerreros, el pez se transformó en una abominación de la naturaleza. Con un movimiento rápido como un rayo, sus aletas se convirtieron en tentáculos que se enredaron alrededor de Ve'nikax. Antes de que pudieran reaccionar, Kah'lohz se abalanzó sobre la criatura, pero no pudo evitar que hiriera a Kaath'ra y Akoma.

El sonido de la batalla era ensordecedor. Tuglivydo, jadeante, se abrió paso entre las sombras, sus sentidos alerta ante cualquier peligro. Al llegar a la escena, su corazón se heló. Los restos de una criatura desconocida yacían esparcidos por el suelo, rodeados por cuatro sombras que se movían con una inquietante gracia. El aire estaba cargado de una electricidad palpable. Con un movimiento rápido, Tuglivydo se acercó a Ve'nikax, mientras que Kaath'ra y Akoma, con las fuerzas menguantes, liberaron la perla, cuya luz parpadeante proyectaba sombras grotescas en las paredes de la cámara.

Tras un breve intercambio de miradas, el grupo decidió seguir los pasos de Tuglivydo, adentrándose aún más en el laberinto de túneles submarinos. Al emerger de las profundidades, se encontraron con una escena que les heló la sangre: un antiguo galeón, cubierto de algas y percebes, era arrastrado por dos leviatanes marinos, sus ojos vidriosos fijos en el horizonte. El arrecife, antes un lugar de paz, ahora era un campo de batalla. Arpones crujían al atravesar el agua, y criaturas desconocidas eran arrastradas hacia la embarcación, defendida por seres extraños con cabellos de coral y una fuerza sobrenatural.

El arrecife, antes un lugar de paz, ahora era un escenario de batalla. El grupo, cubierto de heridas y salitre, llegó a su destino. Tras una breve deliberación, decidieron separarse, cada uno siguiendo su propio camino. Tuglivydo y Kaath'ra, como águilas marinas, se elevaron por encima del arrecife, hacia el reino de los elfos acuáticos. Ve'nikax, guiada por un presentimiento, se sumergió en las profundidades, buscando respuestas en las entrañas del mar. Kah'lohz y Akoma, bajo la sombra de un enorme coral, aguardaban, sus corazones llenos de incertidumbre.

La cima del arrecife era un cementerio submarino. Los cuerpos de los elfos acuáticos, pálidos y fríos, yacían en posiciones extrañas, como si hubieran sido arrastrados por una fuerza invisible. Sus ojos, vacíos y vidriosos, parecían seguirlos con una mirada acusadora. La perla, que habían encontrado en las profundidades, comenzó a emitir una luz suave, como si respondiera a la oscuridad que los rodeaba. Tuglivydo, con la mirada fija en la gema, buscó alguna señal, pero no encontró nada. Con un gesto de resignación, el grupo emprendió el camino de regreso.

Mientras tanto, en las profundidades, Ve'nikax se enfrentaba a una criatura de pesadilla, un ser sin rostro y con ojos vacíos. Sorprendida por el ataque, cayó bajo los mortíferos tentáculos de la bestia, su aullido de dolor resonando en el agua. Kah'lohz y Akoma, al escuchar el grito desgarrador, se apresuraron hacia el lugar del combate. Al llegar, encontraron a Ve'nikax, fría y sin vida, en los brazos de la criatura. Kah'lohz, agotado por la batalla anterior, intentó luchar, pero la criatura era demasiado poderosa. Con el corazón destrozado, huyó, arrastrando a Akoma consigo. Sin embargo, la criatura no los dejó escapar. Alcanzó a Akoma, y en un último esfuerzo, Kah'lohz se vio obligado a abandonar a su compañero.

Kah’lohz decide volver por su compañero, para encontrarlo forcejeando con la criatura sin rostro.hasta que se separaron y “Akoma” logró huir con Kah’lohz.

Una vez el grupo reunido y llorado por los caídos, Kaath’ra impone la marcha hacia los elfos acuáticos, con el fin de dar algunas explicaciones. Avanzando hacia las profundidades, deciden descansar en un lecho marino, en donde Kaath’ra impone la primera guardia. en este momento Akoma busca un poco de soledad y se desprende un poco del grupo para esconderse en soledad.

Una vez acabada la guardia de Kaath’ra, es retomada por Tuglivydo, este antes de imponerse en oración a su difunta diosa, intenta encontrar a Akoma, pero este, no esta por ningun lado, dejando a Tuglivydo con incertidumbre e inquietud antes de comulgar en oración.