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Sesión: El pasado reclama su herencia

General Summary

La curiosidad electrocutó al gato

  Valandrea de Penthagast, clériga del a Iglesia Pentecostal "Los días de la Madre", Velaq Lorenz, elfo erudito de la Biblioteca de la Escuela de Sendur; y Larissa Pleassure , criada en la calles y albergues de la oscura Grimvale continúan sus pasos adentrándose en la ciudad sumergida de Oniris. En esta particular y alegre habitación; esto es: alegre en sus días de gloria; se encuentran con dos especie de clavijeras que emiten luces y sonidos alegres. A todas luces los dispositivos poseen una ranura pequeña y las clavijas tienen nombres como "Incendio" y "Elektra" junto con valores en monedas de Oro. Valandrea dilucida que la ranura es para monedas y comienza a alimentar a la máquina. Mientras tanto el elfo bibliotecario encuentra una cuerda que conecta al aparato a la pared y comienza a tirar de ella.   Antes que los curiosos comiencen a romper la máquina, la tiefling se hace con una jeringa que tiene una inscripción en ella y que cae por la expendedora automática, la misma que se muestra del lado de la puerta que los conduce a la próxima habitación. Sin mas decide probar el químico azul que burbujea en su interior y recibe un golpe eléctrico que deja a su brazo vibrando mientras ve como sus compañeros desmantelan aquello que quedaba intacto en ese recinto.  

El pasado reclama su herencia

  En otro lugar de la ciudad el monje felino vagabundo Krauss Winstor recorre la ciudad tratando de reencontrarse con sus camaradas mientras no puede sacarse de la cabeza ese símbolo que recordó en un sueño del letargo mortal ocasionado por su encuentro con los ahogados.   Tratando de llegar a Inmigraciones pasa por el Teatro Triton. Al ingresar a la habitación, esta parece ser un palco de un pequeño teatro íntimo. El techo bajo pero abovedado da albergue a juegos de luces varios que permiten iluminar el escenario. En el extremo posterior, sobre el escenario, una máquina expendedora habría servido refrigerios a las tertulias que se llevaban a cabo en el exclusivo escenario.     De repente, un reflector se enciende para iluminar una escena Dantesca, un ahogado petrificado, como si los cayos de coral en su cuerpo hubieran crecido hasta cubrirlo por completo creando un tétrico altar crecido desde lo que otrora fue una persona, sobre esta espeluznante figura, una máscara de conejo fue colocada como símbolo tragicómico de la ciudad que le sirve de marco.    
Oniris necesitaba mi estrellato y yo brillaba como nadie.   Las artes fueron iguales de importante como la ciencia y la magia.   Pero lo efímero se hace presente y el arte de pronto pierde su brillo.   Es así como de pronto mis palcos se vieron vacíos,   y el brillo de mi voz fue opacado por los más mundanos instintos.   Solía ser tan entusiasmante escuchar hablar a Leyban,   los parásitos esto, los prósperos aquello.   El artista tiene un deber, de seducir el oído y satisfacer el espíritu,   Pero Leyban me prometió la gloria, y me encerró en esta balde de metal.
  No sabiendo qué hacer con lo que estaba viendo si pudo concentrarse en las marquesinas que decoraban las paredes, que hablaban de las festividades de fin de año del 225 2e (ya hacía de ello 153 años de ese día). Agarra ese cartel y continúa su recorrido, al causarle curiosidad ese y otros artilugios, particularmente unos cilindros de cerámica.   Seguido esto, al doblar el recodo del anfiteatro principal, una aparición espectral parece no prestarle atención, una cantante toca su piano en la función que parece subo en su vida. Como repitiendo una y otra vez su carrera al estrellato, esta alma no deja su puesto, y Krauss no se iba a quedar para cuestionarlo.  

Desentrañando a la bestia de metal

  Larissa, Velaq y Valandrea se toman su tiempo con las máquinas expendedoras, la Tiefling aprovecha a tratar de abrir las cajas fuertes que hay en su interior, Velaq revisa un tablero muy particular que hay en su interior, similar a una ciudad diminuta, desde donde las cuerdas entran y salen de las diferentes partes internas. La clériga tomó una iniciativa mucho mas directa y comenzó a moler a golpes las máquinas hasta que solo eran un conjunto de metales y hojalata que yacían en el suelo de la ya vandalizada área de recepción.   La bardo, cansada de revolver en la chatarra apunto con su mano inyectada a la cerradura generando un arco voltaico que abrió la puerta, y del otro laso encontraron un pasillo completamente hecho de vidrio, mostrando con majestuosidad la ciudad en la que se encontraban. Sin duda la vista serviría para asombrar a los inmigrantes y también de alguna manera intimidarlos.   Uno de los vidrios estaba trizado y la presión del agua comenzaba a inundar el lugar, probablemente alguna roca. Pero lo que los esperaba mas allá de la hendidura era no una sino 3 criaturas horrorosas. Como Velaq había comenzado un ritual para preparar una pasta que repararía la hendidura, Valandrea puso su escudo de frente y comenzó a aguantar los golpes mientras los demás ayudaron también.   Al final Velaq pudo tapar el hueco y encontraron un cilindro mas que el erudito reprodujo de inmediato.     Luego la habitación que sigue es muy rara, con 3 habitaciones tan pequeñas como un closet, con palancas en los costados. Lo que mas sorprende a los personajes es que Velaq se metió directamente y accionó la palanca y la habitación completa comenzó un ascenso.   Y al cerrarse la puerta de reja la habitación el closet completo comienza el ascenso. Las luces parpadean, tal vez algo normal de esta magia, que parecía alimentar a todos los artilugios del lugar y las maravillas lumínicas que llegaban a los ojos de los aventureros. La cápsula suelta sus seguros y esto pone nerviosa al elfo que pega su espalda contra la pared en un intento inútil de sentirse más segura. Con un rechino de cables de acero el vehículo comienza su ascenso, mostrando en uno de sus costados un gran hall vertical gobernado por una gran estatua humanoide de formas geométricas que sostiene un martillo en una pose de trabajo duro.   Pero sus ventanas arrojan una imagen más impresionante aún. La escena capta la atención del tripulante del ascensor por las dimensiones del accidente. Sobre el lecho del mar una enorme fractura parte la ciudad en dos, la misma se extiende por lo que parecen Kilómetros y parece haber provocado el levantamiento de una placa tectónica, puesto que el resto de la ciudad está de costado, en un plano oblicuo, confundiendo a quienes se movían en el elevador. En las profundidades de la fractura, una luz poderosa emana blanca y pulsante, iluminando todo y dejando líneas de sombras de los marcos de las ventanas apoyarse sobre los ojos estupefactos de los visitantes.   La cara del elfo cambia de color cuando al abrirse la puerta ve a Krauss que lo recibe con una sonrisa.  


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