Casa de Gabriel
Aún no entiendo bien los secretos de mi casa. Se podría decir que no está en el plano real aunque eso no es en absoluto cierto. Mi casa está en todas partes, cualquier puerta puede llevar a mi casa, al menos, eso pienso. He probado muchas puertas y todas ellas han llevado al mismo lugar: mi hogar. Quizás mi llave funciona sólo en las puertas del Sol Índigo, o en Satyrine, o quizás en mi barrio... Quizás siempre abro la misma puerta y soy quien no se mueve del mismo sitio. Las corrientes de la magia pueden ser, a veces, perversas.
El interior de mi casa es... complicado. Las paredes y habitaciones cambian de posición y tamaño cada vez que entro, como si la propia casa me saludara con un vestido nuevo. Las paredes, de ladrillo rojo son reconfortantes pero he notado que una de las esquinas del comedor está empezando a desvanecerse. Quizás mi casa esté viva y la esquina refleje la inevitabilidad de la muerte.
Las ventanas dan a un bosque y el balcón tiene una escalera de incendios que lleva al jardín. Sin embargo nunca me he atrevido a salir de la casa por la escalera, por miedo a no poder regresar a la casa... El cielo, desde el balcón es diferente, de color anaranjado, y ardiente, muy distinto del cielo estrellado de Satyrine.
Mi casa tiene una puerta, a veces trampilla de metal, siempre cerrada y custodiada por dos cerraduras mágicas. Si me acerco en silencio a la puerta puedo escuchar un murmullo o gemido.
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