El azote abrasador
Sólo cenizas quedaron de aquel malaventurado que cercenó sin control la vida de los seguidores de La Renovadora, sus restos se esparcieron por el viento luego de haber recibido el azote castigador de la diosa
Historia
Temida por muchas criaturas, el arma predilecta de Zechi nació de los enfrentamientos sostenidos entre los detractores de la diosa y sus seguidores, cuando Tehamú dio inicio a las guerras infernales entre sus vástagos para probar quiénes eran los más dignos de llamarse "sus hijos", al erradicar a los más débiles, algunos de ellos fueron transportados al plano del fuego y comenzaron a sembrar la semilla de la discordia contra La Renovadora, encontrando algunas criaturas que la despreciaban desde hacía muchos luxantes, al considerarla una diosa de poca importancia, una intrusa que pobló de unos seres deleznables un espacio que antes era sólo suyo, arrebatándoles la soberanía del plano.
Una cruenta guerra nació como fruto del complot, enfrentando a los infernales unidos con aquellos que eran opuestos a la diosa y a los elementales creados por Zechi, las contiendas cobraron muchas víctimas que pertenecían al bando de la diosa, sólo se conocen 3 poderosos héroes que lograron sobrevivir a esta masacre, siendo hoy en día adorados por los templos de las llamas naranja, azul y púrpura.
Entre los más crueles enemigos, se alzaba un archiinfernal con un poder que se multiplicaba conforme más muertes provocaba, parecía que acabaría con el plano del fuego mismo, su furia y destrucción no había podido ser detenida por nadie, la diosa del fuego, incapaz ya de seguir con los brazos cruzados, se materializó en la lucha, pero no en su forma habitual de zorro, sino que tomó la forma de sus elementales, su cabello de fuego ondeaba al viento y su piel borboteaba con la ira de todos los caídos, en su mano portaba un látigo en llamas de color azul claro, creado al unir los fragmentos de los espíritus de sus héroes caídos, lo llamó el Azote Abrasador y con el, acabó con la vida de aquel archiinfernal que tanto daño había causado, su risa burlona y presumida fue silenciada entre las llamas del fuego verdadero, las cuales lo consumieron sin piedad, en su rostro hubo un atisbo de sorpresa, ya que su inmunidad al fuego no lo salvó de la furia ardiente de La Renovadora y de la venganza de los espíritus contenidos en su arma.
Artículos relacionados
Comentarios